“El abuelito nos ve desde el cielo”

La capilla ardiente de Peret se instala hoy en el Ayuntamiento de Barcelona

El músico (primero por la derecha) representó a España en el Festival de Eurovisión en 1974.

“La semana pasada estuvo en casa, después de recibir el alta tras el tratamiento de quimio y radioterapia. Estaba bastante bien, pero tuvimos que ingresarlo corriendo por una complicación que le cogió muy débil. Le explicamos que era como un constipado pero muy fuerte y se durmió. Nos dijo que estaba cansado. Y dormido ha estado estos días, hasta hoy”, explicaba ayer su yerno, Ramón. La familia y amigos de Peret —algunos de los músicos habituales en sus conciertos— se encontraban desde primera hora de la mañana esperando en la clínica Quirón de Barcelona tras el agravamiento de su estado.
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“La semana pasada estuvo en casa, después de recibir el alta tras el tratamiento de quimio y radioterapia. Estaba bastante bien, pero tuvimos que ingresarlo corriendo por una complicación que le cogió muy débil. Le explicamos que era como un constipado pero muy fuerte y se durmió. Nos dijo que estaba cansado. Y dormido ha estado estos días, hasta hoy”, explicaba ayer su yerno, Ramón. La familia y amigos de Peret —algunos de los músicos habituales en sus conciertos— se encontraban desde primera hora de la mañana esperando en la clínica Quirón de Barcelona tras el agravamiento de su estado.

Unos estaban en la cuarta planta, otros en la terraza de acceso al centro. Subían y bajaban. “Ahora el abuelito nos ve desde el cielo”, decía una de las nietas del artista a otra niña.

Peret sufría un cáncer de pulmón que se agravó el pasado lunes por una neumonía que obligó a intubarle. El tumor se había extendido y afectaba a otros órganos vitales, informaron fuentes cercanas al artista. “Todos sabíamos que era grave, pero no pensamos que se fuera tan pronto”, añadía Ramón, mientras amigos y más amigos se acercaban a la clínica.

La Gran Hechicera, la Barcelona poderosa de su rumba, será la que le rinda los últimos honores en el Saló de Cent del Ayuntamiento, donde hoy se instalará la capilla ardiente para todos los que le quieran dar el último adiós.

Fue el mismo Peret el que informó a finales de julio a través de su página web de su enfermedad. En ese momento anunció también que dejaba los escenarios: “Por experiencia sé que una enfermedad como esta hay que afrontarla con entereza y optimismo. ¿No era acaso yo quien cantaba que es preferible reír que llorar y que así la vida se debe tomar? Pues en ello estoy”, apuntó al comunicar su enfermedad.

Peret tuvo que suspender actuaciones que tenía programadas para este verano, pero, según fuentes cercanas al artista, tuvo tiempo de acabar de grabar el disco en catalán que preparaba.

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El proceso de la enfermedad lo llevó con buen ánimo, según explicaban ayer familiares suyos en la puerta de la clínica. También lo pudo comprobar el consejero de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell, que habló con él hace unas semanas: “Lo vi animoso, consciente de la enfermedad, pero animoso”. Mascarell le recordaba ayer como un artista innovador “y de fusión capaz de lograr una repercusión local y también internacional”. “Estoy convencido”, añadía el consejero, “de que Peret era consciente del formidable papel cultural que había jugado en su vida, con el alumbramiento de la rumba y la construcción de verdaderos himnos populares vinculados a Cataluña”.

Peret recibió la Creu de Sant Jordi en 1983 y la medalla de Oro de Barcelona.  Políticamente siempre quiso mantener distancia política. De hecho, cuando le preguntaban sobre política en las entrevistas siempre solía salirse con la socarronería que le caracterizaba. O zanjaba el asunto con: “Eso es cosa de políticos”.

En la última etapa, a raíz de su participación en el Concert per la Llibertat —en el que en la rumba Gitana hechicera cambió Barcelona por Cataluña— a Peret se le atribuyó que suscribía las tesis independentistas de los organizadores. Algo de lo que él se desmarcó. Lo cierto es que años antes ya había hecho ese cambiazo de Barcelona por Cataluña en su famosa canción en un mitin del PSC en Barcelona.

Horas después de confirmarse la muerte de Peret, eran múltiples los reconocimientos al rey de la rumba. Del mundo musical, artístico y de todo el arco político. Los reyes Felipe VI y doña Letizia y los reyes Juan Carlos y Sofía enviaron un telegrama de pésame a la familia de Peret expresando sus condolencias. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, destacaba de Peret “su imprescindible obra y estilo propio”.

El ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, lo definió como una persona “querida y respetada” que “no solo creó un nuevo género musical, sino que supo acercar su manera de interpretar la música a un público que le fue fiel hasta el final”.

Xavier Trias, el alcalde de Barcelona —de la que Peret fue, sin duda, embajador con su rumba— agradeció a Peret personificar con su música “el carácter vital, abierto, acogedor y dinámico que caracteriza a la ciudad”.

Pero, posiblemente, uno de los recuerdos más cálidos fue el de otro rumbero, Rogeli Herrero, de Los Manolos, con el que Peret compartió escenarios: “Ahora que el rey ha muerto puede ser que la rumba catalana se convierta en una república. De rey solo hay uno y no pienso que tenga ningún heredero legítimo. Viva el rey”.

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