El acusado del triple crimen de la Sagrada Familia señala a su expareja

La Fiscalía pide 81 años para Cuartero por el asesinato una adolescente y sus abuelos El hombre reitera su inocencia y asegura que era víctima de maltrato de su antigua novia

Alejandro Cuartero, acusado del triple asesinato de la Sagrada Familia.m. minocri

"Si había algún maltratado, ese era yo". Sentado en un sillón, con las manos en las rodillas y varios kilos menos, Alejandro Cuartero, el acusado de haber asesinado a los padres y la sobrina de su expareja en enero de 2012 en el llamado triple crimen de la Sagrada Familia, se ha declarado inocente este lunes en la Audiencia de Barcelona y ha lanzado insinuaciones contra Mònica Claveguera, su antigua novia. Ha asegurado que nunca quiso volver con ella, aunque seguían viéndose a pesar de estar separados; que Cl...

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"Si había algún maltratado, ese era yo". Sentado en un sillón, con las manos en las rodillas y varios kilos menos, Alejandro Cuartero, el acusado de haber asesinado a los padres y la sobrina de su expareja en enero de 2012 en el llamado triple crimen de la Sagrada Familia, se ha declarado inocente este lunes en la Audiencia de Barcelona y ha lanzado insinuaciones contra Mònica Claveguera, su antigua novia. Ha asegurado que nunca quiso volver con ella, aunque seguían viéndose a pesar de estar separados; que Claveguera y su sobrina de 16 años tenían problemas por haberse metido "en el trapicheo de drogas" y que él le dejaba dinero con frecuencia. "Yo era su banco", ha afirmado.

Las Fiscalía y las acusaciones particulares piden 81 años y seis meses para Cuartero: 25 por cada uno de los tres delitos de asesinato que se le imputan, cinco por uno de robo con violencia y un año y medio por violencia psíquica habitual. Consideran al hombre de 65 años culpable de haber asesinado con un martillo a la familia de su expareja por no querer retomar su relación con él. "Planeó que si ella se quedaba sin familia, volvería con él", ha asegurado el abogado de Mònica Claveguera. "Porque una de las razones de la ruptura fue que ella tenía que cuidar de sus padres", ha añadido el abogado de su hermana, madre de la menor fallecida. A ella y a sus abuelos, una pareja de 85 y 78 años, los encontró muertos en su piso de la calle de Sardenya, en el barrio de la Sagrada Familia, la exnovia de Cuartero cuando regresó del trabajo. Habían sido golpeados brutalmente en la cabeza.  También faltaban un teléfono móvil, un portátil y una tableta de la sobrina.

El Cuartero que hace dos años vestía con ropa de cuero, botas militares y sombrero tejano se ha sentado en el banquillo de los acusados con una sudadera negra y un pantalón sencillo. Lo que la prisión no ha cambiado es su costumbre de atarse un cordón negro a las gafas. El que llevaba este lunes era mucho más grueso que el que utilizó el 27 de enero de 2012, cuando acudió a la llamada de Claveguera, "¡Ven a casa corriendo que están todos muertos!", y en el que los Mossos d'Esquadra encontraron ADN de dos de las víctimas. Se ha defendido diciendo que se manchó las manos de sangre cuando un mosso le pidió que se llevara al perro de la familia para que no contaminara la escena del crimen. La fiscal ha hecho hincapié en que nadie le vio con las manos ensangrentadas y ha criticado que no hubiera dado antes esta explicación. "Nadie me lo preguntó", ha respondido el acusado.

"Estoy al límite. Cualquier día me harás apretar el gattillo"

El día de Nochevieja, Mònica Claveguera recibió en el móvil una foto y un mensaje de texto desconcertante: "Estoy al límite. Cualquier día me harás apretar el gatillo", le había escrito su exnovio, Alejandro Cuartero, junto a una imagen suya en la que sujetaba una pistola contra su sien. "Quería que viera mi estado psíquico", ha asegurado al juez.

Sobre los mensajes que dejó en Facebook la noche anterior al crimen, ha dicho que se debían a que estaba "hecho polvo" por una discusión que había tenido con Claveguera: "Adiós, adiós", "Quisier morir, la vida ya no tiene sentido para mí" o una foto en la que decía "Un verano muy feliz con ella. Lamentablemente no se repetirá".

Ha negado ser el autor de los mensajes de texto enviados por un supuesto sicario con los que se le acusa de haber intentado inculpar a la mujer. "Lo ignoro", ha respondido cuando la Fiscalía le ha preguntado por qué, según los Mossos, él estaba bajo la misma órbita del repetidor de telefonía móvil desde el que estos mensajes fueron enviados.

Cuando la fiscal le ha preguntado a Cuartero por el GPS que instaló en el vehículo de su exnovia, supuestamente para seguirla, ha respondido que era un aparato antirrobo "porque era un coche muy apetecible y dormía en la calle". A la pregunta de por qué entraba al sitio web a ver dónde había estado el vehículo, ha asegurado que lo hacía porque la página de la compañía también tenía un juego que le gustaba. En cuanto a las facturas de teléfono, ha admitido que abrió una y que contactó con dos hombres cuyos teléfonos aparecían en el listado de llamadas para "saber qué estaba pasando" y porque las facturas las pagaba él.

Cuartero solo ha respondido a las preguntas de la Fiscalía y de su defensor. Ha relatado con calma su itinerario del día del crimen. Se levantó entre las nueve y las diez de la mañana y sacó a pasear a su perro durante un cuarto de hora. Fue a visitar a su tía a las diez a una residencia, pero esta aún dormía. Ha asegurado que habló con la jefa de enfermeras, pero no ha sido capaz de responder a la pregunta de la fiscal de si podía aportar un testigo "con nombres y apellidos" que corroborasen su versión. Por la tarde, ha asegurado, recibió la llamada de Claveguera y, al enterarse del crimen, fue a verla al piso de la pareja asesinada.

El acusado ha presentado a Claveguera como una mujer interesada. "Me dejó porque esta señora siempre había dicho que no quería ni cuidar enfermos ni gente mayor. y yo tuve la desgracia de que se me detectara un tumo cerebral", ha afirmado. "Ella quería vivir la vida intensamente y yo era una carga". Ha declarado que al poco tiempo de conocerla le dejó 26.000 euros para pagar unas deudas, que poco antes del crimen le hizo un ingreso de 400 euros, pero no ha aportado ningún documento porque "nadie lo pidió". Ha asegurado que su expareja y la sobrina le habían confesado que tenían miedo porque "una mafia" les amenazaba por "temas de drogas". Cuartero también ha negado de forma rotunda haber tenido intenciones de regresar con su antigua novia: "No vivíamos juntos pero salíamos y hasta teníamos relaciones hasta que yo lo terminé porque me contagió una enfermedad". Ha afirmado que cuando le dijo que nunca volvería con ella, Claveguera respondió: "¿Por qué? ¿No quieres estar con una asesina?"

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Cuartero ha reconocido que tenía un martillo igual al que se utilizó para asesinar a las tres víctimas, pero no ha admitido que el que se presentó en el juicio sea precisamente el suyo. La Fiscalía y las acusaciones particulares han pedido que cumpla el máximo de 40 años que establece la ley para permanecer en prisión. Todos han insistido en "el gran sufrimiento" que provocó a las víctimas, "que no era necesario para causarles la muerte".

Mònica Claveguera declarará mañana junto a un médico y un asistente social. Su abogado ha "advertido" que su relato podrá resultar "frío y calculado" porque "es una persona que llegó a casa y encontró a sus tres familiares muertos", lo que le ha ocasionado estrés y un bloqueo emocional. Las vistas continuarán hasta el viernes.

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