El precio de Karl Marx

La muestra ‘Es capital’ reflexiona sobre las paradojas del sistema económico

'El superbién común', una de las cuatro piezas que componen la exposición 'Es capital' en Matadero Madrid.Luis Sevillano

Debajo de Cibeles, a la profundidad de unos 14 pisos, rodeada de férreas medidas de seguridad, está la cámara acorazada del Banco de España. Tres grandes puertas blindadas que pesan toneladas, un sistema de videovigilancia, sensores de movimiento, y un mecanismo que inundaría la cámara en caso de allanamiento, separan los lingotes de oro que atesora el banco del mísero mortal. Pero la artista Cristina Lucas ha obtenido permiso para adentrarse en la tierra y traernos unas fotos de lo que se guarda (muy bien) allí abajo. “Es la cámara del tesoro, un sitio mágico, como de Harry Potter”, cuenta. A...

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Debajo de Cibeles, a la profundidad de unos 14 pisos, rodeada de férreas medidas de seguridad, está la cámara acorazada del Banco de España. Tres grandes puertas blindadas que pesan toneladas, un sistema de videovigilancia, sensores de movimiento, y un mecanismo que inundaría la cámara en caso de allanamiento, separan los lingotes de oro que atesora el banco del mísero mortal. Pero la artista Cristina Lucas ha obtenido permiso para adentrarse en la tierra y traernos unas fotos de lo que se guarda (muy bien) allí abajo. “Es la cámara del tesoro, un sitio mágico, como de Harry Potter”, cuenta. Aunque desde el abandono del patrón oro la economía ya no se vincula a las reservas del preciado metal (Richard Nixon decretó la inconvertibilidad del dólar en oro en 1971), el oro todavía conserva su mística económica: “la economía es abstracta y rara, y el dinero es como sucio, pero el oro, además de usarse como valor refugio, es un monumento a sí mismo”, dice Lucas.

Montaña de oro es una de las cuatro piezas que conforman la exposición Es capital, que se puede ver en lo que era la antigua cámara frigorífica del Matadero, ahora la sala Abierto x Obras, hasta el 11 de mayo. La muestra, que se ha producido específicamente para este espacio, es “un análisis sobre algunas de las principales incógnitas, paradojas y retos del actual sistema capitalista”, según la comisaria Manuela Villa.

“Los filósofos nos han dicho cosas sensacionales sobre temas que nos preocupan, como la belleza, la verdad, la justicia o la vida y la muerte”, dice Lucas, “pero también hay empresas que trabajan con estos conceptos de fondo y yo he querido preguntarles”. La pieza resultante, Capitalismo filosófico, son los pequeños documentales en los que se pregunta sobre el miedo a trabajadores de aseguradoras o de la Casa del Terror, sobre el arte a galeristas, sobre la belleza a clínicas de cirugía estética o agencias de modelos, sobre la justica a abogados, o sobre la muerte a una empresa que, atención, puede convertir el cuerpo de sus difuntos en un diamante.

¿Cuánto costaría hoy día un manuscrito de El capital, de Carlos Marx? “Tenemos una cultura de reliquias, de cosas tocadas por santos”, dice Lucas, “por eso me interesé por esto”. De este hilo tira la pieza Plusvalía, que investiga el precio de las primeras ediciones de la biblia del comunismo (ya que el manuscrito se perdió) y presenta un pequeño documental sobre la azarosa historia del original que el barbudo filósofo escribió de su puño y letra. Una historia que, según la artista, es como “una película de espías”. Por cierto, una primera edición del libro puede alcanzar los 69.000 euros.

En El superbién común, la artista fotografía a actores chinos (por aquello de la emergencia económica del gigante asiático) en lugares lujosos a la manera de las fotos de las revistas de moda y lujo. “Lo hemos hecho de una manera muy simpática y circense, relacionándolo con la publicidad, con la performance”, explica Lucas. La paradoja aquí radica en que, aunque todos los habitantes del planeta aspiran a un consumo ilimitado de bienes y servicios, los recursos del planeta son limitados. Y el crecimiento de las economías emergentes puede ponerlos en jaque.

Para relajar la mente de tanto ajetreo monetario se puede visitar la pieza Un jardín japonés: topografías del vacío, de Esther Pizarro, comisariada por Menene Gras de Balaguer, hasta el 20 de abril. En una parte de la enorme Nave 16 de Matadero, rodeado de un gran océano en marejada de sal gorda, se encuentra este jardín japonés contemporáneo dibujando la silueta de Japón. Los techos altos, la luz extraña, la citada mar salada, y la vegetación que se enrojece en aquellas partes del mapa donde hay mayor densidad demográfica (también hay un bonsái señalando las principales ciudades) transmiten una sensación de sosiego zen. La pieza se inscribe en el contexto del año dual España-Japón y esa es la primera de la línea Gran Escala, en la que Matadero pretende investigar la relación entre la obra de arte y su volumen en el espacio. “Esta pieza”, explica la comisaria, “articula el camino de la filosofía, en virtud del principio que los japoneses identifican como wabishabi, que anula las oposiciones, entendiendo que todo está contenido en todo”.

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