RAIMON | Cantante

“Pasan cosas terribles que nunca pensamos que iban a ocurrir”

El cantautor actúa mañana en el Círculo de Bellas Artes Pondrá música a poemas de Salvador Espriu

Raimon, ayer en Madrid.Álvaro García

Antes de que estuviera de moda ir de oscuro ya Raimon vestía así, tan sobrio, aunque su canción más popular, Al vent, un himno de los sesenta, y él mismo dieron forma a un colorido que él resume con la risa jovial que se enturbia cuando se fija en lo que sucede ahora en este mundo “tan bestia”. Va a cumplir 73 años (“soy más viejo que mi padre al morir”) y tiene aún tiempo, cree, para componer algunas canciones “sobre los afectos, la pérdida, las dudas, los odios”. Ahora ha venido a Madrid a cantar (mañana jueves, en el Círculo de Bellas Artes) a uno de sus poetas predilectos, Salvado...

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Antes de que estuviera de moda ir de oscuro ya Raimon vestía así, tan sobrio, aunque su canción más popular, Al vent, un himno de los sesenta, y él mismo dieron forma a un colorido que él resume con la risa jovial que se enturbia cuando se fija en lo que sucede ahora en este mundo “tan bestia”. Va a cumplir 73 años (“soy más viejo que mi padre al morir”) y tiene aún tiempo, cree, para componer algunas canciones “sobre los afectos, la pérdida, las dudas, los odios”. Ahora ha venido a Madrid a cantar (mañana jueves, en el Círculo de Bellas Artes) a uno de sus poetas predilectos, Salvador Espríu, en el centenario del poeta de La pell de brau (La piel de toro).

Pregunta. Siempre que viene a Madrid pasa algo que convierte su actuación en un símbolo.

Respuesta. Involuntariamente. En 1965 estaba Franco, me prohibieron cantar en La Zarzuela y fui al Club de Amigos de la Unesco, donde sí pude cantar. En el 68, en Económicas, hice el recital 18 de mayo en la Villa; hubo 6.000 estudiantes; la policía nos hizo salir por piernas. Había un cartel enorme, sábanas en las que se leía “Los pueblos ibéricos por el socialismo” y “Democracia popular”. Nos escapamos al final y me fui a Xátiva, siempre que podía iba a ver a mi madre.

“Una cosa es España y otra la organización

P. A Xátiva, al carrer Blanc, como dice en una de sus canciones…

R. Los estudiantes nos facilitaron la huida… Tras la muerte de Franco, con Fraga de ministro, quisieron prohibirme cantar en el Bernabéu. Un policía le dijo a Analisa, mi mujer, que iban a gasear el estadio porque estaban “gritando contra el régimen”. Ella le dijo: “¿No cree que debe consultar con sus superiores?”. Allí estaban Felipe, Marcelino… Solo actué esa vez; iban a ser cuatro conciertos, fueron prohibidos los otros tres. Luego volví al Teatro Español, en los ochenta.

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P. Y se produjo en 1997 la sonora pitada en Las Ventas…

R. En el concierto en memoria de Miguel Ángel Blanco, víctima de ETA. Canté mi canción dedicada al País Vasco. Silbaron a Pepe Sacristán, a otros; a mí, desde que anunciaron que iba a cantar esa canción. Silbaban el idioma, el asunto. El País Vasco no es ETA. Pensé si no sería que la gente no gritaba exactamente contra ETA sino contra la diversidad, contra la lengua. Pensé: el público se engaña o le engañan.

P. Ahora viene, canta a Espriu y la gente evoca lo que sucede con Cataluña y la independencia.

R. Espero que Espriu sea recibido como lo que es: un poeta complejo, muy tenso. Que no lo reduzcan a las etiquetas. Hace una poesía cívica, que expresa su lucha por la dignidad de las personas, el ansia de libertad… Libertad es la palabra que más sale en sus versos. Escribía bajo la dictadura.

P. En este momento esas apelaciones a la libertad, a las razones del pueblo, se leen de otro modo… ¿Cómo se integra la poesía de Espriu en el debate actual?

R. Pero esos versos ya estaban ahí… Mi impresión es que Espriu era iberista, eso era La pell de brau; él creía que los hombres y las lenguas son diversos; esa diversidad tenía que organizarse.

“Creo que debe haber diálogo y que se debe producir una consulta”

P. Y eso opina usted también.

R. Sí, yo lo creo; creo que debe haber un diálogo, un debate político que no existe ahora. Pienso, por ejemplo, que una cosa es España y otra la organización del Estado, como una cosa es Madrid y el poder (tal como se ve desde la periferia) y otra es la ciudad de Madrid.

P. ¿Cómo se siente usted personalmente ante esta situación?

R. Me siento incómodo. Creo que debe haber diálogo y que se debe producir una consulta. Es una situación nueva, una crisis, desaparece lo viejo y lo nuevo no acaba de instalarse. Pues hablemos de eso. El café para todos ya hizo su función. El Gobierno y parte de la oposición no se mueven, y allí la hegemonía independentista responde con más cerrazón a la cerrazón. Así estamos. El Gobierno del PP mantiene siempre la tendencia a homogeneizar la diversidad, en lugar de organizarla.

P. ¿Cantar arregla algo?

R. Cantar no arregla nada, ja ja ja… Cantar es un placer, como fumar para Sarita Montiel. De mi vida he hecho canto y de mi canto he hecho vida. Diderot decía que el actor debe emocionar a la gente que lo está viendo. Confieso que a veces me emociono yo mismo con algunas canciones. Ahora quiero abordar nuevas canciones, aún hay tiempo. El futuro se adelgaza, ya ves, soy más viejo que mi padre. Cantaré vivencias, dudas, afectos; trataré de indagar en este momento terrible, en el que pasan cosas que uno creía que no iban a suceder nunca.

P. ¿Por ejemplo?

R. La actitud ante los emigrantes, a los que tratan como si no fueran personas. La miseria. Los problemas reales de cada día. Cantar, quizá, para ayudar a que haya un mundo menos bestia.

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