Tribuna

Es hora del cambio en Madrid

El líder regional de IU aboga por una quita y reestructuración de la deuda española, y por derogar el artículo 135 de la Constitución

Asistimos al principio del cambio político en Madrid. Un cambio que requiere de nuevas estrategias e instrumentos. El fracaso de la candidatura olímpica asesta un golpe definitivo a las aspiraciones políticas futuras de Ignacio González y Ana Botella y deja la imagen del país y de Madrid en su peor momento.

Nos encontramos ante un ciclo político agotado. Más de dos décadas de gobierno de un mismo partido es demasiado, un partido sin ideas y en declive, ya sin capacidad de dar respuesta a los retos que la sociedad demanda, en especial a sus generaciones emergentes. La salida a la crisis ...

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Asistimos al principio del cambio político en Madrid. Un cambio que requiere de nuevas estrategias e instrumentos. El fracaso de la candidatura olímpica asesta un golpe definitivo a las aspiraciones políticas futuras de Ignacio González y Ana Botella y deja la imagen del país y de Madrid en su peor momento.

Nos encontramos ante un ciclo político agotado. Más de dos décadas de gobierno de un mismo partido es demasiado, un partido sin ideas y en declive, ya sin capacidad de dar respuesta a los retos que la sociedad demanda, en especial a sus generaciones emergentes. La salida a la crisis no puede ser a costa de los jóvenes o de quienes viven de su trabajo, de su pensión o de su pequeña empresa. Se requiere un cambio político que posibilite el cambio social que necesitamos para salir de la crisis y avanzar en derechos. Y este cambio ya no pasa por el bipartidismo: las respuestas del siglo XX no sirven para el XXI. Es la hora del compromiso. Es la hora de dar pasos y asumir riesgos. Porque para salir de la crisis no solo es necesario vencer a la derecha, sino también cambiar la izquierda.

La necesidad de derrotar las políticas de recortes es hoy una demanda de amplios sectores sociales, lo que permite que nuestras propuestas estén en condiciones de ser mayoritarias. Pero para eso es necesario derrotar el sentimiento de que no hay alternativa. Nos obliga a llevar el debate político allí donde la derecha no quiere, al terreno de las ideas y las propuestas.

Ha llegado la hora de cambiar de estrategia y de construir la alternativa que demanda la sociedad. Queremos representar a quienes trabajan por una salida de la crisis justa y equilibrada frente a las élites financieras y políticas que han convertido la crisis en estafa, a una nueva mayoría que sume más gente y supere las fronteras políticas establecidas.

No aspiramos a resistir ni a ser un mero receptor del voto protesta, aspiramos a ganar. No nos conformamos con acciones simbólicas, sino que vamos a proponer un verdadero programa de gobierno centrado en las demandas de esa mayoría social que sufre la crisis.

Empieza a ser innegable que la carga de la deuda es la pieza que bloquea el arranque de la economía y que su única solución pasa por una quita y la reestructuración de vencimientos. Ante esta situación, es necesario efectuar una auditoría que determine qué parte ha sido contraída en contra del interés general.

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Rescates financieros, recortes y deuda ponen en primer plano los déficits de un sistema que gobierna para una minoría. Hacen falta reformas electorales y constitucionales de gran calado, un cambio político para una mejor representación de la ciudadanía, más activa y directa, que pasa en primer término por defender nuestro Estado de bienestar, objetivo que requiere de una reforma de la Constitución, con el fin de derogar el artículo 135 y la Ley de Estabilidad Presupuestaria.

La salida de la crisis requiere de recursos necesarios para poner en marcha el relanzamiento del país, que pasa por superar la actual involución sociolaboral, que junto al déficit democrático, lastra nuestro futuro. Somos una sociedad capacitada para afrontar los retos del presente siglo pero que sufre un marco de relaciones laborales que retrocede al del siglo XIX.

La izquierda en Europa ha sido incapaz de liderar el debate económico, y eso explica que una parte de la población no confíe en nosotros. Es el momento de tomar como prioridad el diseño de una nueva economía, un nuevo modelo productivo al servicio del trabajo estable y con derechos. Propuestas que deben ser la clave de un nuevo consenso nacional.

Pero debemos reconocer que ninguna fuerza política, social o sindical por sí sola puede afrontar el reto de construir una alternativa. La convergencia, por tanto, es la palanca del cambio. Resulta imprescindible articular las alianzas que exige este nuevo ciclo. Convergencia que no debe partir de los patrones clásicos de la suma de siglas, sino de la convergencia de ideas y de grandes sectores sociales.

Personas trabajadoras, pensionistas, estudiantes, sindicalistas, movimientos sociales, el mundo de la ciencia, de la cultura o de la pequeña empresa productiva, junto a la izquierda política, sí tenemos esa capacidad de cambio. Convergencia en torno a un programa básico que puedan compartir quienes quieren y necesitan el cambio en Madrid.

Programa construido desde abajo, porque no habrá cambio si no se abren espacios de participación que avancen hacia una democracia más participativa. Programa que garantice desde ya, que las demandas de la calle sean los objetivos del futuro gobierno de Madrid: empleo no precario, la defensa de servicios públicos de calidad, revertir las privatizaciones, garantizar el derecho a la vivienda, unos impuestos justos, y por último pero no menos importante, la defensa de la democracia y la lucha contra la corrupción.

La puerta del cambio político está abierta de par en par, ahora el desafío consiste en cruzar esa puerta. Izquierda Unida está dispuesta a hacerlo. Organizar el cambio en Madrid es posible.

Eddy Sánchez es el coordinador general de Izquierda Unida de Madrid.

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