MARCA REGISTRADA

El mercado Sagarra

Los compradores volverán a este edificio de Santa Coloma de Gramenet en 2015

El mercat de Sagarra, en Santa Coloma de Gramenet.JOAN SÁNCHEZ

Ahora le ha llegado el turno al veterano edificio de Santa Coloma de Gramenet. En plena canícula asoma destartalado y vacío, paciente de la remodelación que han acordado para él a vida o muerte, renovarse o desaparecer. Como tantos otros de sus colegas en la vecina Barcelona, el mercado Sagarra se ha trasladado desde hace unos días a una de esas carpas blancas, como edificios humanitarios en caso de grandes catástrofes que de un tiempo a esta parte cobijan a varios de nuestros mejores mercados municipales. Estamos en la plaza de Ferran de Sagarra, un notable vecino de la población, propietario...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Ahora le ha llegado el turno al veterano edificio de Santa Coloma de Gramenet. En plena canícula asoma destartalado y vacío, paciente de la remodelación que han acordado para él a vida o muerte, renovarse o desaparecer. Como tantos otros de sus colegas en la vecina Barcelona, el mercado Sagarra se ha trasladado desde hace unos días a una de esas carpas blancas, como edificios humanitarios en caso de grandes catástrofes que de un tiempo a esta parte cobijan a varios de nuestros mejores mercados municipales. Estamos en la plaza de Ferran de Sagarra, un notable vecino de la población, propietario y primer arqueólogo de la ciudadela íbera de Puig Castellar que regaló a la ciudad, y padre del gran escritor Josep Maria de Sagarra.

Sant Antoni, Ninot, Sants, Bon Pastor, Guineueta y Provençals han sido remodelados en Barcelona

El lugar es recoleto, como si no quisiera destacarse, una construcción del arquitecto Josep Alemany concluida en 1934, una obra a dos plantas con las esquinas redondeadas donde se combina la piedra y el ladrillo con unos azulejos vidriados de mensaje claro: “Mercat”, sin otros atributos. ¡Pam!, una sola palabra y listos. Dos años antes, Sagarra había donado estos terrenos para edificar un mercado, uno de los últimos que se construyeron en el llano de Barcelona. Para entonces la fiebre del modernismo y de las estructuras de hierro había pasado a la historia, y se llevaba más un racionalismo republicano, laico y próximo al ciudadano, sin pretensiones. Alrededor de este mercado hay tiendecitas y un bar con terraza que están vinculados a su actividad comercial, y que este verano ya han notado su cambio de ubicación. Cuando pregunto por él, las mujeres me aclaran que está cerrado, que debo ir un poco más allá, al paseo de Llorenç Serra, a pocos pasos del puente sobre el río Besós.

Las carpas blancas se han convertido en el símbolo de una forma de entender el comercio que afortunadamente se resiste a desaparecer. El que lleva más tiempo en una de ellas es el mercado de Sant Antoni, en obras desde 2009, cuyas dos grandes estructuras de lona han cortado la circulación por la Ronda Sant Antoni y han obligado a construir un tejado de lona en la calle Urgell, que también queda cortada los domingos por los encantes. A pesar de la importancia social y arquitectónica de este edificio, la crisis parece haber ralentizado las obras y nadie parece creer que vayan a terminarse en 2014. Mientras tanto, reducido a su anatomía más sencilla, muestra toda la belleza de su dibujo estrellado, despojado de los tejadillos y las pequeñas columnas de hierro colado del deambulatorio que cubría púdicamente sus formas básicas. Según parece, la sospecha de unas ruinas romanas activó el plan de control arqueológico, hasta ahora sin ningún resultado. Otro mercado histórico en proceso de remodelación ha sido el del Ninot, que también lleva desde octubre de 2009 en obras y con sus comerciantes bajo una carpa situada justo detrás del Hospital Clínico, en la calle Casanova. En este caso parece que no les ha ido tan mal el cambio, atrayendo a muchas personas que van y vienen al centro hospitalario, y que agradecen la cercanía de las paradas de comestibles y de ropa.

El último en modernizarse es el de Sagarra, que abrirá con menos paradas, pero más moderno y espacioso

Otro caso similar es el del mercado de Sants, que este año cumple su centenario a cubierto de la solanera por una carpa situada a lo largo de la Rambla de Badal. Sus obras de remodelación y mejora de sus instalaciones subterráneas se iniciaron en noviembre de 2009. Poco tiempo después se les añadieron los mercados del Bon Pastor y Guineueta, mientras el de Tres Torres renovaba y ampliaba los almacenes para sus comerciantes. El de Provençals ha sido recientemente reinaugurado, y a punto están de hacerlo los espectaculares Nous Encants de la plaza de las Glòries, entre la avenida de la Meridiana y la calle Castillejos. Debían abrir este mes de agosto, pero la fecha parece haberse retrasado seguramente para que coincida con las fiestas de la Mercé.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

El último mercado en iniciar su transformación es el Sagarra de Santa Coloma de Gramenet, que podría acoger un supermercado como ya lo hicieron los de la Barceloneta y la Llibertat de Gracia, y como también han hecho sus vecinos de Fondo y de Singuerlín. Se calcula que los compradores no volverán a ver este edificio en marcha hasta enero de 2015, con un reducido número de paradas pero con más luz, más espacio e instalaciones más modernas. La lucha de los muchos David del comercio tradicional contra el Goliat de las grandes cadenas parece conocer un momento de tregua, un lapsus de convivencia, mientras el ciudadano de a pie vuelve a descubrir las virtudes del producto fresco y servido al peso justo que uno desea. Ojalá no tarden mucho en desaparecer las lonas blancas y todo vuelva a su sitio.

Archivado En