Desarticulados tres talleres textiles donde se explotaba a chinos

La policía libera a 15 trabajadores que cumplían horarios que llegaban hasta altas horas de la madrugada Cobraban 30 céntimos por cada prenda terminada

En pésimas condiciones de salubridad y de higiene. Así tenían cuatro ciudadanos chinos a 15 compatriotas suyos a los que obligaban a trabajar en talleres clandestinos de confección textil, según informó ayer la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Los empleados cosían piezas a destajo, sin horario de trabajo y cobrando unos 30 céntimos por pieza realizada. La Inspección de Trabajo de Madrid ha clausurado incluso un local debido a las condiciones laborales tan pésimas que presentaba.

Los agentes del Grupo XII de la Brigada Provincia...

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En pésimas condiciones de salubridad y de higiene. Así tenían cuatro ciudadanos chinos a 15 compatriotas suyos a los que obligaban a trabajar en talleres clandestinos de confección textil, según informó ayer la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Los empleados cosían piezas a destajo, sin horario de trabajo y cobrando unos 30 céntimos por pieza realizada. La Inspección de Trabajo de Madrid ha clausurado incluso un local debido a las condiciones laborales tan pésimas que presentaba.

Los agentes del Grupo XII de la Brigada Provincial de Extranjería y Documentación iniciaron las investigaciones el mes pasado al conocer que existían diversos talleres clandestinos. Lograron ubicarlos en los distritos de Carabanchel, Latina y Usera. Los policías descubrieron que había ciudadanos chinos que permanecían durante horas en los establecimientos, que nunca salían al exterior y que sus jornadas laborales se extendían hasta altas horas de la madrugada. Además, los dueños de los negocios empleaban a compatriotas de manera indiscriminada, sin cumplir los permisos necesarios ni formalizar un contrato de trabajo. También incumplían la legislación de prevención de riesgos laborales, según la policía.

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Registro coordinado

Los agentes realizaron la entrada y registro en los locales de manera coordinada y pudieron liberar a 15 trabajadores, que realizaban labores de corte, confección y acabado de prendas textiles. Los establecimientos carecían de ventilación y tenían una luz muy escasa. Un taller se hallaba en el sótano de una vivienda unifamiliar. Contaba con un único acceso cerrado con llave y solo se podía abrir desde el exterior. Los empleados no podían abandonarlo, aunque se produjera algún hecho grave que precisara una evacuación urgente, según fuentes de la investigación.

Los trabajadores cosían sin parar. No estaban dados de alta en la Seguridad Social. Tampoco tenían un horario fijo y cobraban unos 30 céntimos por prenda, según averiguaron los investigadores.

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