La agricultura biológica se queda sin ayuda

Gil Buzi y Roger Farré, dos ingenieros de 37 años, juguetean con su perro sobre un campo virgen en El Masnou (Maresme) a solo 500 metros del mar. Están en el paro, pero por poco tiempo, ya que se acaban de embarcar en la aventura de convertirse en agricultores ecológicos. “Llegó un momento en nuestras vidas en que nos planteamos si queríamos trabajar por dinero o dedicarnos a lo que nos gusta”, explica Gil, quien ha renunciado a su carrera de ingeniero informático para labrarse un nuevo futuro. Pronto esperan ver crecer en este campo de cinco hectáreas lechugas, alcachofas, tomates... que repa...

Gil Buzi y Roger Farré, dos ingenieros de 37 años, juguetean con su perro sobre un campo virgen en El Masnou (Maresme) a solo 500 metros del mar. Están en el paro, pero por poco tiempo, ya que se acaban de embarcar en la aventura de convertirse en agricultores ecológicos. “Llegó un momento en nuestras vidas en que nos planteamos si queríamos trabajar por dinero o dedicarnos a lo que nos gusta”, explica Gil, quien ha renunciado a su carrera de ingeniero informático para labrarse un nuevo futuro. Pronto esperan ver crecer en este campo de cinco hectáreas lechugas, alcachofas, tomates... que repartirán entre los consumidores.

Y es que la alimentación ecológica está capeando como nadie la crisis y no cosecha pérdidas. Además, se está convirtiendo en una salida profesional. A pesar de ello, la Generalitat ha retirado las subvenciones a un sector cuya facturación creció el 23,5% en 2010 (el último ejercicio liquidado), hasta los 105 millones de euros y que cerró 2011 con 1.916 empresas (el 17% más) dedicadas al sector.

El Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica (CCPAE), que controla los productos y otorga el sello a aquellos que cumplan los requisitos (no contener pesticidas ni aditivos artificiales, sin manipulación genética, etcétera) contó el año pasado con una subvención de la Generalitat de 138.400 euros, que este año ha quedado en cero. El Consejo ha recortado su presupuesto el 14%, hasta los 1,2 millones, y se autofinancia básicamente de las tasas que pagan las empresas, que van de los 300 a los 3.000 euros anuales.

El presidente del CCPAE, Dani Valls, apunta que la pérdida de la subvención provocará que se dejen de realizar las tareas de promoción del sector ecológico y también se suprimirán las bonificaciones de las tasas a productores noveles, como Gil y Roger.

El consumo de los productos ecológicos también crece, a pesar de la crisis. La feria Biocultura, el evento de referencia para el sector y que sirve de termómetro para medir su buen estado de salud, se celebró la semana pasada en Barcelona con un aumento de expositores y asistentes. Los nuevos consumidores son principalmente madres que se introducen en este mercado por sus bebés, apunta la presidenta de la asociación Vida Sana, organizadora de la feria, Ángeles Parra, quien añade que el perfil de consumidor es “una mujer de entre 35 y 55 años con un nivel sociocultural alto, pero que no tiene por qué tener un alto nivel adquisitivo”. Silvio Elías, director general de Veritas (principal cadena de tiendas bio) atribuye el aumento de ventas a que “el consumidor encuentra más fácilmente los productos ecológicos, porque las tiendas convencionales los están incorporando”. Elías rechaza que estos artículos sean caros —la principal crítica que se les hace— y apuntan que la cuestión es priorizar los gastos. “Hay que invertir más en la cesta de la compra, porque realmente lo que compras es salud”, sentencia Parra.

Para seguir creciendo, el sector no pide subvenciones (aunque tampoco les hacen feos), pero piden “políticas” para promocionarlo. Como ejemplo, piden a la Generalitat que establezca un porcentaje obligatorio de alimentos ecológicos en los comedores de las escuelas. A pesar de los recortes de las ayudas, el Departamento de Agricultura reafirma su apoyo a este campo y el próximo jueves presentará el nuevo Plan de Producción Agraria Ecológica, que pondrá las semillas de futuro para el sector.