Yolanda Castaño, poeta: “La abnegación, la contención, el sacrificio por el trabajo están sobrevalorados”
La Premio Nacional de Poesía de 2023 publica ‘Economía y poesía: rimas internas’, donde aborda el tema de la precariedad impuesta sobre el oficio de la escritura
Premio Nacional de Poesía de 2023, Yolanda Castaño (Santiago de Compostela, 1977) presenta Economía y poesía: rimas internas (Páginas de Espuma), un poemario traducido del gallego al castellano por Ana Varela donde aborda el tema de la precaried...
Premio Nacional de Poesía de 2023, Yolanda Castaño (Santiago de Compostela, 1977) presenta Economía y poesía: rimas internas (Páginas de Espuma), un poemario traducido del gallego al castellano por Ana Varela donde aborda el tema de la precariedad impuesta sobre el oficio de la escritura.
Poesía y precariedad caminan juntos en su nuevo libro. ¿Habrá manera de separarlos algún día? Si decido dedicarme a hacer tapetes de ganchillo, puedo asumir que se venderán poco, pero no que se vendan gratis. Tampoco el arte ni la poesía caen del cielo: salen de un esfuerzo humano que, si debe convivir en el mismo sistema económico que el resto de trabajadores/as, es justo que reciba la misma moneda y no solo las simbólicas.
¿Cuándo supo que se dedicaría a la poesía? Desde muy niña sentí que sería poeta incluso si nadie diese un duro por lo que hacía. Con esa resolución avancé en la adolescencia y juventud (publiqué mi primer libro a los 17, con bastante margen para intentarlo y equivocarme) sin planear nada de lo que más tarde haría: el mundo me repetía el mantra de que ‘no se podía vivir de la poesía’, pero a veces la vida supera nuestras propias expectativas, o nos demuestra que vale la pena soñar lo imposible si los sueños son para quien los trabaja.
¿Quiénes son sus tres poetas de referencia? No podría quedarme con tres. Afortunadamente con la lectura tengo una relación bastante polimorfa, promiscua y voluble, aunque apasionada.
¿A qué hora del día prefiere escribir? O bien desayunada y con suficientes horas de sueño encima (¡y por delante!) o al atardecer, cuando cierta ensoñación lo vuelve todo un poquito más onírico y rosado.
¿Y en qué lugar prefiere hacerlo? En uno libre de connotaciones previas, que no esté asociado a otro tipo de tareas que lo contaminen. Por eso, si es en mi casa, llego a evitar mi propio despacho; y también por eso creo tanto en las residencias creativas: se escribe desde un cuerpo, y el modo en que este se relaciona con el espacio influye en la voz. Los lugares nuevos, donde no tienes un pasado, actúan como tabula rasa. Nuevas posturas y vínculos aún por establecer permiten explorar hasta nuevos acentos de tu propia voz.
¿Cuál es la mejor crítica que ha recibido? Una que no valoraba tanto mi resultado como mi proceso. De las dificultades de los comienzos en unos años noventa en donde el machismo era sistémico, transversal, normalizado y hasta prestigiado, hasta las incontables horas de trabajo del presente, 30 años más tarde.
¿Y la peor? La de quien pretendió demostrarme que el compañerismo no valía la pena.
¿Qué libro tiene ahora mismo en su mesilla de noche? Querida Beth, de Andrea Cote; Con, de Miriam Reyes y Pobreza de espíritu, de Emma Couceiro.
¿Y uno que no lograra terminar? Unos cuantos, la vida es demasiado corta como para leer por compromiso. Prefiero leer un libro malo que un libro que me aburra.
¿Cuál es la librería más bonita del mundo? A Tobeira de Oza, Azeta, Moito Conto y Berbiriana, todas en A Coruña. ¡Soy afortunada!
¿Un músico o grupo musical al que admire especialmente? Siempre he seguido la trayectoria de Björk. Más allá de eso y más diariamente, puedo escuchar de Lana del Rey a Rosalía, de Billy Elish a Nathy Peluso.
¿El disco que se llevaría a una isla desierta? El disco duro del ordenador con que trabajo. ¡Si lo pierdo entro en pánico!
¿Qué canción suena en bucle en su cabeza en este momento? El audio de Idea Vilariño recitando su poema ‘Ya no’, que puede encontrarse hasta en YouTube.
¿Cuál es la película que ha visto más veces? Debería volver a verla porque… no lo recuerdo.
Cite sus tres series favoritas de todos los tiempos. No veo series. Como trabajadora autónoma de un oficio creativo, mi ocupación ha invadido demasiado mi estilo de vida y no me permite un tiempo libre tan frecuente o regular. ¡Prometo que estoy trabajando para mejorar eso! (Es decir: parece que debo trabajar en trabajar menos).
¿Y la última que vio del tirón? La que dirigió el que es un amigo de la familia desde hace muuuchos años: Sirât.
Recomiéndenos un cómic. Sin duda el último Premio Nacional: El cuerpo de Cristo, de Bea Lema, con parte de sus ilustraciones hechas a base de bordado. Pero tampoco puedo dejar de recomendar cualquier muestra de cómic poético, esa hibridación que traslada versos a viñetas, aunque en nuestro país no sea demasiado frecuente (la autora referente seguramente sería ahí Laura Pérez Vernetti).
¿La última obra de teatro que le gustó? He conducido muchos kilómetros para ver una obra de Angélica Liddell. Y volvería a hacerlo.
¿En qué museo se quedaría a vivir? Pasaría un día divirtiéndome en el teamLab de Abu Dabi, otro en el MoMA de Nueva York, otro en la Fundación Uxío Novoneyra en la aldea de Parada do Courel (Lugo) y otra en el Musée de Cluny en París, pero siempre volvería a casa.
¿Quién es su arquitecto favorito? Me sigue encantando Álvaro Siza.
¿Cuál es su podcast de cabecera? Siempre Deforme Semanal; claro que sí. Soy una concursanta.
¿Tiene algún placer culpable en materia cultural? Supongo que habrá quien espere que mis gustos musicales suenen más rebuscados, minoritarios, comprometidos, intelectuales, sutiles o elevados, de manera que debiese percibirlos como placeres culpables. Pero no voy a hacerlo.
¿Cuál es su personaje histórico favorito? La línea femenina de mi estirpe. A otros personajes históricos todavía los conozco menos y me parecería muy aventurado encomiarlos quedándome solo con una parte. Casi todas las personas somos a la vez buenas y un desastre. A mí la mayoría me caen bien; al mismo tiempo mi confianza en el género humano es baja (la poca que me quedaba agoniza desde el genocidio en Gaza).
¿Qué trabajo no aceptaría jamás? Uno que me obligase a mentir para defender causas en las que no exactamente creo, como el de abogada o política en según qué casos.
¿Qué está socialmente sobrevalorado? La abnegación, la contención, el sacrificio por el trabajo.
¿A quién le daría el Premio Cervantes? A Xosé Luís Méndez Ferrín.
De no ser poeta, le habría gustado ser… Algún tipo de comunicadora, lo que no deja de ser algo parecido…