Diez estrategias de las élites españolas para parasitar el Estado
De los Reyes Católicos a Franco, las oligarquías dominantes han usurpado las riquezas a las clases productivas con las expropiaciones del territorio, la elusión de impuestos, la captación de subvenciones, el tráfico de esclavos y hasta el uso de la guerra para hacer negocios
Carlos Arenas, profesor de Historia e Instituciones económicas de la Universidad de Sevilla, publica El Estado pesebre (El Paseo): interesante ensayo sobre el abuso de poder y la corrupción de reyes, obispos o negreros en la España moderna y contemporánea. Sintetizamos sus principales estrategias.
Los Reyes ...
Carlos Arenas, profesor de Historia e Instituciones económicas de la Universidad de Sevilla, publica El Estado pesebre (El Paseo): interesante ensayo sobre el abuso de poder y la corrupción de reyes, obispos o negreros en la España moderna y contemporánea. Sintetizamos sus principales estrategias.
1. El Estado es cosa de ricos
Los Reyes Católicos se asentaron en el poder gracias a la venta a particulares de títulos de nobleza, jurisdicciones y cargos públicos que tenían sus regalías y, desde entonces, se configura un país en el que la cultura de la renta se impone a la de la producción o la innovación. En 1557, por una regiduría de una ciudad con voto en Cortes se pagaba entre 600 y 3.200 ducados. En el siglo XVI, el banquero genovés Nicolás de Grimaldo adquirió 630 cargos municipales en noventa municipios distintos para repartirlos entre sus familiares.
2. Paraísos fiscales interiores
Se entendía que el que había comprado un cargo a la Corona tenía vía libre para extraerle todo el provecho posible. Además de la corrupción directa, la ocultación del territorio fértil o de las cosechas era algo habitual. En los años 1477 y 1478, el arzobispo de Sevilla embarcó 192.000 fanegas de trigo sustrayéndolas al comercio local. Tras el intento fallido del marqués de la Ensenada, el gobierno surgido de la Gloriosa se propuso hacer otro catastro en 1868. En la provincia de Cádiz, casi la mitad de la superficie cultivada estaba oculta a los documentos oficiales.
3. Los impuestos son cosa de pobres
El sistema de encabezamiento permitía a la Corona desentenderse de la recaudación directa de impuestos. Se adjudicaba a cada núcleo de población una cantidad y, además de no pagar, las élites locales exprimían a las clases productivas y se quedaban la diferencia entre la cantidad prevista y la obtenida. El mayor fraude fiscal correspondió al comercio con América: cámaras ocultas, falseamiento de arqueo, sobornos a controladores, etc. El fraude llegó a afectar al 80% del comercio, con la Casa de Medina Sidonia en cabeza.
4. El negocio de la guerra
En la época imperial, los conflictos devoraban tres cuartas partes de los ingresos de la Corona. El montante total de la deuda soberana pasó de 20 a 280 millones de educados entre 1556 y 1667. El complejo militar-preindustrial estaba dirigido por las élites aristocráticas y la corrupción era algo habitual: desfalcos, fraude contable, connivencia con proveedores o la no actualización de la tropa para quedarse con las soldadas de los muertos. La caída en desgracia de Antonio Pérez, secretario de Felipe II, tuvo que ver con su defensa de una paz con Flandes frente al lobby belicista.
5. El robo organizado a los disidentes
Se calcula que 300.000 españoles fueron llevados a juicio por la Inquisición entre 1481 y 1788. Aunque no hubiera muerte, el castigo conllevaba la confiscación total o parcial de los bienes del acusado, que se transferían a los miembros del tribunal, a los funcionarios y a los delatores. En diferentes momentos, Fernando VII y el bando franquista replicaron el modelo. En Andalucía, se abrieron 11.000 expedientes de depuración tras la Guerra Civil que expropiaron alrededor de 70 millones de pesetas y miles de propiedades.
6. Patrimonio real o nacional
Es costumbre real el robar, pero los Borbones exageran, dijo Talleyrand. Fernando VII peleó con todas sus armas para que el patrimonio real no se convirtiera en nacional, una metáfora interesante. Su viuda, María Cristina, fue el epicentro de una trama corrupta que incluía especulaciones bursátiles con información privilegiada, concesiones amañadas, tráfico de esclavos e incluso la fundición de monedas de plata y oro robadas al patrimonio del Estado. En 1845, su fortuna era de 184 millones de reales. La de su bisnieto Alfonso XIII, accionista de setenta y tres empresas, pasó de 8,9 millones de pesetas en 1902 a 44 en 1931.
7. El fracaso del liberalismo
La nobleza y la Iglesia se resistieron a perder sus privilegios con la revolución liberal: control de la administración, elusión fiscal y acumulación de propiedades. En general, lo consiguieron. En 1837, se cambió la ley que obligaba a nobleza y clero a demostrar la propiedad de la tierra y pasaron a ser los ayuntamientos los que tenían que hacerlo. Las desamortizaciones posteriores acabaron beneficiando a los que ya poseían tierras, además ser una privatización de bienes públicos. En Sevilla, menos del 4% de los compradores adquirió más del 60% de las propiedades subastadas. En 1931, la Iglesia aún poseía un tercio de la riqueza inmueble de España: 11.921 propiedades rústicas y 7.828 fincas urbanas.
8. Una revolución para un rescate
En 1848, comenzó la construcción de la red ferroviaria. El Estado se excluyó como inversor, pero no como sostén o rescatador. Dos años después, sólo se había construido un 2,3% de lo convenido porque el negocio estaba en la captación de subvenciones. La compañía de la familia Rothschild contrató a trece ministros de Hacienda y tres ministros de Fomento. La crisis del 1866 tuvo efectos devastadores sobre la economía y las acciones de las compañías ferroviarias se desplomaron un 90%. Cayó el gobierno de O’Donnell. El espadón Narváez se negó al recate y, en 1868, un complot destronó a Isabel II. Estuvo liderado por el general Serrano, presidente de una compañía ferroviaria. Su gobierno sí aprobó el nuevo paquete de ayudas.
9. El negocio del Rif
En la conferencia de Algeciras de 1906, España quedó al cargo de las provincias marroquíes del Rif y Yebala. Dos años después, se constituyó la Sociedad Española de Minas del Rif cuyos propietarios eran, entre otros, Alfonso XIII, Romanones, Comillas, Godó, Urquijo o Zubiría. Élites madrileñas, barcelonesas y vascas. Entre 1909 y 1931, la aventura colonial de Marruecos para defender los negocios privados se llevó unos 5.600 millones de pesetas del presupuesto y costó la vida a 21.000 españoles. Además, dentro del ejército, se creó un partido africanista que hizo del militarismo una filosofía que acabaría triunfando en la Guerra Civil.
10. El negocio de la Guerra Civil
Para los militares africanistas, la guerra fue un negocio. Franco reunió en los tres años de guerra civil una fortuna de 34,3 millones, producto de sobresueldos, comisiones de empresas extranjeras u operaciones como la reventa de un carguero de café donado por el dictador brasileño Getulio Vargas que le proporcionó 7,5 millones. El año de su muerte, tenía participaciones en 52 empresas y 21 fincas y palacios.
El Estado pesebre. Una historia de las élites españolas
El Paseo, 2025
392 páginas, 24,95 euros