Tamara Petkévich, la joven presa que se hizo actriz en el gulag
En una prosa clara, viva y perspicaz, la autora cuenta en sus ‘Memorias de una actriz en el gulag’ su viaje por los horrores del estalinismo
Si hasta hace poco conocíamos básicamente las experiencias masculinas en los campos, tanto en el gulag soviético como en el campo de concentración nazi, el panorama ha empezado a cambiar cuando de distintas editoriales nos empezaron a llegar las voces femeninas. Hasta ahora las memorias más remarcables sobre la experiencia de las mujeres en el gulag fueron las de Margarete Buber-Neuman —la autora cuenta sus vivencias en los cam...
Si hasta hace poco conocíamos básicamente las experiencias masculinas en los campos, tanto en el gulag soviético como en el campo de concentración nazi, el panorama ha empezado a cambiar cuando de distintas editoriales nos empezaron a llegar las voces femeninas. Hasta ahora las memorias más remarcables sobre la experiencia de las mujeres en el gulag fueron las de Margarete Buber-Neuman —la autora cuenta sus vivencias en los campos de ambos totalitarismos, llegando a la conclusión que el gulag fue aún peor que los campos nazis—; de Anna Lárina, esposa de Mijaíl Bujárin, que durante su confinamiento en el gulag vio pasar por las instituciones penitenciarias una larga procesión de madres, esposas, hijas y hermanas de los bolcheviques que en su momento habían ayudado a poner en marcha los ideales de la revolución; y de Evgenia Ginzburg, quien tras 18 años de gulag examina en sus memorias su culpa por haber formado parte del aparato totalitario sin querer ver su verdadera naturaleza.
Cuando viajé a Moscú, unos años antes del comienzo de la invasión rusa de Ucrania, a entrevistar a las pocas mujeres supervivientes del gulag estalinista que todavía vivían, todos los que conocían el tema me recomendaron que me reuniera con Tamara Petkévich, una de las más conocidas exprisioneras cuyas memorias llamaron la atención en Rusia. Al final no pude verla porque esa superviviente petersburguesa, a sus 90 años, no estaba bien de salud. Y por eso me alegré al ver que su libro de memorias se había publicado en España, y además por dos eminentes editoriales como Periférica y Errata Naturae, que compartieron la traducción y la publicación de las 700 páginas que ocupan sus Memorias de una actriz en el gulag.
Al igual que en el caso de los dos libros antes citados, también Tamara Petkévich pertenecía a una de esas familias que desde su afiliación al Partido Comunista ayudaron con entusiasmo a que en Rusia triunfara la revolución bolchevique. Y como en el caso de muchas otras prisioneras, su padre fue víctima de la Gran Purga estalinista del año 1937 cuando Tamara tenía 17 años. Como hija de un “enemigo del pueblo”, años más tarde Tamara es condenada en un fraudulento juicio a siete años de trabajos forzados. En una prosa clara, viva y perspicaz, la autora cuenta su viaje por los horrores del estalinismo: “Así pues, vuelta a luchar por mi ración, a la suciedad, a las obscenidades y el miedo. Por las noches soñaba con metros cúbicos de tierra y una pala abriéndose paso a través de las capas heladas.”
Sin embargo, la autora nunca se dejaba abatir por mucho tiempo. Por eso también su libro pasa rápidamente del horror a la acción, cosa que hace que sus memorias se lean como una novela. Hasta en las condiciones más brutales, Tamara encontraba compañerismo y afinidad, y hasta amor. La amistad, la compasión y el enamoramiento es lo que más le ayudó a mantener el ánimo. Y convertirse en actriz fue decisivo. A pesar de que los espectáculos teatrales se movían en la línea de la ideología comunista, la cultura y la creación en el gulag devolvieron la humanidad a los que pudieron dedicarse a ellas. Y es que hasta durante las horas más duras del trabajo obligatorio, y en las condiciones más crueles que reinaban en las barracas, los prisioneros podían abstraerse de lo desalmado y crear su propio mundo.
Tras salir del gulag, una vez muerto Stalin, a los 40 años Tamara se puso a estudiar en la Facultad de Teatro en Leningrado. Era su manera de mantenerse fiel a sí misma.
Memorias de una actriz en el gulag
Traducción de Alexandra Rybalko Tokarenko
Periférica & Errata naturae, 2023
704 páginas, 28 euros
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