Sustancias ilegales y otras historias warholianas
El libro de Jean-Noël Liaut fluye bien, pero renuncia a la verdad sobre el artista pues escarba más en el círculo del Andy Warhol celebridad que en su entorno íntimo
Nunca dejará de asombrarme la curiosidad incombustible que Andy Warhol sigue despertando 35 años después de su muerte. Pasan las décadas y aparecen nuevos proyectos donde se apilan las conjeturas: quién habitaba tras la máquina que Warhol, dijo, aspiraba a ser, entre adeptos y sustancias ilegales. Uno de los últimos trabajos, muy consistente, es la serie documental de Ryan Murphy, maestro en las ambientaciones de los setenta y ochenta del XX ...
Nunca dejará de asombrarme la curiosidad incombustible que Andy Warhol sigue despertando 35 años después de su muerte. Pasan las décadas y aparecen nuevos proyectos donde se apilan las conjeturas: quién habitaba tras la máquina que Warhol, dijo, aspiraba a ser, entre adeptos y sustancias ilegales. Uno de los últimos trabajos, muy consistente, es la serie documental de Ryan Murphy, maestro en las ambientaciones de los setenta y ochenta del XX neoyorquinos —Pose y Halston, entre otras—. The Andy Warhol Diaries (2022) parte de los controvertidos diarios editados por Pat Hackett —publicados un año y pico después de la muerte de Warhol— y plantea un intento, muy “biográfico”, igual que los diarios en los cuales se basa, de recomponer la “verdad”, aunque todos sepamos ya que tal cosa no existe de partida, que se recuerda lo que se puede recordar. Nuestros recuerdos están siempre “editados”. Es impresionante la variedad de personajes que presenta la serie, relaciones personales y profesionales o expertos en la producción de Warhol. La puesta en escena libra al artista de su sambenito de celebridad sin más, pero la misma pregunta sobrevuela la trama: ¿mantuvo Warhol relaciones sexuales, fortuitas o con sus parejas, pese a su fama de asexual en aquel Nueva York hipersexualizado?
No deja de ser extraño que en este mundo queer —el cultural al menos—, muy impregnado por los presupuestos de la comunidad LGTBI+, sigan intrigando tanto la homosexualidad y la asexualidad de Andy Warhol. Es más, incluso entendiendo que es también una celebridad —el codificador del concepto en términos contemporáneos, diría—, me parece extravagante que no valga para él lo que se repite para el resto de los grandes artistas: la vida personal no debe confundirse con la obra. ¿O será acaso que, para muchos de los que rebuscan en su biografía, Warhol no es ese gran artista? ¿Será que años después de su muerte Warhol sigue siendo un simple agitador cultural?
Es la sensación que he tenido —a ratos— durante la lectura de Andy Warhol de Jean-Nöel Liaut, por otro lado magníficamente escrito, lleno de historias y personajes fascinantes, casi una novela china que necesita un árbol genealógico para los legos al final del volumen. Su lectura es hipnótica, al menos la primera parte, más potente que la segunda, donde la escritura desvela una extraña urgencia por acabar el relato.
En cualquier caso, si el libro se lee como una simple novela no surgen dudas, al menos para mí. No obstante, al leerlo como el autor espera que lo hagamos, una biografía a partir de historia oral, tengo la sensación de que Liaut ha elegido a algunos de sus entrevistados en un círculo más próximo al Warhol celebridad —Rochas, Pierre Bergé, Agnelli…— a pesar de sus conversaciones con Stuart Preston, antiguo crítico de The New York Times. En este ejercicio de historia oral, tan a la moda en la biografía hoy siguiendo el trabajo de los etnógrafos, llaman poderosamente la atención ciertas ausencias de voces muy próximas a Warhol —Makos, Vincent Fremont, la propia Hackett…— o los amigos y familia de sus presuntas parejas, presentes en el trabajo de Ryan Murphy. Pocos de su círculo más íntimo a lo largo del tiempo aparecen entre los testimonios, un hecho curioso pues, incluso tratándose de personas a menudo entrevistadas, Liaut hubiera podido mostrar su pericia etnográfica para obtener nuevas e inesperadas informaciones.
En una época en que el mundo se metía de todo, se deduce en las páginas de Liaut también, ¿cuánta fiabilidad se puede otorgar a los recuerdos entre las sustancias ilegales?
Pese a todo, lo que causa desasosiego es el excesivo protagonismo otorgado a algunas de sus fuentes, en especial a Ultra Violet, a la cual reconoce la impronta incluso en la introducción al libro. Tras ese testimonio reiterado, Warhol no sale airoso entre una señora Warhola un poco beoda —porque el hijo se avergüenza de ella— y unos colaboradores enfurruñadísimos. Mucho riesgo fiar tanto la “verdad” a una colaboradora del laberinto Warhol, me parece. Quedó claro en la selección de testimonios de Patrick Smith en Warhol. Conversations about the Artist —publicado en 1988— que buena parte de los pobladores de la Factory le guardaban cierto rencor, quizás porque —comentó alguien— le necesitaban demasiado al ser unos mediocres. A su vez él los necesitaba por el mismo motivo. Además, en una época en que el mundo se metía de todo, se deduce en las páginas de Liaut también, ¿cuánta fiabilidad se puede otorgar a los recuerdos entre las sustancias ilegales?
El Warhol descrito se hace, así, bastante antipático y vampírico —eso da igual—. Lo peor es que a ratos se hace previsible, obsesionado por la fama y a medida que se desarrolla el libro se echan de menos más sorpresas de las que parecen anunciar los primeros capítulos. Sin embargo, es muy interesante la reflexión a propósito de los Velvet —si bien el uso y abuso de una Nico impuesta parezca manido como patrón warholiano—. Es muy lúcida la restitución de Warhol director de cine, incluso de esas películas que se suelen atribuir a otros. Este es el Warhol que el biógrafo parece preferir. El otro, el visual, termina por tener cierto regusto a producto de consumo.
Pese a todo, tal vez lo que comento frente a este libro valga para el resto de intentos de escribir una biografía de Andy Warhol. Cada tentativa está condenada al fracaso. Mejor abandonarse a una novela que no aspire a la “verdad” biográfica —de eso supo mucho Barthes—. De modo que si me preguntan si deben leer el libro, les diré que sí: fluye bien. Si esperan aprender alguna “verdad” excitante sobre Warhol, mi respuesta será menos optimista, pero al fin y cabo —lo hubiera podido decir Warhol— la “verdad” está sobrevalorada. Igual que las biografías impecables.
Andy Warhol
Autor: Jean-Noël Liaut.
Traducción: Jordi Giménez Samanes.
Editorial: Arpa, 2022.
Formato: tapa blanda (352 páginas. 21,90 euros) y e-book (12,99 euros).
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