Angel Olsen encuentra la luz
La artista estadounidense habla de la muerte de sus padres, y de la forma en que ha encontrado la paz, y de escuchar a Stevie Nicks, y de crear un nuevo sonido que le debe mucho al country folk de los setenta
Desde la terraza puede verse el mar. También un puñado de palmeras, y la pista de tenis que hay dentro del recinto en el que se encuentra su apartamento. Su apartamento es un apartamento de alquiler porque Angel Olsen (San Luis, Misuri, 35 años) está estos días lejos de su casa en Asheville (Carolina del Norte), lo que quiere decir que está lejos de su gata Violet. “Estamos ensayando aquí”, dice. Aquí es Los Ángeles. Cuando O...
Desde la terraza puede verse el mar. También un puñado de palmeras, y la pista de tenis que hay dentro del recinto en el que se encuentra su apartamento. Su apartamento es un apartamento de alquiler porque Angel Olsen (San Luis, Misuri, 35 años) está estos días lejos de su casa en Asheville (Carolina del Norte), lo que quiere decir que está lejos de su gata Violet. “Estamos ensayando aquí”, dice. Aquí es Los Ángeles. Cuando Olsen descuelga la videollamada queda algo más de una semana para el lanzamiento de su sexto álbum, Big Time (Jagjaguwar / Everlasting, 2022), que suena a una personalísima americana, a una suerte de country folk de raíz setentera altamente luminoso. “Oh, sí, durante la pandemia escuché mucho a Stevie Nicks. Escuché sus discos country, y un montón de otros discos de los setenta, J. J. Cale y cosas así”, dice.
Simplemente le apeteció. “No podía soportar nada que sonase mínimamente oscuro”, dice a continuación. No tarda en recordar que hace un año que perdió a sus padres. “Es curioso, las canciones de este álbum las escribí antes de que murieran, pero de alguna forma condensan lo que pienso desde entonces. Que hay que apreciar las pequeñas cosas, y vivir el momento”, asegura. Sus padres siempre fueron mayores. La adoptaron cuando tenía tres años. En casa eran ocho. Desde pequeña estuvo obsesionada por cómo debía haber sido su infancia. Llegó a investigar cómo era la vida en los treinta y en los cincuenta. Por entonces ya quería ser una estrella del pop. Aunque luego llegó al instituto y decidió que le gustaba infinitamente más el punk rock. Empezó a tocar la guitarra y el piano. Se metió en una banda que, dice, sonaba a lo que entonces hacían No Doubt.
Su meteórica y brillantísima carrera —seis discos únicos, de un sonido hipnótico y mutante: en apenas 10 años ha pasado de cantautora a estrella indie mundial de profundo y majestuoso calado, con discos como My Woman (2016) y All Mirrors (2019) a la cabeza de una producción con aspecto de animal salvaje y dolorosamente bello— empezó entre bambalinas: figuraba como voz de apoyo del prolífico e imparable Bonnie Prince Billy. Pero Half Way Home (2012), su primer disparo, la colocó al frente de un algo que estaba por formarse, un songwriterismo femenino de profundísimas raíces en universos propios que orbitaban únicamente alrededor de sí mismos, y en el que también militan Phoebe Bridgers, Lucy Dacus y Julien Baker. Aunque fue ella, en algún sentido, la que abrió ese camino. “Sí, es cierto, el disco es luminoso. Porque creo que soy otra”, dice.
“Tenemos que vivir cada momento como si fuera el último. Nada es tan horrible como parece. Porque nada es definitivo. Todo puede cambiarse”
¿En qué sentido es otra? “He madurado. No sé, tengo 35 años. Soy infinitamente más consciente de que la muerte está ahí, en algún lugar, y de que tenemos que vivir cada momento como si fuera el último. Nada es tan horrible como parece. Porque nada es definitivo. Todo puede cambiarse”, contesta. ¿Y es eso consecuencia de la pandemia? “En parte, sí. Y en parte también, creo, tiene que ver con hacerse mayor, ser consciente de lo que tienes y de lo que vas a perder”, añade. Sueña mucho, dice a continuación. “Y anoto mis sueños. Siempre me avisan de cosas. Es fascinante. Ahora que estoy con la banda, sueño a menudo que llego al estudio y no hay nadie. O que no puedo oírlos. Tengo miedo porque todo es nuevo”, dice. Hay una canción en el álbum titulada ‘Dream Thing’ en la que narra un sueño real, y una discusión que dura 25 años.
“Soñé con alguien que hacía mucho que no veía y estaba ahí, ante mí, mucho después, y yo lo recordaba como había sido entonces, pero ya no era la misma persona, ¿y adónde había ido aquel otro él? La canción habla de ese otro tú que sigue viviendo en la cabeza de los demás si no vuelven a verte”, cuenta. Sus canciones son a veces pequeños relatos, poemas. ¿Lectora voraz? “Quiero creer que sí”, contesta. “Y también escribo cosas que no son canciones. He escrito mucho últimamente. Me encantó Segunda casa, de Rachel Cusk. Me gusta muchísimo Joan Didion. En general, toda la literatura que parte de un monólogo interior me fascina”, dice. Aunque insiste en que los sueños tienden a ser el material principal de sus canciones. “Creo que es la forma en que me comunico con mi inconsciente”, asegura. De niña le encantaba irse a dormir porque podía soñar.
Angel Olsen
Jagjaguwar /Everlasting
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