Los usos futuros del hormigón
Cuestionado por su impacto climático, el cemento nació siendo sinónimo de progreso. Arquitectos y fabricantes se plantean cómo hacerlo sostenible
Aunque había estudiado en la Sorbona y era nieto de banqueros suizos, Jean-Luc Godard compró su primera cámara con el sueldo que ganó trabajando como albañil en la presa de gravedad más alta del mundo, la Grande Dixence, en Suiza. Allí, fascinado por la capacidad de transformación de un material que es a la vez líquido y sólido, rotundo y maleable, filmó su primera película: Opération ‘Béton’ (1955). El corto documental narra la dureza del trabajo de los obreros, retrata también la fascinación por un material par...
Aunque había estudiado en la Sorbona y era nieto de banqueros suizos, Jean-Luc Godard compró su primera cámara con el sueldo que ganó trabajando como albañil en la presa de gravedad más alta del mundo, la Grande Dixence, en Suiza. Allí, fascinado por la capacidad de transformación de un material que es a la vez líquido y sólido, rotundo y maleable, filmó su primera película: Opération ‘Béton’ (1955). El corto documental narra la dureza del trabajo de los obreros, retrata también la fascinación por un material paradójico que muta y advierte del sueño de redibujar con él la geografía del planeta. Por entonces, el hormigón parecía tener la llave del futuro. Hoy es un material en crisis.
Cuestionado por su impacto en el medio ambiente, fue, hasta no hace tanto, entendido como sinónimo de progreso. Con orígenes en el opus caementicium romano —que mezclaba mortero, empleaba guijarros y reciclaba desechos de cerámica—, se convirtió en sustancia de futuro en el siglo XIX. Facilitó el desarrollo de una ingeniería de puentes, presas, túneles y oleoductos de escala planetaria. También de la arquitectura que parecía llegar al fondo de la tierra y de la que ambicionaba rascar el cielo. Oculto o expuesto, monolítico o en combinación con otros recursos, el material de la modernidad se ha pasado la vida reinventándose. ¿Cómo va a ser capaz de transformarse ahora que ha pasado de asociarse con la construcción del mundo a acelerar su destrucción?
Es un material preciso e internacional: ningún rincón del mundo ha quedado ajeno a su huella
De cara al otoño, el Tenerife Espacio de las Artes (TEA) prepara una exposición que indagará en los usos del cemento en el arte contemporáneo para reflejar “procesos de quiebra social y reforzamiento del capital”. Mientras, en Basilea, el Museo Suizo de Arquitectura (SAM) expuso hasta hace unas semanas Beton, una muestra sobre la historia del material que transformó la arquitectura suiza y, por tanto, el paisaje alpino durante casi dos siglos. Ilustrando la importancia que tuvo para desarrollar el mundo de las energías —hidroeléctrica o nuclear— y su consecuente capacidad para cambiar la forma del territorio, la exposición recreaba las posibilidades, aparentemente infinitas, de un material que transformó el planeta. El hormigón es también clave para la prefabricación y, por tanto, para acortar los tiempos de construcción y con ellos su coste. Es un material preciso e internacional: ningún rincón del mundo ha quedado ajeno a su huella. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que sus fortalezas pueden convertirse en sus flaquezas. ¿Qué hacer para aprovechar todo el potencial evitando sus ahora conocidas nocivas consecuencias?
La mayor cementera del mundo nació precisamente en Suiza. La empresa Holcim ha contribuido a sufragar la investigación de este viaje por la historia del hormigón que retrata su transformación de fenómeno cultural a preocupación medioambiental. Fue la feliz relación del hormigón con la rapidez y el bajo coste económico lo que fomentó su popularidad. Aun así, ¿cuál es el coste medioambiental y energético de utilizarlo? ¿Cómo altera el hormigón el paisaje? Y, sobre todo, ¿cuánto hormigón puede soportar el mundo ahora que el planeta se construye mayoritariamente con hormigón? El ingeniero español Edelio Bermejo, formado en París, está al mando del departamento de innovación de la empresa. Este hijo de inmigrantes que creció en la carnicería de sus padres explica “la revolución” que han ido desarrollando con universidades internacionales. “Se trata de transformar, una vez más, el hormigón, no de hacerlo desaparecer”, explica. Con la Universidad de Purdue, en Indiana, están desarrollando un hormigón magnético con recarga de inducción. Es decir, capaz de acumular la energía que desprende el rozamiento de los coches para acumularla y reutilizarla. En Barcelona se ha aplicado Hydromedia, un hormigón de efecto esponja capaz de absorber el agua que rebaja la temperatura del suelo en verano y evita, con el drenaje, inundaciones. Bermejo explica que investigan también un material marino bioactivo para permitir la biodiversidad, pero ese es todavía un proyecto en fase de investigación.
Existen en el mercado hormigones que contribuyen a limpiar el medio ambiente. La firma italiana Italcementi lanzó en 2014 uno capaz de limpiar el aire por un efecto osmótico que absorbía el CO2. Fue empleado en el pabellón Palazzo Italia que construyeron Nemesi & Partners en Milán. En esa ciudad, la nueva sede de CAP, actualmente en construcción, emplea un 35% menos de hormigón para una fachada levantada con el nuevo material EcoPact. The Spheres, un espacio público en Seattle, se construyó reduciendo al 80% la huella de carbono con hormigón ECOPlanet.
Conseguir que sea reciclable y producirlo con pocas emisiones son los actuales retos científicos
La revolución del hormigón la anuncian los cambios de nombre. Completado con recursos locales, ninguno es igual. Ahora la diversidad la marca el grado de sostenibilidad. La multinacional mexicana Cemex lanzó una gama de cementos, hormigones y morteros con una huella de carbono hasta un 70% inferior al producto tradicional. En Torrejón de Ardoz construyen un edificio de viviendas con Vertua Plus, un tipo que reduce las emisiones de entre un 50% y un 70%. Esta cementera tiene una hoja de ruta para alcanzar el hormigón con cero emisiones en 2050. Bermejo razona que el hormigón representa solo un 5% del coste de los edificios que lo emplean como principal material. Y que existen diversas maneras de transformarlo en un material sostenible. Por ejemplo, añadiendo agregados reciclables del lugar para reducir también la huella de carbono del transporte.
Conseguir que sea totalmente reciclable y producirlo con pocas emisiones son los grandes retos del hormigón posmoderno. La combinación del cemento con la geometría para aumentar su resistencia o la posibilidad de descontaminar y de acumular energía son logros que solo pueden contar a partir de una base sostenible. Optimista, Bermejo habla de transformarlo en un material verde: el hormigón verde reduciría su huella en el planeta sin renunciar a todas las ventajas que lo convirtieron en el material abanderado de la modernidad.
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