‘Realidad’ abre una puerta a la dimensión del saber presocrático
El filósofo Peter Kingsley se adentra con las maneras del gurú en los aspectos más sumergidos de la cultura helenística y se acerca de manera casi existencial a las vidas de sus protagonistas
Una lectura atenta y desnuda de los fragmentos presocráticos desvela, sin que quepan muchas dudas, que nos hallamos en un universo de sectas iniciáticas, donde cada maestro tiene su manera de gestionar la verdad. Como lo que acabo de decir es una evidencia, hubo una larga época en la que tanto el helenismo como la historia antigua prestaron más atención al pensamiento filosófico de los presocráticos (a su urdimbre lógica, lingüística y metafísica) que a las circunstancias que lo determinaron, vindicando en ellos la irrupción de un logos de las profundidades, que se iba desarrollando al margen ...
Una lectura atenta y desnuda de los fragmentos presocráticos desvela, sin que quepan muchas dudas, que nos hallamos en un universo de sectas iniciáticas, donde cada maestro tiene su manera de gestionar la verdad. Como lo que acabo de decir es una evidencia, hubo una larga época en la que tanto el helenismo como la historia antigua prestaron más atención al pensamiento filosófico de los presocráticos (a su urdimbre lógica, lingüística y metafísica) que a las circunstancias que lo determinaron, vindicando en ellos la irrupción de un logos de las profundidades, que se iba desarrollando al margen de la religión oficial, y que podía ya entenderse como sabiduría laica, pues era un razonar que evitaba la mediación directa de los mitos, aunque recurriera a disciplinas salutíferas, a ciertos ritos, y por descontado a la palabra del maestro.
Pero desde hace algún tiempo se trata de decir lo contrario: que el mundo de los presocráticos era un ámbito de verdades reveladas y de pensamiento mágico, donde a través de operaciones filosóficas y herméticas, el amante del saber intentaba llegar a la revelación de su propio ser y del ser del universo: a la epifanía de lo que subyace, sustenta y penetra, a la iluminación de la esencia, de lo más existente, que sería también el desvelamiento de lo más real. En su ensayo Realidad, Kingsley nos abre las puertas de una dimensión normalmente evitada por los racionalistas y, ahora, es uno de los representantes de la tendencia de convertir el ensayo en un artefacto literario más que filosófico. Nos cuentan la novela del saber, más que el saber mismo. Kingsley trata al lector de tú, con una familiaridad que quiere ser entrañable, y los presocráticos son designados como “los padres fundadores”. Kingsley sabe adentrarnos con “astucia” narrativa y meticulosa lírica en los aspectos más sumergidos de la cultura presocrática, acercándonos de manera casi existencial a las vidas de sus protagonistas. El libro es pródigo en iluminaciones sobre un mundo donde aún quedaban huellas chamánicas en el ejercicio del saber, pero malogra en parte su aventura con el recurso a expresiones que avergüenzan como “árbol cósmico”, “unidad cósmica”, “raíces cósmicas”, que ya no pueden ser utilizadas por lo mucho que han sido desgastadas por la subcultura orientalista. Kingsley quiere establecer con el lector una dialéctica presocrática, pero cuando su escritura se desliza hacia “la filosofía sideral” solo consigue parecer un gurú que abusa del tono enternecedor y pedagógico. La obra quiere ser el desvelamiento de los presocráticos y la reparación de un olvido. Habéis olvidado quiénes eran de verdad aquellos sabios, y ahora yo os lo recuerdo, viene a decir Kingsley, por eso asombra que apenas mencione a Heidegger, que fue el primer pensador de nuestro tiempo que supo denunciar de forma exhaustiva el olvido de la cuestión del ser tal como la habían planteado los presocráticos.
Los reparos no evitan que Kingsley narre con intensidad y aliento los fenómenos que rodearon el nacimiento del pensamiento occidental, si bien no explora lo suficiente el sistema de vasos comunicantes en el que entraron las culturas de la Antigüedad a través de rutas comerciales mucho más lejanas que las que señala. Su libro ilumina Grecia, pero en ningún momento alcanza a ver qué luces ajenas a la Hélade hicieron posible el sueño griego y el pensamiento de los presocráticos. Quedémonos con sus aciertos, numerosos, y con su deslumbrante empeño de convertir a los presocráticos en los mejores maestros para nuestros desventurados días. Igual está en lo cierto. Antes que él, ya lo intentó hacer García Calvo con menos embeleso, más ironía y menos éxito.
Realidad
Autor: Peter Kingsley.
Traducción: Paula Kuffer.
Editorial: Atalanta, 2021.
Formato: tapa blanda (634 páginas, 36 euros).
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