Nicos Cavadías, el poeta griego de los mares lejanos
Varias ediciones en castellano y catalán rescatan los versos del autor, un ‘Ulises’ a la inversa por su anhelo del perpetuo viaje
“Seré siempre un amante indigno e ideal / de los lejanos viajes y los mares azules / y moriré una tarde como todas las tardes / sin surcar ya la turbia línea del horizonte”. Con estos versos de Nicos Cavadías, el poeta de los mares lejanos, bien se podría introducir su figura de escritor errante, único e inclasificable, uno de los más grandes poetas griegos del siglo XX. Cavadías fue una figura a contracorriente, casi un personaje de una novela de Conrad. Nacido en Manchuria, en el año 1910, su fa...
“Seré siempre un amante indigno e ideal / de los lejanos viajes y los mares azules / y moriré una tarde como todas las tardes / sin surcar ya la turbia línea del horizonte”. Con estos versos de Nicos Cavadías, el poeta de los mares lejanos, bien se podría introducir su figura de escritor errante, único e inclasificable, uno de los más grandes poetas griegos del siglo XX. Cavadías fue una figura a contracorriente, casi un personaje de una novela de Conrad. Nacido en Manchuria, en el año 1910, su familia procedía de la isla griega de Cefalonia, en el Heptaneso jónico, y se había desplazado allá siguiendo los negocios de su padre, comerciante en los confines del imperio ruso. La vida de Cavadías fue como la de un Ulises a la inversa, que, en vez de la nostalgia por el regreso a casa, representara siempre el anhelo del perpetuo viaje. Su carácter estuvo marcado desde muy pronto por la mitificación de los grandes periplos. Cuando su familia volvió a Grecia, pasó a vivir, desde la muerte de su padre, en la megalópolis del Ática. Allí se educó, trabó amistad con jóvenes poetas y artistas y llegó a publicar sus primeros poemas sueltos bajo seudónimo. Pero su verdadera vida comienza cuando, apenas terminada la secundaria, quiso embarcarse enseguida en un barco mercante: quería evitar, sin duda, la nostalgia del mar, el “mareo en tierra firme” que evoca en su obra, y partió de El Pireo con un puesto de radiotelegrafista para surcar los océanos. Y, como los personajes de sus versos, ya pasó relativamente poco tiempo en tierra durante el resto de su vida.
En su poesía evoca las rápidas incursiones a puertos, las malas tabernas y los prostíbulos, fugaces amores de ambos sexos, enfermedades venéreas y drogas variadas
Le fascinaron Oriente, América del Sur, Australia y África, siempre vistas desde un sórdido camarote: en su poesía evoca las rápidas incursiones a los puertos, las malas tabernas y los prostíbulos, fugaces amores de ambos sexos, enfermedades venéreas y drogas variadas. Por sus versos desfila una galería de inadaptados de diversas nacionalidades que forma sus tripulaciones, que, tras rezar salmodiando en lenguas extrañas, solo hablan el idioma común del desengaño. Su figura de poeta marinero, casi un flâneur baudelaireano por puertos exóticos, está asociada al marabú, pájaro de mal agüero que da nombre a su primer poemario (1933) y que, además, se convirtió en su mote. Este libro único abre la vía a su poética inconfundible: el universo mítico de los mercantes, evocado en el verso tradicional con rima, el rítmico decapentasílabo, típico del griego desde los romances medievales. Cuando en Grecia estaban de moda las vanguardias, Cavadías se mantuvo al margen de las corrientes literarias, pero gozó del fervor del público desde aquel poemario y los dos siguientes, Calima y De través, que no suman ni un centenar de páginas.
Pese a tan breve obra poética, la huella de Cavadías ha sido enorme en la cultura griega, sobre todo gracias a las versiones musicadas de sus poemas desde los años sesenta. Se podrían citar diversos discos, pero los más populares son, sin duda, Stavrós tu Notu (La Cruz del Sur, 1979) y Grammés ton Orisondon (Líneas del Horizonte, 1991), del célebre compositor Zanos Micrúchicos, que sucedió como ministro de Cultura a Melina Mercouri en 1994, y compuso la música ya hoy indisociable de sus versos. Conque son ya varias generaciones las que conocen a los taciturnos personajes de Cavadías: el fogonero de Yibuti, el capitán Fletcher, William George Allum, el grumete en el puente en momentos de peligro, el moribundo que añora el mar o el comprador del cuchillo maldito en el zoco árabe; todos ellos han acompañado la música y los sueños de un pueblo marinero por excelencia como el griego. Pero su voz poética también evocó el mundo que le tocó vivir, desde la II Guerra Mundial y las guerras civiles española y griega a la Dictadura de los Coroneles. Tuvo una especial inclinación hacia el mundo hispánico, como se ve en dos famosos poemas dedicados a Lorca y al Che Guevara. Otros versos sobre la resistencia a la dictadura dan fe también de su compromiso político.
Algunos otros poemas, dos prosas largas y pequeños relatos conforman la obra breve pero inolvidable de este autor. Su narrativa recoge acaso con más viveza ecos autobiográficos de sus continuos viajes: solo tiene una única novela larga, La guardia, que cuenta una travesía hacia el Lejano Oriente en 1949, en plena guerra civil griega, y recoge de forma retrospectiva las tristes confesiones nocturnas de los marineros. Su novela corta Li narra la relación entre un viejo marino griego y Li, una niña china que limpia barcos en el puerto de Hong Kong: es la única de sus obras llevada al cine, por la directora franco-belga Marion Hänsel (Between the Devil and the Deep Blue Sea, 1995) y con Stephen Rea en el papel de Nicos. Tanto este personaje como el narrador en primera persona de parte de La guardia son un evidente trasunto del autor.
Este poeta griego, solitario y errabundo, pero enormemente célebre en su país, era hasta ahora un gran desconocido en el mundo hispanohablante. Si bien sus prosas estaban traducidas al castellano desde hacía 20 años, por alguna extraña razón ha habido que esperar hasta 2021 para que se publiquen, en castellano (Alianza Editorial) y catalán (Club Editor), sus famosos versos. Cavadías acaba su poema citado al comienzo, y titulado ‘Mal du départ’, con la paradoja del marino enterrado en su país.
Él mismo murió de un derrame cerebral en Atenas en 1975 y reposa en el Primer Cementerio de la ciudad: “Yo que deseé tanto que un día me enterrasen / en algún mar profundo de las Indias lejanas / tendré una muerte triste y bastante vulgar / y un entierro de esos como toda la gente”. Lo que no será nunca vulgar será su obra, que hoy se nos antoja la de un poeta de la talla de los grandes que ha dado Grecia al siglo XX, aunque mucho más aislado de su contexto. Y al fin tenemos la suerte de leerla en traducción en nuestro país.
Lecturas
La guardia
Traducción de Natividad Gálvez García
Trotalibros, 2021
264 páginas. 21,95 euros
Li
Traducción de Mercè Guitart Ribas
Funambulista, 2014
80 páginas. 10 euros
La Cruz del Sur. Poesía completa
Traducción de David Hernández de la Fuente
Alianza Editorial, 2021
192 páginas. 10,95 euros
Poemes
Traducción de Jaume Almirall (en catalán)
Club Editor, 2021
192 páginas. 18 euros
Guàrdia
Traducción de Jaume Almirall (en catalán)
Club Editor, 2021
288 páginas. 21,95 euros
Li i altres relats
Traducción de Jaume Almirall (en catalán)
Club Editor, 2021
128 páginas. 12 euros
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