Gonzalo García Pelayo: “De joven pensaba ser ingeniero y luego jesuita”

Su fama como domador de ruletas le precede, pero él se define ante todo como cineasta. También es productor musical y, desde hace un año, editor

Su fama como domador de ruletas le precede, pero Gonzalo García Pelayo (Madrid, 1947) se define ante todo como cineasta. También es productor musical (Triana, Smash…) y, desde hace un año, editor con sello propio: Serie Gong.

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Su fama como domador de ruletas le precede, pero Gonzalo García Pelayo (Madrid, 1947) se define ante todo como cineasta. También es productor musical (Triana, Smash…) y, desde hace un año, editor con sello propio: Serie Gong.

Produce música, rueda películas y edita libros, pero muchos le recuerdan más por sus peripecias en los casinos. ¿Qué faceta propia le define mejor?

Sin duda, la de director de cine es la faceta que creo que me define con un porcentaje más alto.

Ha afirmado que para usted el juego es un trabajo. ¿Es el trabajo como productor y editor un juego?

No en el sentido lúdico, sino en el sentido de apuesta. En ese sentido, todo en la vida es juego.

¿El éxito en la edición y la producción consiste en apostarlo todo a la intuición o conviene estudiar previamente la estadística?

En todo lo relativo a negocio, inversiones etc., tengo que estudiar previamente estadística, tendencias y demás. En todo lo referido a actividades artísticas, por el contrario, sólo quiero dejarme llevar por aspectos de la inteligencia emocional, por la intuición. Al tener estas actividades doble aspecto es bueno combinar ambas disciplinas aunque, a veces, una pesará más que la otra.

¿Qué le han enseñado las apuestas que no haya podido aprender de un libro?

Muchas cosas. La más importante: que la suerte tiene límites, la buena y la mala. Y a conocer esos límites. No encontré esa idea en los libros, pocos, que he conocido.

Se ha propuesto dirigir siete películas en un año. ¿Tiene alguna superstición con ese número?

Como jugador serio no tengo supersticiones. Eran las siete que tenía ganas de hacer en un primer momento. De hecho, y después de trabajar felizmente con el equipo, me surgen ganas y oportunidades de intentar algún rodaje más y en la mitad del trayecto creo que el número final puede estar entre nueve o diez en estos doce meses.

¿Cuál es la película que más veces ha visto?

Alguna de las mías como Vivir en Sevilla, de otros, quizás Vivir su vida, de Jan-Luc Godard o Qué verde era mi valle, de John Ford.

¿Y la que más ha influido en su estilo?

Muchas de muchos, pero quizás las que más Ordet y Gertrud de Theodor Dreyer.

¿Qué libro se llevó en la maleta a la India, donde se encuentra rodando?

¿Por qué la música?, de Francis Wolff, lo acabamos de editar en Serie Gong y son contundentes las referencias que tengo de él.

¿Cuál fue el libro que transformó su visión del mundo?

Don Quijote de la Mancha.

¿Y aspira usted a cambiar la visión del mundo de los otros con sus libros?

Más bien con mis películas, creo que ya hay personas más jóvenes que cambiaron su visión del amor o de su relación con las mujeres a partir de alguna de mis películas. Aspiro a que eso siga ocurriendo. En la editorial espero también que algunos libros sean inolvidables para su actuales y futuros lectores.

¿Cuál es el último disco que ha añadido a su colección personal?

Varias versiones del Gayatri, mantra indio que queremos tener en una de las películas[que está rodando] y que completan la que ya conocía de Anuradha Paudwal.

¿Qué canción le ha acompañado más veces en el último año?

Ciudad encantada, de Amancio Prada. No la produje, pero me fascina y la llevo dentro de mí.

¿La escuchó en Spotify o de un disco?

La tengo en un disco recopilado, en una colección de más de 100.000 temas que me gustaron de todos los géneros de música. Ése es mi Spotify.

¿La letra de qué canción habla de usted?

Diecinueve días y quinientas noches, de Sabina. “Me echaron del casino de Torrelodones...” Joaquín me aseguró que nunca estuvo allí. A mí una vez me echaron a empujones porque les ganaba en sus ruletas (si no me empujaban no aceptaba su invitación para salir de la sala). Que Joaquín incorporara mi historia a la suya en esa grandísima canción me hace ilusión. Muy orgulloso de esa cita que compensa con creces aquella vil afrenta que viví.

¿En qué se imaginaba trabajando de niño?

De niño, niño, no recuerdo. De joven pensaba ser ingeniero y luego jesuita. Después de ver El séptimo sello, me decanté por el cine.

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