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El franquismo final también reprimía con dureza

Un libro rescata a los más de 6.000 presos políticos condenados por Tribunal de Orden Público de la dictadura y por cuya amnistía luchó la oposición democrática

Toma de posesión del presidente del Tribunal de Orden Público, José Francisco Mateu Canovés, en 1968.EFE

El Tribunal de Orden Público, conocido por su acrónimo TOP, creado en 1963 y desaparecido el 4 de enero de 1977, un año largo después de muerto Franco, permanece todavía, como un rescoldo de la memoria, en el recuerdo de los españoles de hoy, que fueron jóvenes en los últimos años de la dictadura.

Para los nacidos en democracia, sin embargo, ese acrónimo ha dejado de tener su significado original y se le ha asociado a otros muy diversos, incluso de carácter comercial, lo que revela los aguje...

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El Tribunal de Orden Público, conocido por su acrónimo TOP, creado en 1963 y desaparecido el 4 de enero de 1977, un año largo después de muerto Franco, permanece todavía, como un rescoldo de la memoria, en el recuerdo de los españoles de hoy, que fueron jóvenes en los últimos años de la dictadura.

Para los nacidos en democracia, sin embargo, ese acrónimo ha dejado de tener su significado original y se le ha asociado a otros muy diversos, incluso de carácter comercial, lo que revela los agujeros negros que padece la memoria democrática de los españoles y la dificultad de articular una memoria común de mínimos en torno a valores democráticos y de rechazo a las imposiciones de fuerza y a la dictadura.

Juan José del Águila, con su obra El TOP. La represión de la libertad(1963-1977), segunda edición ampliada de una primera publicada en 2001, hace una aportación esencial, incluso única, a esa memoria democrática raquítica y devaluada. Desvela con datos y documentación abundante, tras alternar durante años su oficio de juez de lo social con horas de investigación en archivos históricos y judiciales, la ingente labor represora llevada a cabo por el Tribunal de Orden Público en la etapa final del régimen de Franco.

En primer lugar, pone al descubierto la burda maniobra de aquel régimen al pretender blanquear, con el ojo puesto en EEUU y Europa, la represión política que ejercía, mediante un órgano judicial formalmente incardinado en una justicia ordinaria ya de por si excepcional en una dictadura. De hecho, el nuevo Tribunal pasó a ejercer, por otros procedimientos, la misma tarea represora que desde la Guerra Civil retuvo para si la justicia militar.

Ese camuflaje no podía ocultar que el TOP era y actuó como un tribunal especial, con jueces y fiscales propios y con mejor retribución, con una policía judicial propia, la Brigada Político-Social, con competencia exclusiva en delitos de naturaleza política, con garantías procesales restringidas y un derecho de defensa limitado y condicionado a que no se le ocurriera al defensor hacer preguntas, bajo el riesgo de desacato, sobre posibles torturas o malos tratos sufridos por su defendido en los calabozos de la Brigada Político-Social.

La investigación de Juan José del Águila hace saltar también por los aires la tesis de que el franquismo fue en sus últimos años, y mientras Franco agonizaba, una dictadura paternalista y tolerante. El solo dato de la existencia de quinientos sumarios abiertos al desaparecer el TOP el 4 de enero de 1977, bastaría para mostrar la falacia de esa tesis.

El autor sufrió en su persona la represión del TOP. Primero como militante del Partido Comunista de España y después como defensor ante ese Tribunal, al oponerse a que fueran juzgadas en rebeldía, sin las mínimas garantías, dos jóvenes antifranquistas a las que defendía. A pesar de padecer cárcel como preso político en dos ocasiones, su obra no refleja atisbo alguno de victimismo.

Las 559 páginas de El TOP. La represión de la libertad (1963-1977) constituyen un almacén de datos, documentos y análisis sobre la actuación represora de este tribunal especial: 9.164 procesados identificados por su nombre y apellidos en un apéndice de la obra; 6.348 condenados por sentencia firme a un total de 11.711 años de prisión y que padecieron cárcel durante meses o años como presos políticos (varios centenares todavía estaban en la cárcel, en la madrileña de Carabanchel principalmente, cuando murió el dictador en noviembre de 1975), y 50.714 ciudadanos sufrieron molestias y presiones con citaciones o apertura de diligencias que finalmente eran archivadas. Una función del TOP, no menos importante que la de juzgar, era infundir temor y mostrar que estaba vigilante en estrecha conjunción con la policía política de la Brigada Político-Social.

La obra de Juan José del Águila también ofrece rigurosos cuadros analíticos sobre la procedencia socio-profesional, estado civil, fecha y lugar de nacimiento y edad de los represaliados por el TOP, arrojando luz sobre cuales fueron los sectores sociales -obreros, estudiantes, profesionales diversos...- más combativos de la oposición antifranquista en los últimos años de la dictadura.

Una obra, en fin, sobria en sus consideraciones y objetiva y documentada en los hechos, aunque cabe adivinar la desazón del autor al indagar en la actuación de los jueces y fiscales que sirvieron en el TOP, su capacidad de retorcer el Derecho y su falta de escrúpulos en constituirse en pieza esencial de la maquinaria represora de un régimen en cuya cúspide había un personaje que se proclamaba la Ley y la fuente de la Ley.

Si las fuerzas políticas acordaran alguna vez, por una iniciativa poco menos que milagrosa, crear algo así como un Museo de la Memoria Democrática, en el que, por ejemplo, figurara por derecho propio y en primer lugar la Constitución de 1978, Decretos Gubernativos y Acuerdos Parlamentarios sobre el reconocimiento y resarcimiento de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura, testimonios orales y documentación gráfica sobre la ardua recuperación de restos de las víctimas arrojadas en fosas comunes, El TOP La represión de la libertad (1963-1977) merecería ocupar una vitrina especial.

Su exposición quizás sirviera para recordar a los españoles de hoy, incluidos los que todavía viven a cobijo del franquismo familiar y quienes se empeñan en reavivar las cenizas del franquismo sociológico como el partido VOX, que una España que niega las libertades y persigue y encarcela a quienes pretenden ejercerlas, como la que documenta e historia la obra El TOP. La represión de la libertad (1963-1977), no es la mejor de las posibles, sino la que ha de helar el corazón del españolito que viene al mundo, en verso imperecedero de Antonio Machado.

El régimen dictatorial del que fue también víctima el gran poeta, acabaría, cuarenta años después, como empezó: reprimiendo y encarcelando a los nuevos españoles que querían libertad y democracia, con instrumentos represivos menos expeditivos que los Consejos de Guerra (aunque no renunciara a ellos en ocasiones, con pena de muerte incluida), pero igual de coactivos y lesivos, como el llamado Tribunal de Orden Público, mas conocido y recordado por sus innumerables víctimas por su acrónimo TOP.

El TOP La represión de la libertad (1963-1977). Juan Jose Del Águila. Fundación Abogados de Atocha y Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, 2021. 559 páginas. 18 euros.

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