Ryûsuke Hamaguchi: “El cine no desaparecerá, pero tampoco crecerá”
Catapultado por Cannes y Berlín, el cineasta japonés estrena ‘La ruleta de la fortuna y la fantasía’, y tiene en la carrera a los Oscar a ‘Drive My Car’, dos visiones de su pasión por el misterio, el azar y las coincidencias insólitas
Es el cineasta del año. El creador que presentó la mejor película en la pasada Berlinale (La ruleta de la fortuna y la fantasía), donde obtuvo el Gran Premio del Jurado, y la del último Cannes (Drive My Car), certamen en el que se llevó el galardón a mejor guion. Ambos trofeos supieron a poco analizadas ambas competiciones, aunque a Ryûsuke Hamaguchi (Kanagawa, 42 añ...
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Es el cineasta del año. El creador que presentó la mejor película en la pasada Berlinale (La ruleta de la fortuna y la fantasía), donde obtuvo el Gran Premio del Jurado, y la del último Cannes (Drive My Car), certamen en el que se llevó el galardón a mejor guion. Ambos trofeos supieron a poco analizadas ambas competiciones, aunque a Ryûsuke Hamaguchi (Kanagawa, 42 años) el debate le provoca cierta risa. “Agradezco esos comentarios, de verdad, pero intento evadirme de ellos”, apunta durante el festival de San Sebastián, donde en septiembre se proyectaron ambos títulos en la sección Perlak.
Hamaguchi no es un desconocido; sin embargo, su prestigio como creador se ha catapultado en este 2021. Tras acabar los estudios universitarios, estuvo varios años dirigiendo publicidad antes de apuntarse a un programa de cine de la Universidad de las Artes de Tokio. Su película de graduación, Passion (2008), concursó en la sección de Nuevos Directores del festival de San Sebastián, y desde ese momento ha combinado largometrajes de ficción con documentales. En 2015 Happy Hours, nacida de un taller de improvisación con intérpretes no profesionales, dio la campanada en el certamen de Locarno (Suiza). En ese drama de cinco horas, que ilustra el devenir de cuatro treintañeras, se puede radiografiar el germen de sus dos últimos trabajos: improvisación, traslación del público a situaciones y lugares inesperados, misterios en las relaciones humanas y pasión por el cine de John Cassavetes (”Recuerdo la primera vez que vi Maridos, fundamental en mi carrera”, reconoce). En 2018 Asako I y II, cuya protagonista encuentra a un chico exactamente igual a su novio desaparecido dos años antes, ahondó en su gusto por las coincidencias y su influencia en las relaciones sentimentales y ya alcanzó el concurso oficial del festival de Cannes.
La ruleta de la fortuna y la fantasía está conformada por tres historias con mujeres que a través de un amor inesperado, una seducción fallida y un extraño encuentro nacido de un malentendido reflexiona sobre elecciones y arrepentimientos, sobre cómo conversaciones y hechos aparentemente banales, inesperados, cambian la vida de forma radical. “El azar es el mundo. No existiríamos sin él”, explicita. “Ahora bien, ¿cómo lo incluyes en una narración cinematográfica? Al final concluí que solo podía hacerlo con estas historias encadenadas, para que el espectador siga las pistas”.
El azar es el mundo. No existiríamos sin él”
Algo parecido, por su casualidad, le sucede al director de teatro de Drive My Car —basada en un relato corto del eterno aspirante al Nobel Haruki Murakami, que ha coescrito el guion— cuando descubre a su esposa teniendo sexo con un joven actor, y decide guardar silencio. La historia se retuerce y acabará llevando al dramaturgo a la otra punta del país y a construir un vínculo muy especial con la chófer que le transporta, que le advertirá sobre las huellas que los muertos plasman en los vivos, en los ecos que quedan en el corazón de los supervivientes. Como creador a Hamaguchi le gusta embarrarse en el misterio, creado bien por el destino, bien por los mensajes tácitos, bien por la casualidad. “Todo esto pasa”, apunta, “porque el ser humano es imperfecto, y mis personajes son profundamente humanos. Solo así encuentran lazos emocionales con el espectador”. Los temas que apasionan a Hamaguchi saltan de una película a otra: “Soy el mismo director, y aunque sean muy distintas formalmente, en ambas se asiste a mi esfuerzo por elaborar una forma de arte. También creo que el cine, como arte, ha sido siempre minoritario. No me asusta su futuro, porque no desaparecerá, aunque, no nos engañemos, no crecerá”.
Murakami, el escritor imposible de adaptar
En Drive My Car hay en pantalla una traslación casi exacta, en el método de trabajo del director de teatro con sus elencos, al sistema de colaboración de Hamaguchi con su reparto. ¿Por eso adaptó a Murakami? “En realidad, las novelas de Murakami no se pueden adaptar al cine. Es imposible. Como te plantees una adaptación literal, fracasas. La propuesta me llegó del productor, y me habló de otra novela. Me sentí incapaz, y a cambio apunté que en Drive My Car sí veía material que sentía cercano, y que sabía cómo plasmar su espíritu en una película”.
Al cineasta japonés, curiosamente, no le gusta que haya ecos de su vida privada en su obra. “No se deben mezclar, porque te alejará de la universalidad de lo contado”, antes de contradecirse en parte: “Por supuesto, todos tenemos un pasado que nos marca, y esa reflexión se ve constantemente en mis guiones. Cada día cojo el tren para ir a mi oficina, y me cruzo, por cuestión de horarios, con los mismos viajeros. Hoy ya no son unos viajeros más, sino mis conocidos. Y eso ocurre... por el azar”.
La ruleta de la fortuna y la fantasía se estrena el próximo 5 de noviembre en España; Drive My Car, la elegida por Japón para representar a este país en la carrera al Oscar a mejor Película Internacional, llegará a las salas españolas a inicios de 2022. “Su coincidencia en el tiempo ha surgido por la pandemia. No es lo mejor, desde luego. Sin embargo, mi sensación es que di a luz a unos gemelos. Ambos nacen de mi pasión por la estructura. Es lo primero que resuelvo cuando encaro un proyecto”, explica Hamaguchi. “Cuando escribo el guion surgen cosas que me pueden obligar a cambiar esa estructura, pero no suele ocurrirme. Y en montaje no altero diálogos ni situaciones. Sin embargo, filmo habitualmente la misma secuencia desde distintos ángulos, y escojo el plano en la sala de edición priorizando la expresión del actor”.
El ser humano es imperfecto, y mis personajes son profundamente humanos”
Hamaguchi ha logrado conectar también con el público occidental por su apuesta por mostrar tanto personajes femeninos como masculinos. “Sí, observando mi filmografía como un todo, tienen el mismo peso hombres y mujeres. Los trato por igual, los construyo bajo una misma regla: quererlos, comprenderlos. ¿Eso hace que mi cine sea más humanista? Muchas gracias. No es mi objetivo, aunque me gusta”. ¿Influencia de su pasión por Cassavetes? “Desde luego, y puede que sea lo único que haya heredado del cine clásico japonés, muy dado al silencio. Yo en cambio dialogo mucho mis secuencias. De los cineastas actuales me fascina Kelly Reichardt”.
En la penúltima secuencia de Drive My Car, Hamaguchi muestra una representación muy especial de Tío Vanya, de Antón Chéjov. El cineasta prefiere no explicar mucho más de ese momento, aunque, al final, responda con una frase que define y acota su obra: “¿Qué ves en pantalla? Una plasmación del misterio a través de los silencios y los extrañamientos”.
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