El humor bestia de un don nadie

Eduardo Naudín, alias Grey Trash, es nadie. No, no un don Nadie, simplemente nadie, como tantos otros nadie. En este caso, se gana la vida trabajando eficazmente en una agencia de prensa. En sus ratos libres, hace montajes de vídeos en redes sociales y los vende hasta en RTVE, pese a que se los mutilen regularmente. No le incomoda mucho porque no va de divo multitask. Hasta ahí, todo normal. Pero un día, Naudín se dio cuenta de que se aburría terriblemente en el trayecto desde su casa a la oficina y decidió escribir lo primero que...

Eduardo Naudín, alias Grey Trash, es nadie. No, no un don Nadie, simplemente nadie, como tantos otros nadie. En este caso, se gana la vida trabajando eficazmente en una agencia de prensa. En sus ratos libres, hace montajes de vídeos en redes sociales y los vende hasta en RTVE, pese a que se los mutilen regularmente. No le incomoda mucho porque no va de divo multitask. Hasta ahí, todo normal. Pero un día, Naudín se dio cuenta de que se aburría terriblemente en el trayecto desde su casa a la oficina y decidió escribir lo primero que se le viniera a la cabeza (esa es su versión, tan suya como falsa). Y de aquellos vagones repletos y tufados salió Me debes dinero (Arrebato Libros), una obrilla rara, deslumbrante. No esperen una novela. Es breve como la última raya en una fiesta, una sucesión de relatos cortos, sin conexión, presuntamente autobiográficos, pero derretidos bajo la lava de un surrealismo demoledor. Te puedes descojonar y llorar a cántaros en el mismo párrafo. Por ejemplo, con las apariciones fantasmales de Vicente del Bosque vestido de sheriff y con zapatos de tacón, o con su diatriba contra los robots, porque Eduardo, como su abuela, se declara robot-racista, aprovechando que el Gobierno de la felicidad no ha legislado aún sobre la robotofobia. Son narraciones-collage con montajes gráficos a lo Apollinaire 4.0 (es imprescindible, por eso, el libro físico). Te cuenta con crudeza un desengaño amoroso, pero sin perder de vista que ese desamor no sería el mismo si no tuviéramos casi la obligación de contarlo en Instagram o de subirlo a alguna parte etérea para que seres desvanecidos en las redes te likeen. Y todo con un humor brutal como la caída de un payaso en pleno número circense, con resultado mortal. Mitad Faemino y Cansado, mitad Hermanos Marx, sin perder la agilidad del que se escribe 25 tuits en una mañana o debe competir con 3.000 youtubers más ocurrentes o más guapos para colar su vídeo entre los más vistos. No les doy más detalles. Naudín es nadie. Su libro, algo muy serio y muy grande. Y les aseguro que yo entiendo de genios.

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