No es país para poetas subversivos
Francia celebra con discreción el bicentenario de Baudelaire, autor que nunca encajó en la categoría de gran escritor nacional
En el Panteón reposan los grandes hombres de la patria (y algunas mujeres). Entre ellos figuran Voltaire, Rousseau o Victor Hugo. El pasado otoño, un grupo de intelectuales lanzó una petición para que los restos de dos autores de perfil menos canónico, por antiburgueses y homosexuales, como Verlaine y Rimbaud fueran trasladados al templo laico de la República. Una petición que Emmanuel Macron, con potestad sobre esa exclusiva lista de invitados, ...
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En el Panteón reposan los grandes hombres de la patria (y algunas mujeres). Entre ellos figuran Voltaire, Rousseau o Victor Hugo. El pasado otoño, un grupo de intelectuales lanzó una petición para que los restos de dos autores de perfil menos canónico, por antiburgueses y homosexuales, como Verlaine y Rimbaud fueran trasladados al templo laico de la República. Una petición que Emmanuel Macron, con potestad sobre esa exclusiva lista de invitados, rechazó para no ir en contra, según dijo, de los deseos de sus descendientes, reacios a que entraran en el gran mausoleo como pareja de hecho protogay.
Nadie se acordó, sin embargo, de su principal precursor, Baudelaire, un poeta más leído y más conocido, mayor en todos los aspectos, para quien nadie ha reclamado nunca un cambio de sepultura. “Eso no sería posible. Habría desencadenado reacciones contra su misoginia, su hostilidad al progreso y a la democracia. No hay nada en Baudelaire que sea políticamente correcto según los términos actuales”, asegura Antoine Compagnon, profesor emérito del Collège de France y gran especialista francés en el poeta, a quien ha consagrado varios ensayos. “Toda celebración nacional dedicada a Baudelaire terminaría en escándalo”, añade.
Los actos de conmemoración del bicentenario del poeta en territorio francés le dan la razón. Su perfil es tirando a discreto: en el programa solo figuran una exposición en la Biblioteca Nacional de Francia y una serie de actividades, aún por precisar, en el Museo de Orsay, ambos de cara a finales de año. Nada está previsto para la efeméride real del poeta, el 9 de abril, según el Instituto de Francia, a cargo de las conmemoraciones nacionales.
La crisis sanitaria y el cierre de los museos no contribuyen a la causa, pero esa no es la única explicación. “Baudelaire nunca ha sido un escritor de consenso y, como tal, pone difícil que se le pueda celebrar”, coincide Henri Scepi, profesor de la Sorbonne Nouvelle y experto en el XIX francés, que publica La passion des images (Gallimard) coincidiendo con el bicentenario. “No es como Victor Hugo, un escritor nacional que transmite un mensaje universal. El único mensaje que puede dar Baudelaire es negativo y pesimista: que la humanidad está corroída por el mal, sin perspectiva de superación dialéctica”, añade Scepi, que recuerda que el centenario de la muerte del autor de Los miserables, en 1985, vino acompañado de una kermés nacional.
A falta de grandes actos, las editoriales francesas se dedicarán a reeditar sus clásicos. En España, Nórdica les seguirá el paso con una nueva edición bilingüe de Las flores del mal, y Ediciones del Subsuelo recupera El sadismo de Baudelaire, que reúne cuatro ensayos sobre el poeta escritos por George Blin en 1948.
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