Gentes sin paz

La chica menonita a la que los ministros de esa secta interrogan sobre “el bulto vivo que le come la juventud desde dentro”, faena que atribuyen al diablo (que planea con frecuencia por estos textos); la señora Keiko, arrodillada, en una tierra sagrada que guarda un siniestro secreto, junto a Emma, que es como si fuera su hija, “un tajo en la continuidad del tiempo”; esa mujer que tiene que explicar ante un indefinido tribunal, seguramente hostil, las razones que la llevaron a emprender “el viaje más largo” (el suyo, ya que todos sus compañeros han muerto). Estas escenas o situaciones son trag...

La chica menonita a la que los ministros de esa secta interrogan sobre “el bulto vivo que le come la juventud desde dentro”, faena que atribuyen al diablo (que planea con frecuencia por estos textos); la señora Keiko, arrodillada, en una tierra sagrada que guarda un siniestro secreto, junto a Emma, que es como si fuera su hija, “un tajo en la continuidad del tiempo”; esa mujer que tiene que explicar ante un indefinido tribunal, seguramente hostil, las razones que la llevaron a emprender “el viaje más largo” (el suyo, ya que todos sus compañeros han muerto). Estas escenas o situaciones son tragedias vivas que envenenan la vida de unos personajes que transitan desde el extravío, el error o la fatalidad hasta la necesidad final de la expiación o la reconciliación. Son protagonistas de los seis cuentos que conforman de manera coherente y feliz el libro de la escritora boliviana Giovanna Rivero (Montero, 1972), autora que ha publicado en España una novela, 98 segundos sin sombra, aunque destaca sobre todo por sus cuentos, muchos de ellos del género fantástico.

En Tierra fresca de su tumba, cada cuento recibe atenciones específicas. En el primero, un lenguaje gótico y convulso promueve oscuridad y cerrazón; en el cuarto, ‘Socorro’, un lenguaje analítico, amplio y de frases largas suscita en el lector el afán de conocer el enigma que encierra y, al mismo tiempo, la primera persona narrativa sirve a la necesaria evocación hasta llegar a la embestida final de un recuerdo insoportable. No son cuentos de terror, pero sí contienen escenas y personajes terroríficos. Lo comprobamos en ‘Piel de asno’, lleno de fatalidad y violencia y marcado por la conmovedora figura de la tía Anita, y en ‘Pez, tortuga, buitre’, una conversación entre dos patéticos y ya desahuciados personajes, la madre de un muerto y Amador, en la que este último debe dar explicaciones sobre cómo murió su compañero, náufragos los dos en una balsa. Un cuento que recompone en forma lúgubre y metafísica el mítico cuento-reportaje de García Márquez Relato de un náufrago. Todo esto y más encontrarán en este magnífico libro.

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