Viaje fotográfico por el pasado y presente de la historia
Dos libros adoptan como tema la experiencia del viaje, uno a través de Estados Unidos y otro por Europa, para ahondar en temas como el racismo y los procesos migratorios
Todo viaje de placer está hecho en gran medida de sueños. Como lo estaban los de aquellos afroamericanos que a mediados del siglo pasado celebraban con entusiasmo la construcción del sistema interestatal de carreteras de Estados Unidos: 66.000 kilómetros de nuevas carreteras en las que se desarrollaría uno de los grandes ritos de América, el road trip. Sin embargo, no todos eran bienvenidos de igual forma a esa experiencia. El camino siempre tuvo, y aún tiene, más obstáculos para los negros, dentro de un país que se proclama libre y democrático.
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Todo viaje de placer está hecho en gran medida de sueños. Como lo estaban los de aquellos afroamericanos que a mediados del siglo pasado celebraban con entusiasmo la construcción del sistema interestatal de carreteras de Estados Unidos: 66.000 kilómetros de nuevas carreteras en las que se desarrollaría uno de los grandes ritos de América, el road trip. Sin embargo, no todos eran bienvenidos de igual forma a esa experiencia. El camino siempre tuvo, y aún tiene, más obstáculos para los negros, dentro de un país que se proclama libre y democrático.
A Parallel Road (Overlapse) es el tercer fotolibro de Amani Willett (Dar es Salamm, Tanzania, 1975 ). Su reducido tamaño emula las dimensiones de The Negro Motorist Green Book, una guía publicada por Victor Hugo Green, un cartero del barrio neoyorquino de Harlem que a lo largo de tres décadas, desde 1936 a 1966, ofreció información a los afroamericanos acerca de alojamientos, restaurantes o gasolineras donde serían bien acogidos a lo largo de su periplo por carretera. “Separados pero iguales”, promulgaban entonces las llamadas leyes Jim Crow. Aquella publicación cayó en manos de Willett hace una década y se convirtió en uno de los grandes pilares de este nuevo libro. Por aquel entonces trabajaba en otro de sus proyectos, Underground Railroad, para el cual documentaba las localidades olvidadas que en su día sirvieron como paradas dentro de una red secreta de rutas que conducía a los esclavos fugitivos hacia la libertad. “Cien años más tarde la movilidad de la gente de la raza negra seguía siendo un problema”, apunta Willett, quien comenzaría a investigar sobre los lugares mencionados en el manual con la idea de fotografiarlos. Pronto se encontró con que no estaba tan interesado en los lugares en sí mismos como en la experiencia psicológica de conducir por América siendo negro.
Willett comenzó así a dar forma a su nueva publicación repitiendo una formula ya utilizada con éxito en su anterior fotolibro, The Dissapearance of Joseph Plummer, donde la historia se entrelaza con la actualidad, haciendo uso de materiales de archivo junto a sus propias imágenes, así como de la fotografía vernácula (en este caso procede de los archivos de su familia, lo que otorga al proyecto un carácter mucho más íntimo). Imágenes entre las cuales se establece un diálogo del que surgen significados que permanecían ocultos.
El libro comienza con el tono inocente y desenfadado del inicio de una feliz aventura. Sobre un fondo compuesto por mapas, los familiares del autor posan junto a sus coches. Entremedias se intercalan las coloridas ilustraciones de otros que toman un camino paralelo, los blancos. Pronto todo se tiñe de negro. Las huellas de los neumáticos en el asfalto nos alertan de lo que está por venir. El camino se ha vuelto oscuro. La realidad del sueño americano comienza a emerger. En una cuneta aparece volcado un coche. Un policía apunta su arma hacia el coche de Ryan Twyman, el joven que fue tiroteado en un aparcamiento en 2019. El muchacho, de 24 años, iba desarmado. Una pieza de un automóvil se tiñe de rojo sobre un fondo negro: hace referencia a la inseguridad, al miedo, a la violencia, y también a la muerte. Así, la carretera se torna en una representación de un trauma colectivo. Una ilustración compuesta por nombres impresos en blanco alude a las miles de víctimas afroamericanas muertas en la carretera en condiciones violentas. “Demasiadas. Tantas que han dejado de ser individuos para transformarse en una cifra”, destaca el autor. “La violencia contra los americanos negros se ha hecho más visible en esta última década gracias a las redes sociales. Todos sabíamos que existía, pero verlo en imágenes resulta distinto. Las imágenes siguen conservando cierto poder”, destaca Willett. “Esto puede ser un arma de doble filo, ya nos hemos acostumbrado a ver más imágenes de violencia explícita contra la raza negra que contra la blanca, la cual también existe. De ahí que a la hora de componer este libro me preguntaba dónde hemos de marcar una línea, dónde poner el énfasis de manera que resulté constructivo y que no resulte traumatizante para la raza negra”.
Viaje al pasado a través de las fronteras del presente
De la misma forma que A Parallel Road alude a un tema personal para abordar cuestiones universales, como lo son el racismo o la violencia, en 45 (MACK) Damian Heinisch (Zabrze, Polonia, 1968) echa mano de un episodio de la historia de su familia, al final de la Segunda Guerra Mundial, para abordar el tema de la deportación y los procesos migratorios. Un emotivo e íntimo ejercicio introspectivo, elaborado a lo largo de un viaje, que mereció el pasado año el premio First Book Award, que la editorial británica concede anualmente a autores que no han publicado previamente un libro.
Un sentido de desplazamiento, así como de continuidad, se apodera del lector desde las primeras páginas. La forma tan drástica en la que están cortadas las imágenes y su calidad granulosa contribuyen a ello. Hay elementos que se repiten: postes ferroviarios, vías, vagones, mujeres que dicen adiós desde una ventana. Sin embargo, no es hasta el final del libro cuando el lector descubre, a través un texto y una imagen a tamaño póster, que las fotografías han sido tomadas a través de la ventana de un tren.
El autor rastrea la huella de su historia familiar desde Ucrania a Oslo. Tiene como punto de partida la ciudad de Debaltzevo. Allí murió su abuelo. Deportado a un campo de prisioneros junto a miles de hombres de la Alta Silesia, como resultado de la Conferencia de Yalta, dejaba atrás a su mujer y a cuatro hijos en Gleiwitz, entonces Alemania. Durante diez meses escribió un diario con diminuta letra en un calendario. Aún se desconoce dónde está enterrado. Tras años de una dura lucha existencial agravada por el azote del desempleo, en 1978 el padre del fotógrafo decide iniciar una nueva vida en Essen, en Alemania Occidental. En compañía de su familia deja su ciudad natal (anexionada a Polonia, ahora se la conoce como Gliwice). El periplo termina en Oslo, donde hace una década el artista fijó su residencia.
El autor regresa a estos lugares en un viaje a la inversa del que finalmente se muestra el fotolibro. De Oslo a Ucrania, irá documentando el paisaje cambiante de Europa durante las cuatros estaciones del año. Una Europa que parece haber cicatrizado sus heridas. Solo en apariencia, ya que ocho meses después de finalizado el trayecto resurge en Donetsk el conflicto. A su regreso de este viaje catártico el autor da forma a la publicación. Las imágenes se aparean de forma intuitiva, con asociaciones dictadas por la memoria. Muestran paisajes urbanos a través de los cuales el autor ahonda en “el alma de los individuos” que los pueblan. “Se trata tanto de un viaje físico como de una regresión a través de la memoria”, apunta.
Cada imagen va asociada a un número que aparece en la parte inferior de la página y hace referencia a la distancia en kilómetros entre Oslo y el lugar donde fue tomada la imagen. “La idea de incorporar números surgió como una alusión a aquellos con los que se identifica a los hombres dentro de los campos de prisioneros”, señala. El título del libro también hace referencia al simbolismo que va adquiriendo el numero 45 durante el desarrollo del proyecto. En 1945 murió su abuelo y terminó la guerra. “Descubrí que en los tres desplazamientos, mi abuelo, mi padre y yo teníamos la misma edad, 45 años. Esto le dio otro vuelco al proyecto, ya que me pude identificar más con sus destinos“, añade el fotógrafo. “A pesar de que el tema del libro es muy personal, está compuesto por imágenes en las que todo el mundo se puede reconocer”. No hay ninguna referencia al tiempo en las imágenes. Inmerso en esta atemporalidad, el lector hace suya la historia.
A Parallel Road. Amani Willett. Overlapse Photobooks. 112 páginas. 24 euros.
45. Damian Heinisch. MACK Books. 190 páginas. 30 euros.