Desenterrar la identidad

Todo lo que acomete como escritor Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970) en Centroeuropa es difícil y todo lo hace espectacularmente bien. Viste lo que propone de actual (la idea de la identidad personal, la esperanza en la amistad, lo local, lo cercano o una asunción de Europa) con unas ropas tan fuera de compás que enfatiza más su mérito. La única posibilidad de que Centroeuropa no esté entre lo mejor de...

Todo lo que acomete como escritor Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970) en Centroeuropa es difícil y todo lo hace espectacularmente bien. Viste lo que propone de actual (la idea de la identidad personal, la esperanza en la amistad, lo local, lo cercano o una asunción de Europa) con unas ropas tan fuera de compás que enfatiza más su mérito. La única posibilidad de que Centroeuropa no esté entre lo mejor del año es que quien confecciona esas listas, lisa y llanamente, no se haya leído este libro fascinante y loco. Todo está explicado millones de veces, sí, pero, de tanto en tanto, hay una voz y una apuesta clarísima por la ficción y, en este caso, original y lejos de Netflix.

Prusia, principios del siglo XIX. Su protagonista, Redo, llega a un pequeño pueblo a hacerse cargo de una propiedad en la que quiere empezar una nueva vida. Será el primer campesino libre de por allí. Arrastra con él el ataúd que contiene el cadáver de su amada esposa, una española que responde al nombre de Odra. Quiere enterrarlo en la parcela de tierra que ha adquirido y en la que planea cultivar remolacha. Él es un vienés que se explica en primera persona. Lo hace dando saltos en la propia narración para no perder el hilo, para que no se le olviden cosas que le ayudan a entender y a entenderse. Redo es el extraño y trata de encajar. Lo consigue. La gente del pueblo, sea quien sea el estamento, lo acoge con prevenciones, pero, enseguida, el trato es bueno. Aquel parece ser un buen lugar para vivir. Estamos en el tránsito hacia una modernidad a través del romanticismo. Un sitio en el que Redo hará buenas alianzas y mejores amistades. Todo va saliendo según un plan prefijado. Una fuga, un enmascaramiento de un secreto y un final que sabemos feliz pero que nos imanta igual que si lo desconociéramos. Todo acontece según lo previsto hasta que cada vez que Redo mete la pala en su terreno aparece un soldado muerto y congelado de diferentes ejércitos y diferentes épocas. Eso es Europa, los muertos y los que morirán.

La narración es viva por la música literaria de su prosa nunca excesiva. Por los propios saltos de ambiente que propone su autor. Por los personajes que interrelacionan con Redo, por las aventuras del pasado y lo increíble del presente. Juega con los géneros, los mezcla, los hace suyos. Novela histórica de hechos imposibles. Novela de héroes tranquilos y sensatos, que parte no del cinismo y tremendismo de la mayoría de las miradas de la mesa de novedades. Mora consigue escribir desde la esperanza y hacia la esperanza —cuando tu identidad imanta el destino— describiendo ese mundo como una bola de cristal. El novelista trabaja muy bien el ambiente historiado, así como el lenguaje de hoy con palabras de ayer, otro prodigio del cordobés. Esta novela que se llevó el último Premio Málaga de Novela es un reloj que da todas las horas con el prodigio añadido de leernos aquí y ahora. Y consiguiéndolo con un texto fuera de modas, ansias, vanidades o complejos. De principio a fin: impecable.