Argentina importa billetes desde Brasil, Europa y China, pero los bancos ya no tienen dónde guardarlos
La inflación acelera la emisión monetaria y obliga a construir depósitos de emergencia
El valor de los billetes de Argentina está en mínimos históricos en lo que va de siglo. El de mayor denominación, de mil pesos, equivale a 4,4 dólares en el mercado oficial y poco más de dos en el paralelo. La decisión del Gobierno de Alberto Fernández de postergar la salida de billetes más grandes en una economía golpeada por una inflación del 104,3% interanual tiene cada vez más impacto en el sistema financiero. El Banco Central se...
El valor de los billetes de Argentina está en mínimos históricos en lo que va de siglo. El de mayor denominación, de mil pesos, equivale a 4,4 dólares en el mercado oficial y poco más de dos en el paralelo. La decisión del Gobierno de Alberto Fernández de postergar la salida de billetes más grandes en una economía golpeada por una inflación del 104,3% interanual tiene cada vez más impacto en el sistema financiero. El Banco Central se ha visto obligado a encargar billetes en el extranjero e importa desde Brasil, España, Francia, China y Malta por barco y por avión. Los bancos no tienen espacio suficiente en sus bóvedas de seguridad para almacenarlos: han tenido que construir nuevas e improvisar espacios como depósitos de emergencia.
La inflación galopante acelera también la emisión monetaria y agranda el problema. Según datos del Banco Central, la cantidad de billetes en circulación alcanzó en marzo la cifra récord de 9.946 millones de unidades. Casi un tercio corresponde a billetes de mil pesos, mientras que la mayoría restante se divide en billetes de 500 y de 100.
Estos últimos son los que provocan un mayor quebradero de cabeza en las entidades bancarias. El Banco Central no tiene capacidad para destruir todos los papeles en mal estado ni para guardarlos y ese rol queda a cargo de los distintos bancos. Acumulan así millones de billetes de valor casi nulo (20 centavos de dólar). En algunos casos, ni siquiera son válidos para estar en la calle. Fuentes del sector aseguran que se trata de un “problema importante” porque la situación actual “eleva los costos” de almacenamiento, de transporte y de logística.
“La situación de los billetes es un problema cuya criticidad va a en aumento, ocasionando dificultades en cuanto a la logística, capacidad edilicia y elevados costos financieros”, dice una carta que las dos mayores cámaras bancarias del país - la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) y la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba)- enviaron días atrás al Banco Central de la República Argentina.
Los bancos ponen como ejemplo el problema al que se enfrentan con los cajeros automáticos. La carga máxima estándar para cada uno de ellos es de 8.000 billetes. De llenarse sólo con billetes de mil, el dinero disponible sería de ocho millones de pesos (unos 16.000 dólares), una cantidad insuficiente para los fines de semana largos, por ejemplo. Pero se incluyen también billetes de 500 y de 100, lo que acelera la velocidad a la que se agota la capacidad de carga. Los clientes deambulan así de un cajero a otro en búsqueda de aquel que todavía no se ha vaciado o recurren a supermercados y otros locales donde también se brinda efectivo.
La oposición une fuerzas con los bancos para reclamar que se acelere la circulación del billete de 2.000 pesos anunciado ya por el Gobierno de Fernández. Pide también que se autoricen otros de mayor denominación, de 5.000 y 10.000 pesos. Referentes de la coalición Juntos por el Cambio sostienen que la razón para evitar esos billetes es que obligaría al Ejecutivo a reconocer la aceleración de la inflación y critican el gasto extra que supone para las arcas estatales insistir con los papeles de baja denominación.
Según el exdirector de la Casa de la Moneda Augusto Ardiles, “el costo de no imprimir billetes de mayor denominación en 2020 y 2021 fue de 186 millones de dólares”. Ardiles destaca que el organismo argentino responsable de la fabricación de pesos tiene mayor capacidad de producción que su par de Brasil, aun con una población cuatro veces menor, pero aún así necesita importar. “La diferencia está en que Brasil tienen denominaciones acordes a la inflación que tienen y nosotros no, y no parece que vayamos a tenerla hasta que cambiemos de Gobierno”, señaló en Twitter. Según un cálculo de la agencia Bloomberg, Argentina ha cerrado contratos de importación por 700 millones de billetes.
El fenómeno no es nuevo en Argentina y ya en 2017, bajo la presidencia de Mauricio Macri, los bancos advirtieron que no tenían espacio para almacenar billetes. Pero se ha agravado mucho desde entonces a pesar del importante aumento de las transacciones electrónicas desde la pandemia. El motivo es que una parte significativa de la economía argentina es en negro y el efectivo permite escapar del radar estatal.
Hace un mes, un hombre fue asaltado en Buenos Aires por unos ladrones que le intentaron robar la mochila en la que trasladaba siete millones de pesos argentinos (en ese momento 33.000 dólares al cambio oficial). Como él, a diario hay personas que se desplazan de un lado al otro con importantes sumas encima, ya sea para pagar el alquiler o para comprar bienes de gran valor como automóviles o inmuebles. Con billetes de tan baja denominación el volumen requerido para transportar los pesos es cada vez mayor. La alternativa es pactar y realizar las grandes transacciones en dólares.
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