El Palmeiras golea a Boca Juniors y le arrebata la Copa Libertadores femenina
Las brasileñas sellan un ascenso meteórico a las máximas categorías alzando el trofeo en su primera participación en el torneo internacional (1-4)
A veces hay historias sin villano. Este viernes, el Palmeiras ganó con justicia la final de la Copa Libertadores femenina ante Boca Juniors. Fue un 1-4 que se resolvió apenas iniciado el segundo tiempo, tras terminar el primero en tablas. Jugado en Quito, Ecuador, en un estadio semivacío donde el público local se inclinaba con diferencia a favor de las argentinas, las brasileñas consiguieron su primer trofeo internacional tras un par de años de ascenso meteórico que culminaron en su primera participación en la copa. La ilusión de ambas se notaba: corrieron toda la cancha hasta el último minuto. Al final se impuso el fútbol brasileño, dueño absoluto del continente sin importar el género, pero la alegría se puede repartir. Para Las Gladiadoras de Boca, que habían participado en seis ediciones anteriores, también fue su primera final y una consolidación en el mayor torneo sudamericano, que se ha vuelto el tormento de su par masculino en los últimos años.
El marcador se abrió apenas empezado el partido. Al minuto cuatro, Ary Borges aprovechó un error de la defensa argentina y remató al borde del área chica sin perdonarlo. El empate llegó 10 minutos después, de un pase filtrado de Vanina Prieringer que dejó sola frente a la arquera a Brisa Priori. Tras un primer tapadón, Priori siguió el balón y remató contra la red. El VAR se lo concedió dos minutos después.
Las Gladiadoras controlaron el juego durante el resto del primer tiempo, con la oportunidad más clara para dar vuelta el partido en el minuto 21. Tras un contragolpe, la capitana Yamila Rodríguez, goleadora de Boca y de la selección argentina, estrelló un remate contra el palo.
Palmeiras ingresó al segundo tiempo transformado. A los tres minutos madrugó a las argentinas con un gol de cabeza de Byanca, imposible de atajar en la esquina inferior del palo derecho. Poliana Babosa, a los 57, y Bia Zaneratto, a los 88, sellaron el resultado final.
Ambos equipos jugaban su primera final continental. Boca tuvo un camino complicado: venció por 2-1 al campeón defensor, Corinthians, en los cuartos de final, y eliminó en la tanda de penales al Deportivo Cali colombiano en las semifinales. Fue una alegría gigante para el equipo más popular de Argentina, que no celebra un título continental hace más de una década.
“Es un día maravilloso, me han hecho festejar más que el domingo”, las había felicitado el vicepresidente del club, Juan Román Riquelme, en una llamada telefónica tras las semifinales que el club difundió en redes sociales. El Boca masculino acababa de ganar la Liga Nacional unos días antes, pero entre los fanáticos boquenses todo sabe a poco frente al torneo continental que supo reinar a principios de siglo. Lo sabe mejor que nadie Riquelme, que además de directivo e ídolo del club, es líder moral de su hinchada y fue capitán del último Boca que ganó una Libertadores, allá por 2007.
El Palmeiras, en cambio, llegó invicto. Pero a diferencia de su equipo masculino, que se ha convertido en uno de los clubes más poderosos del continente alzando el trofeo en las últimas dos Libertadores, las mujeres del Verdão alcanzaron la final en su estreno. El Palmeiras femenino ha tenido un par de años brillantes tras una amargura: la filial fue reinaugurada en 2019, tras un parón de siete años que fue interrumpido cuando la Confederación Sudamericana de Fútbol exigió que todos los equipos masculinos tuvieran un par femenino y al menos una división de formación para chicas jóvenes. Ese 2019, el año de su reestreno, el Palmeiras ganó el campeonato de segunda división y logró consolidarse en la liga nacional.
No es poca cosa. En Brasil, donde el campeonato se juega oficialmente desde 2013 con la organización de la Confederación Brasileña de Fútbol, hay una hegemonía absoluta centralizada en São Paulo. Los equipos del Estado más rico del país, donde también juega el Palmeiras, han ganado nueve ediciones: cuatro del Corinthians, que también es el máximo ganador de la Libertadores, dos del Ferroviaria, que ganó la última copa continental, y otros tres repartidos entre el Santos, Río Preto y Centro Olímpico. El único equipo que les hizo frente fue el Flamengo, que juega de local en Río de Janeiro.
El centralismo también es un problema en Argentina. Boca, último campeón, lidera la tabla absoluta con 26 títulos entre el torneo amateur fundado en 1991 y el profesional, que empezó en 2019. Todos los demás campeones son equipos de Buenos Aires o su periferia. Pero las cosas están empezando a cambiar. Las Gladiadoras de Boca levantaron el trofeo el pasado 25 de septiembre en un clima histórico: de locales en La Bombonera, impusieron un récord de asistencia en el fútbol femenino nacional, con 18.000 personas en el público. La marca les duró menos de dos semanas. El 5 de octubre, el Belgrano de Córdoba (650 kilómetros al norte de la capital argentina) consiguió el ascenso a primera división frente a 28.000 espectadores. Será el primer equipo de una provincia que no está pegada a la capital en participar en el torneo. En una liga que se juega todas las semanas y se comunica en autobús, el reto les será enorme. Ni hablar si clasifican a la Libertadores.
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