Salsa Tabasco, un misterio (poco mexicano) que resolver
Ahí en donde la inspiración mexicana y el talento estadounidense se juntaron hace más de un siglo, hoy esta pequeña botellita es uno de los acompañantes infaltables en la mesa de muchas familias hispanas.
El chile mexicano, en su extensa mayoría (la cual comprende cerca de una cuarentena de variedades) tiene la fama de ser picoso en extremo, por lo que su consumo se recomienda debe ser moderado. Sin embargo, su sabor, adherencia a los alimentos y posibilidades gastronómicas es una verdad casi milenaria, que se extiende no sólo en México sino para prácticamente toda la cocina de América Latina y el mundo: las cosas con salsa saben mejor.
Y otra verdad histórica de casi dos siglos de existencia: el paladar estadounidense no suele ser muy adepto al chile demasiado picante, aunque esto ha ido cambiando con la presencia de una población hispana y asiática en el país, invitando cada vez más a enriquecer su cocina y dejarse enchilar de forma deliciosa.
¿Qué serían de nuestras papitas a la hora de ver el partido con la familia sin una buena salsita para enriquecer su sabor?, ¿un taco seco sin bañarse?, ¿los guisos sin su infaltable toque colorido y caliente? Prácticamente no existiría más de la mitad de la gastronomía hispana.
Aunque hoy ya existen ingredientes y formas de acercarnos a la fidelidad del sazón local en Estados Unidos, lo cierto es que encontrar algo cercano siempre ha sido, más o menos, un dilema por resolver. No obstante, esto ha tenido también una solución importante y gustosa, diríamos que prácticamente por error, gracias a un paliativo delicioso creado hace siglo y medio en una pequeña isla situada a 225 kilómetros de Nueva Orleans, en el sur estadounidense, inspirado en uno de los estados también sureños de México, Tabasco.
Cuenta la leyenda que Edmund McIlhenny, un heredero de minas de sal en la Isla de Avery, en en 1841, antes de la Guerra de la Secesión, conoció en Nueva Orleans a un extraño viajero recién llegado de México de nombre Gleason, quien le dio un manojo de chiles rojos para que potenciara el sabor sus guisos y comidas. Curioso y amante de la comida, Edmund plantó algunos de esos chiles en el jardín de la familia, gracias a la aceptación de su sabor, el cual era suave y adictivo, además de que le daba mucha más variedad a la cocina.
Debido a la guerra, la familia de Edmund se ve obligada a dejar sus tierras por un tiempo. A su regreso, se encontraron con un nutrido y rojizo plantío de chiles, por lo que la invitación a la exploración y experimentación dio paso a la receta de la salsa que gustó de inmediato, primero a familiares y amigos y, posteriormente, a buena parte de la población de Nueva Orleans, entonces una de las ciudades más grandes e importantes de Estados Unidos, en donde españoles, franceses y personas de diversas procedencias compartían mesa, negocios y cultura. La salsa Tabasco había nacido en 1868.
Conservando su receta original desde entonces, esta salsa famosa se sigue envasando en pequeñas botellitas con una tapa verde y contenido anaranjado intenso y brilloso originales, siendo el punto de encuentro en la mesa estadounidense. Esta salsa, confeccionada con sal, vinagre y especias como otras salsas hispanoamericanas, resulta en un sabor intenso y poderoso, pero no lo suficientemente explosiva como para alejar a los paladares estadounidenses, pero sí con un cuerpo y carácter solvente como para ser la opción alterna de los comensales hispanos deseosos de un ají, un chile acompañante o una salsa que potencie el sabor de los alimentos.
Pese a que no es mexicana, esta salsa tiene el afecto de propios y extraños, tanto que su presencia se ha incorporado con naturalidad fuera de Estados Unidos en más de cien países, e incluso ha logrado una aceptación natural en diversos países de América Latina, lo cual habla de que los diálogos culturales y culinarios siempre se dan de ida y vuelta. Lo que para algunos pareciera una herejía gastronómica, hoy es un delicioso y legendario puente entre estadounidenses e hispanos, un verdadero festejo del sabor. ¡Celebremos juntos!