Los milicianos de Maduro, fusil en mano ante Estados Unidos: “Listos para defender Venezuela”
El chavismo recluta ciudadanos sin experiencia militar entre la población ante un posible escenario de guerra
Las escenas resultan asombrosas. Mujeres y hombres, de todas las edades y condición física, zigzagueando y arrastrándose por el suelo fusil en mano. Ocultándose con rapidez detrás de montículos para evitar el fuego contrario. Apuntando y disparando con la mayor precisión posible. Cruzando un río por la superficie agarrados a una soga. Subidos a un árbol divisando el horizonte con unos prismáticos. El enemigo parece a las puertas.
El chavismo entrena estos días a la población sin experiencia militar en tácticas de guerra por si Estados Unidos, que tiene desplegada una flotilla armada en el Caribe y asegura que Nicolás Maduro es un presidente ilegítimo, diese el último paso y atacara Venezuela. Aunque un escenario bélico suena imposible para muchos, el Gobierno venezolano se ha tomado muy en serio las señales de la Casa Blanca, que ha hecho volar por los aires con misiles al menos cinco embarcaciones que han salido de las costas venezolanas y ya habla de golpear objetivos terrestres.
El nerviosismo se ha disparado entre Maduro y su guardia pretoriana. Dicen tener preparados varios millones de combatientes -una cifra imposible de verificar- y esperan sumar todavía más con estas prácticas exprés. Más de uno ha arqueado las cejas. Enfrente estaría nada más y nada menos que el ejército con la mayor potencia de fuego que haya existido nunca en la historia de la humanidad, uno capaz de rendir a Irán en una noche con el lanzamiento de las bombas no nucleares más dañinas que se conozcan. Sin embargo, Maduro y el número dos del régimen, Diosdado Cabello, e incluso el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, no han dado ninguna muestra de sumisión frente a la amenaza estadounidense y a menudo citan las experiencias bélicas de Vietnam o Afganistán como el ejemplo de que es posible resistir.
La mayoría de los que se han prestado a los entrenamientos están ligados de una manera u otra al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el partido oficialista. Los llama “un deber patriótico”, según los milicianos que han sido preguntados por este periódico. Las jornadas de entrenamiento han sido televisadas. Se han ejecutado en las zonas de Petare y Coche; o en La Guaira y Guarenas, en las cercanías de Caracas. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana ha recorrido las autopistas de Caracas con su armamento más pesado. Se ha afirmado que los entrenamientos incluirán a todos los Consejos Comunales del país. Se adiestra a civiles en orden cerrado, desmontaje de armas, prácticas de tiro, ejercicios físicos y trabajo teórico.
“No estamos aquí de juegos. No estamos aquí para estar recreándonos. Nos estamos preparando”, dijo Padrino en un acto con voluntarios civiles que se alistaron para el combate, celebrado hace poco en la céntrica avenida Bolívar de Caracas. “En el momento indicado, el pueblo pasaría a la lucha armada, centímetro a centímetro, a defender la patria, el honor nacional, la dignidad nacional”.
El ambiente que se vive en las calles, sin embargo, está todavía lejos de presentarle a la población la inminencia de un conflicto militar internacional. No es nada sencillo ir a una barriada pobre en Caracas y conseguir a cielo abierto voluntarios para ir a la guerra. El oficialismo se siente satisfecho con la respuesta de su militancia, pero el sentimiento que predomina en el grueso de la población ante lo que sucede es de distancia y expectativa. La disminución de la capacidad de movilización del chavismo es muy evidente en la Venezuela de estos días.
Se entrena sobre todo a lo que el Gobierno considera “los movimientos sociales” (la sociedad civil chavista). Junto a ellos camina la Milicia Nacional Bolivariana, un componente militar fundado por el régimen al cual pertenecen, también, muchos civiles. Los llamados movimientos sociales están integrados por agrupaciones como Futuro y Somos Venezuela; los jefes de calle de cada comunidad; los jefes de las UBCH (Unidades de Batalla Bolívar-Chávez); los integrantes más comprometidos de los Consejos Comunales; los Colectivos armados; los beneficiarios de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, Clap, o los grupos culturales afines al gobierno.
Ambas instancias han sido el puente natural entre la inquietud que tiene la cúpula cívico-militar que gobierna Venezuela ante las amenazas a la nación, y el potencial interés que tenga el común de la gente en escucharlas. A los beneficiarios de los programas sociales del Gobierno, portadores del llamado Carnet de la Patria, se les pregunta en estos días si están dispuestos a alistarse para la defensa nacional.
Aunque sean los menos, es cierto que también se han alistado ciudadanos desvinculados afectivamente del Gobierno. Se han presentado una cantidad apreciable de voluntarios en estas jornadas de preparación militar, producto del total control del mensaje público que tiene el oficialismo y de la indiscutible organización de su militancia, pero la respuesta general de la población está lejos de poder ser llamada multitudinaria.
“En Venezuela no se recluta gente. Hemos hecho llamados”, explica, parco, Rubén, activista de la urbanización Las Palmas, quien no quiso dar su apellido. “Convocas a 100 personas, se registran 15. Los vamos anotando. En cada zona de la ciudad vas pellizcando voluntarios, cuando vienes a ver, de zona en zona, tienes un grupo grande para trabajar”.
“Lista para defender a la patria de los traidores, de los vendepatria, de los que quieren violentar la soberanía de este país, que es sagrada”, afirma terminante la teniente Sara, en servicio activo, quién tampoco quiso dar su nombre completo, y quién no quiso agregar nada más “porque nosotros no tenemos que estar hablando nada con la prensa internacional”.
Varios milicianos y voluntarios enrolados en estas actividades se excusaron de declarar, afirmando que necesitaban permiso de sus superiores. “Yo no salgo a las calles a disparar ni loco si eso llegara a pasar”, murmura un vecino de la barriada de Chapellín, formalmente identificado con los programas organizativos y sociales del chavismo, y quien prefirió mantener su nombre en la reserva. Su relato es muy frecuente en los vericuetos de la sociedad nacional. “Hay muchísima gente que está trabajando con el Gobierno por necesidad. Trabajas con ellos, pero nada más. Todo es de la boca para afuera. Nadie va a salir a matarse con tantas necesidades que está pasando la gente en este país”.
Hace poco Maduro decretó el estado de Conmoción Exterior, una cláusula constitucional contemplada para este tipo de situaciones, aunque suena redundante en un contexto como en el venezolano, donde el Gobierno tiene todos los poderes a su servicio. A algunos observadores de la política venezolana sí les ha inquietado esta medida, que puede servir para aumentar la censura, achicar el poco espacio del que goza la oposición, la suspensión de garantías constitucionales o la militarización de la vida cotidiana del país.
“Lo que quieren los Estados Unidos es ponerse en nuestro petróleo, está clarito”, afirma Carlos Jiménez, uno de los tantos dirigentes de “los movimientos sociales” del chavismo en la capital, destacado en la urbanización La Florida. “Y yo digo que aquí hay dignidad, lo que dice el Gobierno de Estados Unidos es inaceptable. Nosotros tenemos la sangre de Bolívar; somos el pueblo que libertó América. Podemos tener diferencias en el debate local, pero el país, Venezuela, está primero que todo eso”.