Asegurar el presente para ganar el futuro: el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea
El retraso de la firma e inicio del proceso para la entrada en vigor temporal del acuerdo con la UE tendría implicaciones en los dos bloques, especialmente en términos de credibilidad
América Latina ha pasado por cuatro grandes etapas de integración: la etapa voluntarista que comprende los años 1950 y 1960; la revisionista que se extiende hasta los años 1990; la pragmática, que se prolonga hasta la crisis financiera de 2008; y la actual que de acuerdo con la coyuntura internacional es geopolítica, que impacta en los equilibrios económicos y comerciales.
La nueva coyuntura internacional ha sido el argumento utilizado por los expertos a la hora de afirmar por qué es posible que, finalmente, ...
América Latina ha pasado por cuatro grandes etapas de integración: la etapa voluntarista que comprende los años 1950 y 1960; la revisionista que se extiende hasta los años 1990; la pragmática, que se prolonga hasta la crisis financiera de 2008; y la actual que de acuerdo con la coyuntura internacional es geopolítica, que impacta en los equilibrios económicos y comerciales.
La nueva coyuntura internacional ha sido el argumento utilizado por los expertos a la hora de afirmar por qué es posible que, finalmente, se firme el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE).
La guerra en Ucrania y sus efectos en la UE, impulsan una mayor diversificación económica y comercial, pero también energética, lo que ha llevado a una revalorización de las relaciones con varios socios del bloque europeo a nivel global, uno de ellos es el Mercosur. Como decimos, se trata de una relación que adquiere componentes y valoraciones geopolíticas más que económicas y comerciales.
Además de la guerra y sus implicancias para el futuro de Europa, la vuelta de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y el lanzamiento de su guerra comercial, ahora de escala planetaria, fue el definitivo cambio de escenario para avanzar y convencer a los bloques de la firma del acuerdo en Montevideo en diciembre de 2024.
Desde esa fecha, todo se centró en la posible firma en diciembre de 2025, con el consenso de todos los miembros del Mercosur (por cierto, algo nada habitual en el bloque), lo que incluso ha sido defendido públicamente por los presidentes y especialmente con el compromiso de Lula, el que ha tenido conversaciones directas con el presidente Macron, el gran obstáculo que aún debe ser superado por la Comisión Europea.
Luego de algunas dudas por el golpe sufrido por la Comisión Europea tras el polémico acuerdo alcanzado con Trump, finalmente se envió el acuerdo para que el mismo sea tratado en el Consejo de la Unión Europea y, de ser aprobado, siga luego su curso en el Parlamento.
La buena noticia es que el modelo jurídico definido por la Comisión supone separar el pilar comercial del político y de cooperación, por entender que el primero es competencia supranacional de la Unión Europea. Esta definición implica que desde el lado europeo alcanza solo con su aprobación en el Consejo y el Parlamento para la puesta en vigor.
Ahora bien, el paso dado por la comisión fue complementado por la presentación de un documento que instrumenta la salvaguardia agrícola, uno de los reclamos de Macron. En ese sentido, más allá de la posibilidad de someter el acuerdo a las mayorías calificadas (donde se superaría la restricción francesa), una Comisión algo más debilitada prefiere evitar el no de Francia y busca contemplar parte de sus intereses.
Varias preguntas surgen de la adenda que se pretende incorporar al acuerdo: ¿se trata de una disposición que se instrumenta desde la Unión Europea?, ¿es una adenda que debe negociarse con el Mercosur por regular aspectos que no estaban en el capítulo de defensa comercial?, ¿supone este documento o la eventual reacción que sobre el mismo tengan los países suramericanos una reapertura de las negociaciones?, ¿es este documento suficiente para que Francia y los otros países contrarios al acuerdo acompañen la votación en el Consejo?
Si se vuelve a dar un retraso en el proceso de incorporación del acuerdo y se posterga la firma en diciembre de 2025, los impactos para el Mercosur serán de consideración. Se trata de un bloque que ha dejado en manos de esta negociación gran parte de su credibilidad internacional y los debates internos aún pendientes sobre su futuro. Cabe recordar que el Mercosur enfrenta enormes déficits a la hora de discutir sobre los avances en su agenda interna y externa, en un momento donde revisar las alianzas internacionales es clave.
Por otro lado, la apuesta de Lula ha sido muy evidente, cerrar este acuerdo con la UE tiene múltiples impactos, por un lado, los internos para Brasil y el Mercosur. Con este acuerdo, el presidente brasileño busca responder a los crecientes reclamos de la potente agroindustria brasileña en cuanto a la necesidad de acceder a nuevos mercados. En cuanto al Mercosur, avanzando con la UE posterga los intentos de Milei de abandonar el bloque o impulsar un quiebre de la política comercial común.
A nivel internacional, la firma de un acuerdo con la UE va en línea con la estrategia de Brasil de posicionarse como un líder regional que se reforzaría en el escenario global. El acuerdo con la UE y en especial los cambios de posición de Lula en cuanto al capítulo de desarrollo sostenible (su compromiso con el cambio climático), ha sido una carta de presentación de Brasil que tiene en 2025 a su cargo, nada menos que la organización de la COP30 por primera vez en una ciudad amazónica.
En definitiva, un retraso de la firma e inicio del proceso para la entrada en vigor temporal del acuerdo entre la UE y Mercosur tendría implicaciones en los dos bloques, especialmente en términos de credibilidad, pero mayormente para el Mercosur que, de no avanzar en este acuerdo podría ingresar en una nueva crisis con resultados impredecibles.
Por su parte, la UE debe dar una clara y contundente señal de integración y multilateralismo, sin pedirle permiso a Donald Trump. El acuerdo presenta en la actual coyuntura internacional ventanas de oportunidades para una mayor cooperación geopolítica, de sostenibilidad y de seguridad.
Tanto el presidente Lula -Brasil, ejerce la presidencia pro tempore de Mercosur, hasta diciembre de 2025- como los demás presidentes de Mercosur y de la presidenta de la Comisión Europea, saben lo que significaría si definitivamente no se firma el acuerdo. La imagen, como la credibilidad, podrían quedar resentidas, ya que la comunidad internacional espera el acuerdo.
La UE debe tener la firme voluntad política para firmarlo, enviando la señal de que no se encuentra fragmentada y que tiene una sola voz, si desea hacer efectiva la autonomía estratégica y de que el futuro es más Europa, no lo contrario, al igual que el fututo de Mercosur es más Mercosur y más Iberoamérica, que reforzaría las relaciones birregionales en el nuevo contexto del orden económico internacional.