La Iglesia católica venezolana tilda al Gobierno de Maduro de “autocracia cerrada”
La jerarquía católica constata un retroceso democrático y asegura que el líder chavista fue investido sin demostrar su victoria
La Conferencia Episcopal Venezolana, espacio que reúne a la jerarquía católica del país, ha emitido un documento en el cual se afirma que Venezuela “ha pasado de una autocracia hegemónica a una autocracia cerrada, con todas las consecuencias que eso lleva consigo”. Monseñor Jesús González de Zárate, arzobispo de la ciudad de Valencia, llevó la voz cantante del clero venezolano reunido en ocasión de su Asamblea Ordinaria Plenaria, donde se analizó la situación de los derechos humanos, la crisis económica y social y el retroceso democrático.
El arzobispo González de Zárate dijo además que las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio “fueron organizadas sin garantías”, agregando que los venezolanos concurrieron masivamente votar, pero que el Consejo Nacional Electoral (CNE, controlado por el chavismo) “juramentó a Nicolás Maduro sin publicar las actas y sin demostrar su victoria”. La declaración de la Iglesia Católica venezolana rompe una larga secuencia de semanas en silencio en la mayoría de los actores civiles del país, una vez Maduro impuso su victoria electoral y las autoridades del régimen desataron una agresiva escalada represiva desde finales de 2024, no vista en varias décadas.
Casi al mismo tiempo, en un acto académico, el padre Arturo Pereza, rector de la influyente Universidad Católica Andrés Bello, dijo que “no hay manera de pasar la página” sobre lo sucedido tras las elecciones presidenciales. Peraza -un moderado que ha sido criticado con frecuencia por sectores opositores radicales- matizó su afirmación, haciendo votos para que, tarde o temprano, “los venezolanos encuentren una zona razonable de negociación que les permita convivir y rearmar el modelo democrático”.
Con parte importante de la dirigencia opositora clandestina, exiliada o presa, el Gobierno de Maduro ha ido logrando posicionar la idea de la inevitabilidad de su presencia en el poder entre la población. Ha consolidado alianzas con el empresariado y ha fomentado voces minoritarias del campo democrático que se retratan a su lado y han decidido reconocer su autoridad. Los medios de comunicación privados y públicos llaman diariamente presidente a Maduro. Desde hace ya un tiempo, nunca es criticado directamente por sus decisiones o declaraciones.
Las autoridades del régimen chavista han impuesto al reconocimiento a Maduro como una condición sine qua non a actores económicos y civiles para que fluyan las relaciones con las autoridades, y ha prometido penalizar con severidad a quien promueva ese desconocimiento. Es mucho el dinero invertido en spots publicitarios promocionando la victoria de Maduro, fomentando su autoridad y prometiendo futuro.
Muy prudente en sus declaraciones en los últimos años -en ocasiones, luego de claras advertencias del chavismo- , la Iglesia Católica venezolana ha tenido en el pasado una larga lista de desencuentros con el liderazgo chavista en torno a la forma de conducir el Estado y procesar las diferencias con la oposición en el debate democrático. Hugo Chávez, en particular, acusó a varios obispos de haber conspirado contra su Gobierno en el año 2002, y llegó a llamar a monseñor Baltasar Porras, teólogo y uno de los prelados más respetados del país, “adeco (militante del partido opositor AD) con sotana”. Hugo Chávez trabajó con tenacidad para atenuar la influencia de la jerarquía eclesiástica.
La religión católica es claramente la mayoritaria en el país, y es profesada por cerca del 80% de la población, de acuerdo a varias mediciones. En las últimas décadas, los católicos, que siempre fueron más del 90% de los venezolanos, han venido perdiendo terreno frente a la irrupción de congregaciones evangélicas protestantes que han avanzado mucho en sectores populares empobrecidos urbanos.
Han sido claramente favorecidas por el Gobierno de Nicolás Maduro, quien ha escuchado sus demandas y les ha dotado de infraestructura y subsidios, y que ha organizado varios actos en el Palacio de Miraflores con pastores evangélicos que le respaldan.