Haití busca un acuerdo de mínimos para salir del caos

Partidos políticos y organizaciones sociales negocian para formar un consejo de transición que frene a las bandas criminales en medio de la desconfianza hacia las élites

El expolicía Jimmy 'Barbecue' Cherizier, y líder de una alianza de grupos armados, en Puerto Príncipe (Haití) el 11 de marzo de 2024.Ralph Tedy Erol (REUTERS)

Haití vive días cruciales, pendiente de las negociaciones que han mantenido esta semana partidos políticos y organizaciones sociales, para formar un consejo presidencial de transición que permita al país salir de la inmovilidad. Las negociaciones ocurren en medio del caos que vive la capital, Puerto Príncipe, campo de batalla de decenas de bandas criminales que campan a sus anchas por las calles. El jueves, saquearon y quemaron la casa del jefe de la Policía Nacional.

El reto es enorme. Siete coaliciones de pa...

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Haití vive días cruciales, pendiente de las negociaciones que han mantenido esta semana partidos políticos y organizaciones sociales, para formar un consejo presidencial de transición que permita al país salir de la inmovilidad. Las negociaciones ocurren en medio del caos que vive la capital, Puerto Príncipe, campo de batalla de decenas de bandas criminales que campan a sus anchas por las calles. El jueves, saquearon y quemaron la casa del jefe de la Policía Nacional.

El reto es enorme. Siete coaliciones de partidos políticos y organizaciones sociales eligen estos días a los miembros del consejo de transición, que a su vez deberá llegar a acuerdos en temas de importancia capital para la nación caribeña. Antes que nada, deberán elegir a un nuevo primer ministro interino que cerraría oficialmente la etapa de Ariel Henry al frente del Gobierno. El lunes, Henry, en el poder desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse, en julio de 2021, anunció que dejará el cargo cuando esto ocurra.

Hasta este sábado, cinco de las coaliciones habían mandado el nombre de su representante al órgano que arbitra este proceso, la Caricom o Comunidad del Caribe, la asamblea de países de la región. De las otras dos, una ha declinado participar, y la otra, Acuerdo 21 de Diciembre, que apoyó a Henry para alzarse con el poder en 2021, aguarda que sus facciones pacten finalmente un nombre, cosa que debería ocurrir antes de que acabe el fin de semana, cerrando así la primera fase de la solución.

Una vez elegido el consejo y un nuevo primer ministro, no hay problema más urgente que la situación de Puerto Príncipe y su área metropolitana. “La prioridad es generar seguridad”, argumenta Monique Clesca, parte del Acuerdo Montana, una de las siete coaliciones que eligen a los miembros del consejo, con derecho a voto. “Tenemos que hablar de seguridad y ayuda humanitaria”, añade. Clesca señala que la convocatoria de elecciones, en un contexto como el actual, es secundario. “¿Es acaso una prioridad, cuando la gente no puede salir a comprar, o los niños no pueden ir a la escuela?”, argumenta.

Las últimas dos semanas han sido especialmente difíciles en Puerto Príncipe. Las bandas criminales han dejado la ciudad prácticamente incomunicada. El 29 de febrero y los días siguientes, grupos de hombres armados atacaron de manera conjunta el aeropuerto y la Penitenciaría Nacional, liberando a prácticamente todos sus presos, más de 3.500, además de nueve instalaciones de la Policía Nacional. Seis agentes fueron asesinados en una comisaría saqueada por los bandidos, que colgaron vídeos en redes sociales vejando los cadáveres.

Envalentonado por su avance constante estos años, el crimen respondía con ferocidad —y unidad, una rareza— al último movimiento del primer ministro Henry, que había viajado a Kenia esos días a firmar un acuerdo para el envío de 1.000 policías al país caribeño, bajo el patrocinio de Naciones Unidas y la financiación de Estados Unidos. A las bandas no les gustó la idea de lidiar con una policía reforzada, a la que han golpeado con saña estos años. Con 11 millones de habitantes, Haití cuenta menos de 10.000 agentes.

El futuro

La cuestión ahora es qué piensa hacer el futuro consejo con la misión de ayuda policial, si aceptarán o no la vía keniana. Monique Clesca explica que las personas que ya han sido elegidas han estado hablando, de manera informal, sobre la hoja de ruta del organismo. “Sé que ha habido pláticas sobre la seguridad, la crisis humanitaria, la lucha contra la corrupción, la impunidad, temas de justicia”, explica.

Clesca no se muestra muy entusiasta con la misión policial de Kenia. “La supervivencia de Haití no puede depender de Kenia. Hay que ver qué decide el consejo cuando esté formado. Creo que lo de Kenia es la opción de Estados Unidos y Naciones Unidas, pero no sé si es la única para los haitianos”, señala. “Creo que habrá discusiones sobre esto. Puede que tengamos problemas, pero eso no significa que no tengamos ideas. No somos una colonia”, añade.

Chirría, en todo caso, que parte de los miembros del consejo llegarán patrocinados por partidos políticos que han señalado estos años por apoyar y alimentar a bandas criminales, caso del PHTK, partido de los expresidentes Moïse y su antecesor, Michel Martelly. No en vano, uno de los líderes criminales que más han aparecido ante la prensa estas semanas, Jimmy Cherizier, alias Barbecue, ha apoyado en el pasado al PHTK. Organizaciones de derechos humanos han denunciado que Cherizier y el PHTK trabajaron juntos en la represión de las manifestaciones contra disidentes políticos en 2018.

“Es irónico que partidos como el PHTK formen parte de un consejo que tenga como uno de sus objetivos buscar ayuda para la policía, porque el papel de cada Gobierno ha sido, precisamente, destruirla”, defiende Michael Deibert, investigador y escritor estadounidense, con varios libros publicados sobre Haití. “La colaboración con los grupos criminales es cosa de muchos gobiernos, también de Lavalas, por ejemplo”, señala, en referencia al partido del expresidente Jean-Bertrand Aristide, que gobernó en varias ocasiones el país en la última década de siglo pasado y la primera de este, hasta su salida forzada de la presidencia, en 2004.

Deibert no tiene demasiada fe en el futuro consejo presidencial de transición, precisamente por su composición. “Es decepcionante que este consejo estará poniendo mucho poder en las manos de actores que generaron la crisis. La idea de que puedan trabajar juntos es ingenua, no tienen una historia de haber trabajado bien juntos, incluso en tiempos pacíficos. El consejo no es una mejora sobre Henry”, dice. “No creo que el consejo sea el remedio para la violencia. Hay demasiados actores dentro y fuera de él con intereses múltiples”, zanja.

Además de las señaladas, otra amenaza planea sobre el futuro consejo. Se trata del exsenador Jean-Charles Moïse, cuya coalición, tenida en cuenta para su composición, declinó el ofrecimiento. Moïse ha establecido una extraña alianza con un personaje de profundos claroscuros, Guy Philippe, que cumplió una pena de cárcel en Estados Unidos por lavado de dinero y participó en el golpe contra el Gobierno de Aristide, en 2004.

Ambos rechazan la vía del consejo y han anunciado que otro comité patrocinado por ellos debería tomar el poder. Este viernes, en algunos barrios de Puerto Príncipe, varios grupos de personas marcharon con cartulinas a favor de Philippe. En los vídeos de las manifestaciones, compartidos en redes sociales, unos neumáticos ardiendo figuraban al fondo de las marchas, un símbolo de la tensión que sigue acumulándose en la capital.

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