Independencia económica para devolver la libertad a sobrevivientes de violencia de género
Dos organizaciones feministas de Puerto Rico, una isla con altas tasas de feminicidios, apuestan por la recuperación económica como vía de sanación
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Frente a una hoja en blanco, Stephanie Avilés escribió una pregunta que cambiaría el rumbo de su vida: “¿Quién soy?”. La lista de respuestas, hecha en medio de un proceso de sanación tras salir de una relación violenta, reveló algo que, hasta entonces, no había considerado: su interés por la seguridad pública y por ayudar a otras personas.
Avilés había ingresado al programa LIBERA a principios de 2019, cuando buscaba herramientas para rehacer su vida. Allí, recibió asesoría en manejo de dinero, elaboración de presupuestos, metas de estudio y proyección laboral. El acompañamiento le permitió visualizar un futuro distinto. Con el respaldo del programa, regresó a la universidad y completó un bachillerato en Seguridad Pública y Justicia Penal. Hoy, trabaja como agente del orden público, un camino profesional que jamás imaginó y que nació de aquella simple pregunta. “Este apoyo me enseñó a desaprender. Les doy las gracias porque es el amor y el empeño que le ponen a lo que hacen. Gracias a eso, me desarrollé”, recuerda Avilés, de 37 años, con una sonrisa.
Frente al alarmante aumento de feminicidios en Puerto Rico —con 47 casos registrados hasta el 31 de agosto, según el Observatorio de Equidad de Género, la isla tiene una de las mayores tasas de asesinatos por motivos de género de América Latina, solo por detrás de Honduras y Guatemala. Ante esta crisis, organizaciones feministas y de derechos humanos continúan desarrollando alianzas que ofrecen respuestas concretas.
Una de esas iniciativas es un acuerdo colaborativo entre la Casa Protegida Julia de Burgos y el Proyecto Matria, que permitirá a las mujeres participantes de Casa Julia acceder al programa LIBERA, una incubadora de microempresas enfocada en el desarrollo económico de mujeres sobrevivientes de violencia de género. El acuerdo establece capacitaciones en microemprendimiento, asesoría técnica y acceso a recursos que faciliten su independencia económica, incluyendo la posibilidad de recibir capital semilla.
El origen de LIBERA está enraizado en un principio que, para Proyecto Matria, es innegociable: los derechos humanos son indivisibles. “Uno de nuestros pilares es lograr el desarrollo pleno y el disfrute de los derechos humanos de las mujeres. Eso incluye vidas libres de violencia, pero también derechos económicos y sociales”, explica Cristina Parés, directora ejecutiva. Esa convicción llevó a que, en 2006, la organización pusiera en marcha un programa de desarrollo económico y de incubación de empresas, diseñado para acompañar a mujeres sobrevivientes en su camino hacia la libertad.
Sin embargo, con el tiempo, surgió una pregunta inevitable: ¿qué pasa después de salir de una emergencia? Desde su formación legal, Parés recuerda: “Muchas mujeres, incluso después de ganar lo legal y salir de la relación violenta, no eran recibidas por un tejido social que les permitiera un desarrollo pleno. Pensé: necesitamos que, además de salir de la relación violenta, puedan soñar y tener estructura para materializar esos sueños”. La directora ejecutiva de Proyecto Matria, Cristina Parés, participa en una actividad del programa LIBERA, enfocada en mentoría y acompañamiento a mujeres sobrevivientes de violencia de género.
Esa búsqueda de respuestas se concretó en una alianza con la Casa Protegida Julia de Burgos, referente en la atención a la emergencia. “Casa Julia salva vidas en el aquí y el ahora; Matria no tiene albergue, pero sí un modelo de desarrollo económico. Juntas, podemos dar algo más que un techo: un camino hacia la autonomía”, explica Parés.
El acuerdo contempla un Comité de Mentoría, en que las participantes presentan sus ideas de negocio para recibir retroalimentación de especialistas en distintas áreas. “Ninguna organización puede abarcarlo todo. Este acuerdo es una oportunidad dorada: esperanza para que las mujeres conecten mundos”, añade.
Hoy, LIBERA forma parte de Alquimia, un programa más amplio que combina adiestramientos, acceso a empleo y la incubación directa de proyectos. Con dos participantes a tiempo completo y dinámicas de acompañamiento individual y grupal, las participantes empiezan a construir redes de apoyo. “Parte del trabajo es crear la dinámica de Las Comadres, una red entre graduadas y participantes”, detalla Parés.
Del refugio al emprendimiento
Esa red de apoyo encontró en Casa Julia el espacio para concretarse. Desde allí, el programa empezó a atender los retos prácticos de accesibilidad y acompañamiento diario que enfrentan las mujeres. El análisis de Matria había identificado tres barreras recurrentes: falta de cuidados, tiempo y transporte, que impedían la participación plena en programas de desarrollo económico.
Casa Julia, con su equipo multidisciplinario y recursos propios, se convirtió en la aliada ideal para superarlas. El resultado fue inmediato: en el último ciclo, se graduaron 12 mujeres, más del doble de las alcanzadas en programas anteriores. “Esta se convirtió en la oportunidad idónea de juntar todos esos recursos a favor de las mujeres”, resume Lenna Ramírez, directora ejecutiva de Casa Julia. El enfoque no solo es práctico, también es humano. LIBERA se sostiene en la creación de un espacio seguro y accesible. Las participantes encuentran en Las Comadres una red de apoyo entre ellas mismas. “Ese conectar con otras, sabiendo que nuestras experiencias son muy parecidas siempre ha sido bien poderoso”, afirma Ramírez.
En Puerto Rico, el alza en el costo de vida, la gentrificación y la violencia económica dejaban claro que la protección inmediata no bastaba: se necesitaban herramientas para garantizar posibilidades de vida futura. Para sostenerse fuera del ciclo de violencia, explica Ramírez, hacen falta dos factores esenciales: apoyo psicosocial y apoyo económico. Sin ambos, se corre el riesgo de regresar a la dependencia. Programas previos como VÍA (Vivienda Integrando Autogestión) sentaron un precedente, pero la pieza que faltaba era un modelo ya probado como el de Matria. “Todo hizo sentido”, dice.
La visión ahora es expandirse. Aunque hoy el impacto se concreta en el área metropolitana, la meta es llegar a la zona Oeste y Sur, donde Casa Julia ya tiene presencia y alta demanda. “Este programa previene la violencia: si una mujer tiene mecanismos y una red, es menos probable que permanezca en una relación violenta”, enfatiza Ramírez.
El acuerdo entre Matria y Casa Julia busca algo más que atender emergencias: apuesta por un futuro en el que las mujeres tengan herramientas para sostenerse. La trayectoria de Avilés lo confirma. De preguntarse “¿Quién soy?” a convertirse en agente del orden público, su historia refleja cómo la independencia no solo significa salir de la violencia, sino también imaginarse en un mañana distinto. “Si ellas no hubiesen estado, yo no estaría aquí. Ellas se convirtieron en mi familia y vieron la verdad. No vieron límites, a pesar de que el sistema no creyó en mí. Yo tuve muchos tropiezos, pero no permitieron que me quitara”.