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La “guerra a muerte”, el oscuro periodo de Bolívar que Petro insiste en reivindicar

En un periodo de radicalización del conflicto, el libertador ordenó pasar por las armas a todos los europeos que no apoyaban la independencia

En su último discurso como jefe de Estado ante la Asamblea General de Naciones Unidas, la semana pasada, Gustavo Petro hizo un énfasis dramático para señalarse la pequeña insignia que llevaba en el bolsillo izquierdo de su guayabera blanca. “O codicia o vida. O barbarie o democracia local y global. O libertad o muerte, como decía Bolívar, y enarbolaba esta su bandera: roja, negra y también blanca”, dijo el presidente de Colombia desde el atril. “Libertad, rojo. Muerte, negro. Blanco, paz posible. Es una revolución mundial de los pueblos lo que se necesita para superar positivamente la crisis climática y no dejarla llegar de crisis a colapso global. Es una revolución de los pueblos unidos, de las civilizaciones que tienen que dialogar más que los estados mismos”, añadió, en un esfuerzo por conectar ese controversial símbolo con sus críticas a Donald Trump y su condena al genocidio en Gaza.

No es la primera ocasión en que Petro exalta la bandera de la llamada “guerra a muerte”, a pesar del aluvión de críticas que despierta su recurrente violencia discursiva. Lo hizo por primera vez el pasado primero de mayo, el Día Internacional del Trabajo. En su discurso de aquella jornada de movilizaciones, desde la Plaza de Bolívar, Petro empuñó la espada del libertador, una reliquia histórica que había prometido “desenvainar” como símbolo del poder popular. En varios pasajes, redobló sus ataques contra el Congreso, cuyo edificio da a la Plaza y estaba cubierto por una malla protectora de color negro que asemejó con insistencia a una “mortaja”. En esa misma intervención reivindicó otro símbolo de Bolívar, menos conocido. Fue entonces cuando levantó por primera vez la “bandera de la libertad o muerte”, como la suele calificar. La misma que se asoma en el escritorio presidencial en fotos que ha publicado el propio Petro en sus redes sociales. Y cuyo uso empiezan a replicar los aspirantes oficialistas más estridentes, como el exalcalde de Medellín Daniel Quintero.

Aunque Bolívar –en sus distintas facetas– ha sido una figura de culto tanto para los sectores conservadores como para parte de la izquierda, diversos expertos advierten que escoger ese símbolo en particular glorifica la violencia en un momento muy delicado, con una campaña en ciernes. Y alertan los riesgos de que lo enarbole el presidente en un país que acaba de sufrir el regreso de una violencia política que se creía superada, con el asesinato del senador y precandidato de oposición Miguel Uribe Turbay –quien murió en agosto en la clínica donde por dos meses estuvo entre la vida y la muerte desde que un sicario le disparó en la cabeza durante un mitin–.

“Su uso de la bandera de la “guerra a muerte” de Bolívar es inaceptable”, escribía el constitucionalista Rodrigo Uprimny en una columna en la que tilda el discurso de Petro en la ONU como una oportunidad perdida. “Muchas cosas de Bolívar merecen ser reivindicadas, pero la “guerra a muerte” no es una de ellas. Fue el peor momento de su heroica trayectoria, pues planteó en 1813 matar a todo español, aunque no hubiera cometido ningún crimen ni apoyara a las tropas realistas”, señala. “El propio Bolívar abandonó esa estrategia y acordó años después la regularización de la guerra con Pablo Morillo, a fin de evitar esas atrocidades. Sorprende entonces que Petro, que dice dirigir el gobierno de la vida, reivindique la atroz “guerra a muerte” de Bolívar”.

El presidente, a diez meses de acabar su cuatrienio, ha escenificado todo tipo de gestos simbólicos desde la propia ceremonia en la que se posesionó el 7 de agosto de 2022, cuando su primera orden como presidente fue hacer traer la misma espada de Bolívar, entre muchos otros ejemplos. La guerrilla a la que perteneció en su juventud, el M-19, tenía un carácter bolivariano. Y también en más de una ocasión ha exaltado la figura de José María Melo, un presidente relativamente olvidado que luchó junto a Bolívar y después en las filas de Benito Juárez. Petro ha convertido en un asunto de Estado repatriar sus restos desde México. Los expertos han advertido una y otra vez la falta de rigor en esa interpretación militante de la historia, que suele omitir o desdibujar matices importantes.

La guerra a muerte, en concreto, se refiere a un periodo de violencia extrema en la guerra de independencia venezolana. Su origen fue un decreto que Bolívar emitió el 15 de junio de 1813 en Trujillo (Venezuela), que advertía que los europeos que no apoyaran la causa de la independencia serían pasados por las armas. “Españoles y Canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables”, concluía esa proclama.

Los relatos hablan de mutilaciones de cadáveres, ejecuciones masivas de prisioneros o masacres de pobladores inermes. Los desmanes, de lado y lado, de republicanos y realistas, sin cuartel para los vencidos, llevaron a una radicalización muy grande, con tintes por momentos de un enfrentamiento racial entre comunidades negras y mulatas contra las elites criollas de Caracas –los llamados mantuanos–. “La guerra a muerte favoreció la aparición de guerrillas, saqueos a propiedades, desplazamiento de población y muchas ejecuciones sumarias de parte y parte”, señala el historiador Arnovy Fajardo, profesor de la Universidad Externado de Colombia. Oficialmente la guerra a muerte se mantuvo hasta 1820, cuando los independentistas habían logrado victorias definitivas en lo que era la Nueva Granada. Entonces Bolívar se reunió con Morillo y sellaron un acuerdo para regularizar la guerra.

“Es una de las manifestaciones del recrudecimiento de la violencia en la guerra de independencia, donde cada bando buscaba expresarse con una sevicia cada vez mayor contra el enemigo y sus simpatizantes”, apunta el historiador Felipe Arias. La bandera negra, roja y blanca, en concreto, “es un símbolo de uso muy efímero que no va a trascender en el tiempo como muchos otros símbolos de la guerra de independencia, pero al estar conectada con la figura de Bolívar ciertas reivindicaciones contemporáneas del culto bolivariano la van a empezar a usar”, añade el autor de ¿Otra historia de Colombia? Desde 1814 se impone la tricolor, amarillo, azul y rojo, que acaban por ser los colores, con mínimas variaciones, de las banderas de Colombia, Venezuela y Ecuador que sí perduraron.

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