Salman Rushdie: “Musk no defiende la libertad de expresión, hace curaduría al discurso de la extrema derecha”

El escritor indio habla con EL PAÍS sobre su nueva relación con la muerte, lo que Netflix no supo reflejar de Cien Años de Soledad, y la crisis del mito fundacional de Estados Unidos como país de migrantes. “Los americanos deberían tener cuidado con lo que desean”

Salman Rushdie en el Hay Festival, en Cartagena, el 1 de febrero de 2025.CHELO CAMACHO

Salman Rushdie, el autor indio de 77 años que sobrevivió a un ataque con quince cuchillazos en 2022, tiene excelente sentido del humor. Pasó este fin de semana por el Hay Festival de Cartagena para presentar su libro Cuchillo, sobre aquel atentado que casi le quita la vida, y le dice al público en Colombia que tienen caras amistosas—menos amenazantes a la de quien, en agosto hace tres años, le atacó frente a una audiencia parecida. Rushdie, amenazado de muerte en 1989 por su libro Los Versos Satánicos, en conversación con El PAÍS señala que en ese momento a los críticos se les olvidó leer entre líneas el buen humor con el que salpicaba sus libros. El atentado en su contra le quitó las ganas de ir a eventos públicos, pero ha regresado como un acto de resistencia, con el amor de su familia en una mano y la risa en la otra. Habla con El PAÍS sobre la poesía que le faltó a Netflix al ilustrar Cien Años de Soledad, sobre su nueva relación con la muerte, y sobre la crisis migratoria en Estados Unidos.

Pregunta. La primera vez que usted vino a Cartagena, en 2009, pidió no tener escoltas porque quería caminar libre por la ciudad. Después de estar tan cerca a la muerte en 2022, ¿sigue resistiéndose a la presencia de guardaespaldas?

Respuesta. Sí, me resisto, excepto ante un público muy grande, como el de anoche. Cuando hay más de mil personas es imposible no tomar precauciones. El Hay Festival ha tratado el tema de forma muy profesional, asegurando la seguridad sin que esta sea muy intrusiva para la audiencia. Me gustaría que no fuera así. Yo solía vivir una vida perfectamente normal, pero ahora no puedo correr el riesgo de un nuevo ataque.

P. ¿Le pone nervioso estar frente una audiencia como la de ese día?

R. Aún estoy redescubriendo eso. Durante un buen periodo decidí no hacer eventos públicos, era muy sensible, no me sentía listo. Pero no quiero pasar el resto de mi vida siendo invisible. Cuando se publicó Cuchillo hice pocos eventos, en Alemania, Francia, Italia, uno pequeño en España, y estoy aprendiendo de nuevo. Mi instinto me pide no exagerar con la seguridad, porque el peligro no es un ejército de personas contra mí. En 2022 fue solo un individuo, loco, el que me atacó.

P. Habla siempre de cómo el amor le ayudó a recuperarse de ese evento traumático, pero quienes lo conocen bien dicen que tiene un muy buen sentido del humor. ¿Le ha ayudado la risa?

R. Sí, y siempre ha sido así. En mis primeros libros, cuando la gente los reseñaba, decían que eran muy divertidos. Luego, como lo que pasó con Los Versos Satánicos no fue nada divertido, la gente dejó de hablar de mis textos como divertidos, así mi forma de escribir no hubiera cambiado. Eso ha variado algo con los años, se me ha permitido ser divertido de nuevo, pero mi escritura con humor ha estado ahí siempre.

P. Cuando a usted lo amenazaron de muerte, en 1989, cuenta que mucha gente temía estar a su alrededor y se alejaron. ¿Pasó algo parecido después del ataque?

R. No, para nada, todo lo opuesto. Incluso en 1989: claro que había un elemento de miedo, pero mis amigos fueron muy leales, muy cercanos, y eso me ayudó mucho. El miedo era sobre todo en el círculo de personas después de ellos. Yo también me pregunté si lo mismo ocurriría esta vez, pero no, y para dejarlo muy claro: creo que si alguien intenta matarte, la gente siente mucha empatía hacia tí. Mucha gente se sintió feliz de que yo no hubiera muerto.

P. ¿Cambió su relación con la muerte después de ese episodio?

R. La siento más cerca. Ninguno de nosotros sabe cómo se va a acabar esta película, nuestra vida, pero pude ver el tráiler antes del final, pude ver que me moría. Fue muy momento poderoso y, literariamente, muy interesante, porque te hace pensar mucho sobre la muerte. En mi familia las mujeres llegaron a los 100 años, mientras que los hombres no, así que espero seguir más la línea femenina de la familia.

P. ¿Ha pensado en escribir algo más sobre esa nueva relación con la muerte además de Cuchillo?

R. Sí. Aunque no tengo una idea de cómo, creo que cuando algo tan significativo ocurre en la vida de un artista, saldrá reflejado en su obra de una u otra forma. Cómo va a salir, no te puedo decir, pero estoy seguro de que así será.

P. Cien años de soledad fue una gran influencia en su literatura. ¿Qué tan cercano fue a García Márquez?

R. Pienso en él siempre que vengo a Colombia. Nunca nos conocimos pero sí hablamos una vez por teléfono, gracias a Carlos Fuentes. Yo estaba en Ciudad de México, cenando con Fuentes, quien dijo “es demente que ustedes dos no se conozcan”. García Márquez estaba en Cuba, visitando a Fidel. Carlos entró a un cuarto, llamó a La Habana, y luego me pasó el teléfono. Tuvimos una conversación muy larga, de una hora, muy amistosa. Me dijo que a su edad ya no leía mucho que no fuera en español, pero que había dos escritores de quienes siempre quería saber en qué andaban: Coetzee, y yo. [Se toca el corazón, conmovido, con su mano izquierda]. Fue un enorme cumplido, nunca lo olvidaré.

P. ¿Sigue siendo importante el realismo mágico en su trabajo?

R. Me resisto al término porque me parece que el realismo mágico le pertenece a América Latina. Cortázar, Asturias, Carpentier, Manuel Puig y otros, el término les pertenece. De donde yo vengo, la tradición fantástica es más poderosa que el realismo. Eso fue lo que sentí cuando empecé a leer a estos latinoamericanos, lo similar. El mundo era entonces para mí el de India y Pakistan, donde la religión es poderosa, con una historia de colonización, con intervenciones militares en la política, con diferencias abismales entre ricos y pobres, entre ciudades y el campo. En los latinoamericanos encontraba ecos, me reconocía, los curas en los libros eran mis mullahs, esos generales eran mis generales.

P. ¿Ya vió la serie en Netflix de Cien Años de Soledad?

R. La vi. Creo que hicieron un gran esfuerzo, la creación de Macondo me pareció convincente. Pero no es Cien Años de Soledad, porque esa historia vive en el lenguaje del libro, y no puedes filmar el lenguaje. El libro tiene muy poco diálogo, así que para la serie tuvieron que inventar los diálogos y, lo siento, no está al mismo nivel del lenguaje del libro. Mi esposa y yo disfrutamos la serie, pero es todo menos magia y de lo más interesante del libro es que lo surreal sea tratado de forma tan normal, como Remedios la bella subiendo al cielo, mientras que la tecnología les da pavor, como cuando el tren llega a Macondo y asusta a la gente. Esa es una de mis partes favoritas del libro, cuando llega el tren y una mujer sale corriendo, y luego dice que algo terrible se acerca. Lo que le asusta a Macondo es la modernidad.

P. Hablando de tecnologías, como alguien que ha defendido la libertad de expresión con su vida, ¿qué opina de Elon Musk cuando dice que defiende la libre expresión permitiendo todo tipo de discursos en la red social X?

R. Elon Musk no defiende la libre expresión, su red social hace curaduría al discurso de la extrema derecha. Apropiarse de una causa noble como es la libertad de expresión, cuando lo que realmente haces es lo opuesto, es muy deshonesto. No soy fan del señor Musk, y me encantaría fuera el primer hombre en Marte.

P. Para que se quede allá…

R. Sí, déjenlo irse, si le gusta, pues que se vaya. Una vez lo conocí, en Los Angeles, hace diez años, y dijo que tomaría siete años llegar a Marte. Ya pasaron los siete años, y de verdad quiero que se vaya.

P. Usted es indio, pero ha sido migrante en el Reino Unido y en Estados Unidos, países donde los discursos contra los migrantes han ganado mucho espacio político. Como alguien que ha luchado contra los radicalismos, ¿cómo perdieron tanto oxígeno los valores culturales como la tolerancia o la empatía?

R. Sí, esos valores están más débiles ahora que en cualquier otro momento de mi vida. Yo soy un migrante doble, de India a Inglaterra, de Inglaterra a Estados Unidos, y en mi vida siempre he intentado celebrar el lado más positivo de eso, todo lo que la migración alimenta la cultura. Vivimos en una era de migración, un tiempo en la historia en el que mucha gente se mueve por el planeta por razones económicas o políticas. ¿No es Estados Unidos una nación de inmigrantes? Aparte de los nativos americanos, todos son migrantes, eso ha sido así desde los padres fundadores. El gran mito americano ahora dicen que es malo, maligno. Incluso Elon Musk es de Sudáfrica.

P. ¿Y qué pasa en una sociedad si a uno se le acaba el mito nacional fundacional?

R. Creo que el mundo no dejará de tener aviones, barcos, el movimiento va a seguir ocurriendo, no pueden parar al mundo porque no lo aprueban. Ahora nos preocupa el tema de las deportaciones en Estados Unidos, y los americanos deberían tener cuidado con lo que desean. Si siguen adelante, se darán cuenta de que el precio de los alimentos no va a bajar, sino que va a subir, porque no va a haber nadie para recoger la cosecha. El mundo médico se verá también afectado, porque habrá menos personas trabajando en los hospitales. Absolutamente todos los aspectos de la vida americana se verán afectados por las deportaciones.

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