La bienal de Venecia 2024: ¿cómo se piensa el Sur Global?

Cada paso hacia adelante fortalece nuestra voz y presencia en el escenario internacional, más con el récord en participación colombiana con 15 artistas

Adriano Pedrosa habla durante la ceremonia de entrega de premios de la 60ª Bienal de Arte 2024 en Venecia, Italia.Simone Padovani (Getty Images)

En la historia de Colombia no habíamos tenido mayor participación en la bienal de Venecia que la de este año: 15 artistas. Un logro enorme para un país que no cuenta con un pabellón nacional. Llama la atención el poco interés que este hito ha despertado en la prensa local y, más aun, la poca atracción del evento para la prensa mundial.

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En la historia de Colombia no habíamos tenido mayor participación en la bienal de Venecia que la de este año: 15 artistas. Un logro enorme para un país que no cuenta con un pabellón nacional. Llama la atención el poco interés que este hito ha despertado en la prensa local y, más aun, la poca atracción del evento para la prensa mundial.

La Biennale, próxima a cumplir 130 años, nació para celebrar el aniversario de plata de los reyes de Italia Umberto I y Margherita de Saboya. El Ayuntamiento de Venecia designó a un jurado que extendía una invitación a artistas extranjeros a presentar obras inéditas, junto a una selección de artistas italianos, con el objetivo de presentar lo más relevante del arte. Al tiempo que se ha consolidado como un evento de ciudad, ha demostrado la potencia del arte para atraer público de alto poder adquisitivo y el dinero que lo acompaña. Es considerado el evento que marca las tendencias y así, al parecer, se mantiene en su premisa de ser la veleta que señala el arte que el mundo debe querer.

Nunca la he visitado y esta edición no será la excepción. La razón: siempre desconfié de su estructura y de la homogeneización que se vive en el campo del arte después de cada edición. Desde 1907, la Bienal tiene pabellones nacionales a los que los gobiernos mandan lo que a su juicio es relevante de la producción artística del país: aquello que el mundo debería ver y apreciar. Por definición, entonces, el envío corresponde a un interés gubernamental con su inevitable y circunstancial sesgo político o ideológico. Tal prevención se consolidó al leer a Serge Guibaut en De cómo Nueva York robó la idea del arte moderno y especialmente la biografía de Leo Castelli en donde Annie Cohen Solal detalla las peripecias para que, en una magistral movida de la Guerra fría, Robert Rauschenberg “ganara” la Bienal de 1964.

La edición de 1972 fue la primera en tener un tema: ya no se mostraba todo tipo de arte, sino que había un curador o editor que buscaba obras que coincidieran con la temática. En los pabellones nacionales se mantuvo la autonomía de cada país, pero con el tiempo lo más validado era aquello seleccionado en el pabellón central. En la medida que el prestigio de exponer en Venecia fue aumentando, comenzaron a aparecer los “Eventos colaterales”. Por fuera de la programación oficial también se presentan exposiciones y grandes proyectos autofinanciados por artistas que buscan su lugar dentro del mercado del arte global, o por las grandes galerías muchas veces de la mano de inversionistas. Hay autores, como Paco Barragán, que hablan de la “ferialización” de las bienales: es muy claro que aquello que se ve en Venecia y que, en teoría, no está a la venta, generalmente se puede luego encontrar en la Feria Art Basel.

Este año el pabellón central, instalado en los llamados Giardini y el Arsenale, está a cargo del brasileño Adriano Pedrosa, quien desarrolló una propuesta “desde el sur” bajo el título ‘Extranjeros en todas partes’, que proviene del título de una serie de obras del colectivo Claire Fontaine (nacido en París, pero afincado en Palermo). La expresión, a su vez, fue tomada de un colectivo de Turín que a principio de la década del 2000 luchó contra el racismo y la xenofobia en Italia: Stranieri Ovunque.

La exposición tiene dos secciones: Nucleo Contemporaneo y Nucleo Storico, y privilegia a los artistas que nunca han participado en la exposición internacional. Tal circunstancia se anota en la respectiva ficha técnica que acompaña a cada obra. El núcleo contemporáneo da lugar a lo queer, lo outsider, lo folk y lo “indígena”. En lo histórico se propone una lectura a la emergencia del modernismo en el Sur Global frente al muy conocido y estudiado del Norte Global. Así, vemos que el impresionismo, que es tan pivotal para el modernismo del norte, en el sur es desplazado por cuestionamientos sobre lo propio, por el desafío de construir “lo nacional”.

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Hay 331 artistas en la exposición internacional central, 15 de ellos colombianos, y su participación no ha llamado tanto la atención. Lo poco que se ha publicado, en general, señala la exposición de Pedrosa por su falta de novedad, repetitividad e impertinencia, calificativos que considero vagos o inútiles ya que se dan sin detenerse en el planteamiento curatorial. He visto opiniones sobre la muestra, pero no he encontrado una reflexión crítica sobre la estructura del planteamiento curatorial. Es muy posible que esto se deba a una forma de miopía. Puede ser que la habitual dinámica reactiva de informarse, en la cual naturalmente me incluyo, me haya privado de verlas. ¿Por qué la poca atención? Habrá que especular.

Primero, la propuesta parte de lo que se ha hecho en el sur, de lo terrígeno y, desde allí, invita a la reflexión sobre nuestra identidad, dándole la voz al arte contemporáneo para reclamar civilidad y una mejor forma de ser y convivir. De este modo la propuesta de Pedrosa queda abierta y no se limita a la simple y esperada proposición del arte del futuro, por lo que no fomenta un mercado ni representa una oportunidad para “agrandar la torta”, lo cual se percibe como inútil. Para completar, no hay escándalo ni piezas estrambóticas ni montajes millonarios, por lo que no genera noticia.

De otra parte, puede ser que al Norte Global no le interesa el Sur Global y, por lo tanto, no escribe ni reporta sobre él. Además, como desde el sur casi no producimos suficiente pensamiento, quedamos atrapados en una dinámica viciosa: si no hay noticias o reflexiones en el norte, en el sur nos quedamos sin material para rebotar o reproducir y, nuevamente, perdemos la oportunidad de construir y reflexionar a partir de lo propio. Es una lástima que se esté desaprovechando el detallado, exhaustivo y, sobre todo, valiente trabajo de Adriano Pedrosa al haber puesto al sur en una escena tan privilegiada y en capacidad de hablar y no lo estemos haciendo.

Aunque el camino para captar la atención global puede ser arduo, cada paso hacia adelante fortalece nuestra voz y presencia en el escenario internacional. La Bienal está abierta hasta noviembre de este año, ojalá lleguen voces que reflexionen sobre lo que está presentado.

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