La mala educación
Un político es ante todo un educador, y Gustavo Petro no ha dejado buenas enseñanzas en su primer año
Un político es ante todo un educador. Presenta al país una visión de lo que es, y una versión mejorada de cómo puede ser. Enseña a la gente a entender sus problemas y le propone soluciones. ¿Qué tan buen educador-político ha resultado Gustavo Petro? ¿Cuáles enseñanzas deja su primer año en el poder a los ...
Un político es ante todo un educador. Presenta al país una visión de lo que es, y una versión mejorada de cómo puede ser. Enseña a la gente a entender sus problemas y le propone soluciones. ¿Qué tan buen educador-político ha resultado Gustavo Petro? ¿Cuáles enseñanzas deja su primer año en el poder a los colombianos? Veamos algunas:
1. El tacto y el decoro no son buena diplomacia. Quien manda tiene la prerrogativa de llegar tarde o no asistir a las reuniones, perderse por días de su trabajo, inclusive si está en un país extranjero. Dejar plantados a alcaldes, gobernadores, magistrados de las altas cortes, empresarios españoles y los presidentes de Estados Unidos y Francia, entre otras personas.
2. Viajar al extranjero varias veces al mes está bien. Aunque Nariño, y, para el caso, medio país, tenga las vías bloqueadas, los secuestros se hayan cuadruplicando y la extorsión se haya tomado campos y ciudades. Contar en el extranjero su versión de gobernar es mejor que gobernar.
3. Los empresarios son la causa de casi todos los males. Hay que desconfiar de ellos, pues trabajan en pos del lucro. El lucro es malo. Los que defienden a los empresarios son antipatriotas, arribistas de clase media o, inclusive, esclavistas.
4. Las cosas que la gente quiere obtener en la vida se las debe pedir al Estado.
5. Si el Estado no se las da, deben protestar y quemar algo, un bus por ejemplo; o romper algo, una estación de Transmilenio; o asaltar algo, un supermercado; o interrumpir algo, una carretera. El Estado correrá a atender sus exigencias.
6. Lo bueno es lo público. Los empleados públicos son buenos. Tal vez algunos no trabajen, pero son buenos, por ser públicos. No tienen que saber de administración pública, ni de su sector. Deben saber interrumpir, entorpecer y sospechar de los empresarios de su sector.
7. A las empresas siempre hay que exigirles que cobren menos. La energía debe costar menos, el diésel ni hablar, los créditos igual, y el SOAT la mitad. Todo debe valer menos, así las empresas no recuperen los costos.
8. Si las empresas desaparecen, el Estado se hará cargo. Eso será bueno porque ya no será negocio y se podrá vender a menosprecio. Las manejarán funcionarios públicos en lugar de empresarios.
9. Los sindicatos sí que son buenos. Todo lo que se pueda sindicalizar se debe sindicalizar. No se debe recordar lo sucedido con Puertos de Colombia, Telecom, Ferrocarriles Nacionales, Empresas Públicas de Cali y tantas otras, que fueron intervenidas o liquidadas pues no podían pagar sus deudas laborales y pensionales.
10. Las pensiones deben ser públicas. Se debe dar a los pensionados mucho más de lo que ahorraron a lo largo de su vida laboral. Eso lo pagará el Estado, y se le sacará en impuestos a los profesionales bien pagados y a las empresas. No importa si en unos años no quede de los unos ni de las otras. Se culpará a las empresas privadas por no contribuir suficiente.
11. La salud debe ser administrada por el Gobierno, no por el sector privado. Debe estar manejada por alcaldes y gobernadores. Ellos no saben de salud, ni de medicinas, hospitales, enfermedades de alto costo o médicos. Hay un riesgo grande de que se roben buena parte de lo que contribuimos para salud. Pero al menos son funcionarios públicos. Recuerde que todo lo público es bueno. Inclusive si roban.
12. La tierra, tres millones de hectáreas al menos, hay que redistribuirla. Así no puedan ayudar a los campesinos, ni sepan qué van a hacer con ella. Lo importante es distribuirla. Muchos la volverán a vender. No importa. Se habrá redistribuido y eso es lo importante.
13. Un ministro, cualquier día, arbitrariamente, puede definir que los peajes no aumentarán este año, contrario a lo acordado en los contratos de las concesiones. Eso tiene serias consecuencias sobre su equilibrio económico, la capacidad de financiarlas y la estabilidad de las reglas del juego. Si un ministro quiere desconocerlo, es su prerrogativa.
14. Una cosa es hablar de economía popular y otra distinta construir una economía con efecto popular. Lo primero sólo demanda voluntad de entregar cosas. Lo segundo demanda una economía que funcione. Así la economía no funcione, hay que entregar cosas, así en algún momento no haya qué entregar. Se culpará a los empresarios por no producirlas. ¿Acaso no es eso lo que saben, producir?
15. Los caprichos, aunque costosos o faraónicos, son una visión de Estado. El metro de Bogotá subterráneo (y no elevado) y el tren (ese sí elevado) entre Buenaventura y Barranquilla podrán ser impagables y difíciles de construir. Pero son caprichos. Por eso se harán. Ah, en cambio, las autopistas y la gasolina son para ricos y arribistas de clase media.
16. Si las empresas que iban a hacer proyectos eólicos en La Guajira se van por desórdenes de las comunidades, que el Gobierno no resolvió, Ecopetrol comprará los proyectos y tendrá el monopolio estatal de esa energía. Ecopetrol es bueno porque es público y tiene muchos sindicatos.
17. No se debe recordar que Ecopetrol paga eso con las utilidades provenientes del petróleo y el gas; ni que pronto se harán desaparecer el petróleo y el gas de Colombia. Ni que cuando genere la energía eólica se le obligará a venderla a menor precio. Lo que importa es que sea pública y se la entregue barata a la gente.
18. Todo vale. Si todo valía para los uribistas, los santistas y los duquistas, todo vale también para los petristas. O si no, para qué sirve ganar las elecciones.
19. Por la paz total vale premiar a toda suerte de delincuentes. Por la sensibilidad social vale malgastar el dinero de los contribuyentes. Por el cambio vale politiquear igual que en los últimos cien años.
20. La palabra popular arregla todo: pedagogía popular arregla la mala educación. Economía popular arregla la mala economía. Paz popular arregla la guerra por todos lados. En un país de semánticos lo impopular se vuelve popular, solo por llamarlo así.
En suma, la calidad de un educador se mide por el número de epifanías que produce en sus estudiantes. Por cómo los ayuda a descubrir, a descubrirse, a apasionarse por conocer. Las epifanías del educador-político Petro dan espanto. Es difícil ver cómo podrá ser gobernable el país que dejará en 2026. No que en eso sea un pionero.
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