La salud mental en Colombia no supera el golpe de la pandemia

La escasez de especialistas impide la atención oportuna de trastornos como ansiedad y depresión en Colombia

Personal de salud evalúa a pacientes para detectar covid-19, en Colombia.Juan Angel (Getty Images)

Para Rafael José Miranda, médico psiquiatra del hospital público Santa Clara, en el centro de Bogotá, lo peor de la pandemia no ha pasado. Si antes atendía entre tres y cuatro pacientes durante una noche en la unidad de urgencias psiquiátricas, ahora no son menos de 15 pacientes en ese mismo turno. El fin de semana el número se puede duplicar, advierte el especialista de este centro de referencia en salud mental, uno de los pocos en el país que atiende episodios de alta complejidad las 24 horas. Los trastornos mentales, como la ansiedad y la depresión, ...

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Para Rafael José Miranda, médico psiquiatra del hospital público Santa Clara, en el centro de Bogotá, lo peor de la pandemia no ha pasado. Si antes atendía entre tres y cuatro pacientes durante una noche en la unidad de urgencias psiquiátricas, ahora no son menos de 15 pacientes en ese mismo turno. El fin de semana el número se puede duplicar, advierte el especialista de este centro de referencia en salud mental, uno de los pocos en el país que atiende episodios de alta complejidad las 24 horas. Los trastornos mentales, como la ansiedad y la depresión, se elevaron en un 25% durante el primer año de la pandemia, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Mientras el número de casos crece, el de especialistas es insuficiente. Colombia cuenta con 2.5 psiquiatras por cada 100.000 habitantes, muy por debajo de la tasa de 10 por cada 100.000 habitantes que recomienda la OMS. “Lo que se vino después de la pandemia fue la llamada cuarta ola, que es el número de personas con problemas psicosociales y afectaciones de salud mental”, señala Miranda. “El talento humano es escaso, y el que está capacitado en salud mental, aún más. La atención de estos pacientes debe ser especializada, bajo condiciones diferenciales, pero esto difícilmente se da por falta de personal. Todavía hay falta de sensibilización por desconocimiento para el abordaje de la salud mental”, agrega.

Esta escasez se ve reflejada en Soacha, un municipio vecino a Bogotá con 870.000 habitantes que sólo cuenta con un psiquiatra para asistir a los dos hospitales públicos, cada uno tan solo media jornada, una vez por semana. “El problema es que las EPS (Entidades Promotoras de Salud) remiten los casos a Bogotá. Lo ideal es tener estos especialistas lo más cerca de la casa para que los pacientes puedan acceder a su tratamiento psiquiátrico o psicológico”, sugiere el alcalde Juan Carlos Saldarriaga. Los intentos de suicidio en Soacha se han duplicado, pasando de 780 en 2021 a 1.571 este año. La preocupación de las autoridades municipales es tal que han decidido capacitar a propietarios de establecimientos públicos como bares para que sepan orientar sobre líneas de atención. En Colombia se presenta, en promedio, un intento de suicidio cada 20 minutos.

Gestarsalud, el gremio que agrupa a las EPS, admite que la baja oferta de especialistas es el principal desafío en la lucha por cuidar la salud mental. “En el corto plazo no se puede subsanar, ya que la oferta de cupos para residentes en Colombia es muy limitada. Para resolver este problema se deben establecer políticas públicas que incentiven la formación de talento humano de las especialidades que más requiere el país. Es necesaria la concurrencia del Ministerio de Educación, además del Ministerio de Salud”, explica Carmen Eugenia Dávila, su directora. Para el médico Miranda, los bajos salarios inciden. “Somos los que menos honorarios recibimos por paciente: diez veces menos que en la práctica privada. Esa es una desmotivación”, sostiene.

El problema es más agudo en psiquiatría infantil. Solo hay 120 especialistas en todo el país cuando los niños son uno de los grupos más afectados por la pandemia. “Volver a los colegios después de dos años de aislamiento fue fuerte para los niños y para los profesores. Vemos un mayor volumen de depresión y ansiedad en menores que tiene que ver con el retorno a la presencialidad. Lo mismo pasa en los adultos en algunos entornos”, precisa el experto.

La falta de talento humano no es la única barrera. El más reciente informe sobre eventos en salud pública en Colombia advierte que tener que asistir a una cita de medicina general para ser remitido a un especialista, así como la breve duración de las consultas, son obstáculos para acceder a diagnósticos y tratamientos oportunos en salud mental. “Cuando le dan a uno una cita una vez al mes con psicología y esta dura 15 minutos, no hay manera de que uno vea resultados eficaces”, opina la fundación Unidos contra la Depresión, una ONG que cita el estudio. “Hay personas que nos dicen que tienen derecho por la EPS a una cita al psicólogo al año, ¡por Dios! ¿Qué es eso? […] así las personas no se recuperan”, añade la Asociación Colombiana contra la Depresión y el Pánico. Miranda estima que lo mínimo que debería durar una consulta son 30 minutos. “Lo ideal sería de 40 minutos a una hora”, subraya.

Además, las personas tardan en reconocer que necesitan ayuda. Generalmente buscan atención especializada cuando se enfrentan a una situación de crisis o intento de suicidio. Según el Observatorio Nacional de Salud, solo recibe atención especializada el 20% de los adultos con diagnóstico de depresión. En zonas rurales la realidad es todavía más compleja. “El sistema de salud no facilita los medios para que las personas de los lugares más apartados del país puedan hacer uso efectivo de los servicios de atención o preventivos en salud mental”, indica el informe de salud pública. Los departamentos de Amazonas, Vaupés y Guaviare son los que presentan los mayores índices de intentos de suicidio y suicidio consumado.

En Colombia los trastornos mentales más frecuentes son el de ansiedad, el afectivo bipolar y la esquizofrenia. Entre 2015 y 2020, los tres sumaron más de 1,2 millones de años de pérdida de vida saludable, un indicador que determina el impacto por discapacidad o muerte prematura y que permite establecer cambios en la esperanza de vida de la población en edad productiva.

El Ministerio de Salud advierte que condiciones como la violencia, la inestabilidad laboral o la falta de acceso a servicios básicos como alimentación o vivienda digna se suman a la pandemia. “En el contexto de la postpandemia es prioritario reconocer que la salud mental de la población plantea grandes desafíos. Mitigar los efectos que generó la pandemia y la afectación de la población víctima de la violencia es una necesidad latente”, aseguró la subdirectora de enfermedades no transmisibles, Nubia Bautista, en el Día Mundial de la Salud Mental. El programa de salud preventiva que lanzó hace unas semanas el Gobierno, con 1.000 equipos de atención en los territorios - y que tiene como meta llegar a los 20.000 - incluye profesionales en psicología.

“Ojalá rompamos el estigma para asistir a los puestos de salud. No todo es hospitalización, no todo se medica. A veces solamente es escuchar a la persona, brindar una contención, un apoyo e iniciar un tratamiento que no siempre es farmacológico, sino terapéutico. Eso ayuda en los momentos de crisis”, explica Rafael Miranda, el psiquiatra. “Todos podemos necesitar un apoyo o acompañamiento en algún momento de la vida por situaciones de estrés, angustia, tristeza que no siempre se traducen en enfermedad mental. Ese es el estigma que debemos romper. Son enfermedades que tienen tratamiento y si se detectan e intervienen oportunamente, los desenlaces son favorables”, concluye.

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