Los negocios latinos se desploman por el terror a las deportaciones: “Lo que está pasando es peor que lo que vivimos con la covid”
La clientela cae hasta un 60% y los empleados abandonan sus puestos de trabajo por el miedo a que aparezcan los agentes de ICE


El pasado mes de enero, días después de que Donald Trump fuera investido presidente, agentes de inmigración llegaron al salón de belleza Dana, en Mount Rainier, en Maryland, a dos escasos minutos con la frontera con Washington DC. Buscaban a una de las empleadas, migrante indocumentada, a quien se llevaron detenida y que mantienen en un centro de detención de New Hampshire a espera de una audiencia judicial. A Daysi García, dueña del salón, le cambió la vida. “Llegaron un día de semana, creo que fue un jueves. Ya ese fin de semana no vino nadie, ni los trabajadores se acercaron a trabajar, ni los clientes vinieron”, recuerda con pesadumbre.
García es una víctima más de la campaña de detenciones que lanzó el republicano y que persigue llevar a cabo la mayor deportación de la historia de Estados Unidos. Aunque no ven sus manos esposadas, ni temen que les suban a un avión con destino incierto, muchos dueños de negocios frecuentados por latinos están viviendo una pesadilla, porque por el miedo a salir a la calle han perdido su clientela y, a veces, hasta a sus empleados.
Son, por lo general, pequeños negocios latinos. Ubicados en barrios de mayoría hispana, se caracterizan por ofrecer servicios y productos típicos de sus países de origen y porque el español domina las conversaciones. Abundan los restaurantes y los salones de belleza, que han sido de los más afectados por la caída de la clientela, aunque también hay tiendas de alimentación, negocios de servicios como organización de fiestas o artesanos.
“Lo que está pasando ahora es incluso peor que la covid. Entonces la gente se ponía mascarilla y venía. Ahora no quieren ni salir de su casa”, explica García.
En los ocho años que regenta el salón, esta salvadoreña nunca había vivido algo así. Hace solo dos meses, cinco empleados atendían una media de ocho o 10 personas en un día. Ahora, tres empleadas reciben un máximo de tres clientes diarios. Reconoce estar muy preocupada por el futuro del negocio. “Me preocupa quedarme sola porque se vaya la gente que trabaja conmigo, o tener que cerrar porque no hay clientes. ¿Cómo iba a poder pagar los 3.000 dólares para tenerlo abierto si no viene nadie?”. El martes pasado, los agentes de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) aparecieron en unos apartamentos cercanos y se llevaron a cuatro de sus clientes habituales.
Efecto dominó
Percy Pelaez-Contti, presidente de la Cámara Centroamericana de Comercio de Houston, Texas, explica que el daño a los negocios latinos es muy grande y que se debe, sobre todo, a lo que llama el “efecto dominó”. “Hay gente que tiene su documentación en regla, pero los asustan también. Piensan, ¿qué pasa si también nos afecta a los residentes legales, o incluso a los ciudadanos, etcétera, etcétera? Empiezan con los que todavía no han arreglado sus documentos, pero impacta también a los que están cerca de ellos”, sostiene.

El Gobierno defiende que la campaña de deportaciones solo está dirigida contra los indocumentados que son delincuentes, una máxima que sirvió para que Trump se ganara la confianza de muchos latinos en las elecciones pasadas, que pensaban que quienes no tuvieran antecedentes penales no tenían nada que temer. La realidad, sin embargo, ha sido otra, y muchos de los migrantes detenidos no han cometido ningún delito, más allá de haber entrado de forma ilegal en el país. Eso y el hecho de haber acabado con programas que hasta ahora les protegían de las expulsiones, como el TPS (Estatus de Protección Temporal) y el parole humanitario, está extendiendo el miedo y la ansiedad entre la población extranjera.
“Cuando se lanza una granada, lo que te mata son las esquirlas o la explosión de alrededor, eso es lo mismo que está pasando. O sea, si viene y agarran 10 personas y 100 personas, ok, pero no son 10 personas o 1000 personas, son 10 mil personas de alrededor que se están viendo afectadas”, explica.
Peláez-Contti cuenta que hace unos días los agentes de ICE entraron en una peluquería del centro comercial Plaza de las Américas, en el suroeste de Houston, un centro neurálgico para los hispanos que acoge restaurantes hondureños, salones de baile mexicanos, tiendas de bisutería y de muebles y otros negocios latinos. Los propietarios no quieren hacer declaraciones ni dar el nombre del salón porque tienen miedo. Los agentes de ICE buscaban a un empleado, pero aprovecharon la visita y empezaron a pedir licencias a los que estaban presentes. Se llevaron a varios detenidos. Son las víctimas colaterales, que los agentes de inmigración están autorizados a detener a otros indocumentados, aunque no fueran su objetivo primero.
Además, las autoridades locales pueden acceder a la base de datos de ICE de las personas que tienen órdenes de deportación, lo que facilita la colaboración de las fuerzas del orden locales con los agentes de inmigración.
En todo Estados Unidos hay unos 12 millones de indocumentados y suponen el 5% de la fuerza laboral, según el Instituto de Política Migratoria.
Peláez-Contti estima que las empresas pequeñas latinas han visto caer su negocio al menos un 30% desde que Trump volvió a la Casa Blanca e inició su campaña contra la inmigración.
“Las corporaciones tienen muchos millones de reserva y pueden esperar a que la situación económica se restablezca, pero los pequeños negocios son los que viven semana a semana. Es muy fuerte lo que está impactando”, afirma. Su negocio de contabilidad y asesoría financiera también se ha visto afectado.
Los latinos crean más empresas per cápita que cualquier otro grupo racial o étnico en Estados Unidos. En 2023, crearon el 36% de las nuevas empresas en Estados Unidos, casi el doble de su representación en la población general. Algunos clientes no quieren pagar impuestos por temor a dar sus datos y otros no ven sentido en pagarlos si les van a deportar", asegura.
Los latinos destacan por su carácter emprendedor y crean más empresas per cápita que cualquier otro grupo racial o étnico en Estados Unidos. En 2023, crearon el 36% de las nuevas empresas del país, casi el doble de su representación en la población general, según la consultora McKinsey.
Los diversos frentes por los que la Administración Trump está atacando a la población migrante han sembrado incertidumbre, incluso entre quienes residen de forma legal en el país. Dueños de pequeños negocios se resienten de que residentes con documentos también temen ser arrestados cuando los agentes federales acudan a detener a migrantes indocumentados.

‘Compren tacos, tamales...’
El alcalde de Mineápolis, Jacob Frey, se hizo eco el mes pasado de las quejas de los comerciantes. “Necesitamos apoyar a nuestras empresas de latinos ahora más que nunca”, dijo en X. Frey difundió un vídeo en el que visita varios negocios, y aparece degustando unos tamales, paseando por el mercado central y comprando una camiseta deportiva mexicana. “Les estoy pidiendo que salgan, que compren un taco, un tamal, ropa…”, dice. “Esto no solo les afecta a ellos y a sus familias. Afecta a todos estos negocios de East Lake que dependen de las compras del día a día”, dijo.
En otro salón de belleza de Wheaton, en Maryland, su propietaria, Krissia Sánchez, asegura que el negocio, en el que emplea a 10 profesionales, ha caído un 60% en los últimos dos meses. Sánchez, salvadoreña de origen, montó su negocio hace 30 años y el 95% de su clientela es latina. A su local no ha llegado ningún agente de inmigración, pero percibe la preocupación que tienen sus clientes. “La gente tiene miedo. Los que vienen comentan los problemas que ellos o alguno de sus familiares han tenido con las autoridades de inmigración. Y les preocupa gastar su dinero”, añade.
También Johanna Madrid ha escuchado comentarios a sus clientes. “He escuchado rumores sobre el tema a algunas de las personas que vienen”, afirma, aunque asegura que en el restaurante cubano del que es gerente, La Esquina del Lechón, en Doral, Florida, no han percibido una bajada significante de clientes. El 85% de la población de esta ciudad de 80.000 habitantes en el sur de Florida es hispana. El nivel socioeconómico de esta parte del Estado del Sol es medio alto.
Antonio Quijada, gerente del restaurante venezolano Panna, en la misma ciudad de Doral, explica que no se han producido detenciones en la zona, pero sí ha notado cambios en los residentes. “Todavía no ha habido un efecto inmediato en el flujo de personas que vienen al restaurante. Es más un efecto emocional. Las personas están muy nerviosas, tanto los clientes que nosotros conocemos personalmente como nuestros empleados, que temen perder los beneficios que tenían, como el TPS. Están buscando alternativas y les aconsejamos que consulten con abogados”. La mayoría de los 18 empleados del restaurante son venezolanos y colombianos. El TPS es uno de los programas que ofrecían residencia legal a los migrantes que el Gobierno ha terminado. Y los venezolanos indocumentados han saltado a los titulares esta semana porque el Gobierno ha deportado a casi 300 de ellos a El Salvador, haciendo caso omiso del bloqueo que ordenó un juez.
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