California se apoya en México y Canadá para atender la emergencia por los incendios en Los Ángeles
Países amigos de EE UU, como Ucrania, y también enemigos ofrecen su ayuda en una emergencia que ya deja al menos 25 fallecidos
Una soldado mexicano caminaba la tarde del martes entre las ruinas de lo que fue una lujosa mansión de Malibú. La militar estaba vestida con el uniforme de camuflaje y se perdía entre las tonalidades dejadas por los incendios de Los Ángeles, entre el color óxido de los hierros reducidos a chatarra y el gris de las cenizas. La integrante de la brigada de búsqueda y rescate urbano, llegada desde la Ciudad de México, peinaba con un azadón la mezcla de arena y pavesa. Lo hacía con tal delicadeza que parecía que estaba en un jardín zen. Tenía el Pacífico y su sonido de fondo mientras buscaba restos humanos entre la destrucción.
“Estamos entrando a todas las propiedades quemadas y cuyas estructuras han sido dañadas, en caso de que encontremos a alguien, que puede suceder”, señala la capitana segunda Paula Michel Hernández. Es una de las integrantes del grupo de 72 personas enviado por México para atender el desastre provocado por una serie de incendios. A la zona han llegado 31 especialistas en la búsqueda de restos y con experiencia internacional en misiones de ayuda humanitaria. El grupo se complementa con otros 41 bomberos de la Comisión Nacional Forestal. Todos ellos luchan, cada uno en su cometido, en la extinción de unos fuegos que, una semana después, aún amenazan todavía las propiedades de los 80.000 evacuados.
Los militares mexicanos hicieron el martes su turno: desde las ocho de la mañana y hasta que lo permitieran los últimos rayos del sol, hacia las cinco de la tarde. El área de costa en el que se desempeñan es una de las más castigadas por el Palisades, que ha destruido 1.280 estructuras y dañado otras 204. Los soldados trabajan junto al California Task Force 3, otro equipo de CAL Fire (el Departamento estatal de bomberos) especializado en la localización de víctimas.
Tan solo en la jornada del martes, estos grupos encontraron restos de cuatro personas. Se sumarán, así, a la cuenta oficial una vez que sus cuerpos sean identificados por sus familiares. De momento, el Palisades ha dejado nueve fallecidos oficiales. El Eaton, el otro gran incendio al noreste de Los Ángeles, deja ya 16 muertes y 4.600 inmuebles consumidos. Las autoridades insisten en que la cuenta de víctimas y daños de los dos grandes focos aumentará en los próximos días.
Más allá del poder económico de EE UU
“Todos sabemos del poder económico y la potencia de Estados Unidos, pero a veces hacen falta manos de especialistas”, aseguró el martes el teniente coronel Benigno Hernández, encargado de los brigadistas mexicanos que se desempeñan en la zona. La coordinación entre los equipos fluía. Quizá porque llevan cinco años consecutivos participando en ejercicios conjuntos con el Army North estadounidense. Parte del entrenamiento de estos soldados mexicanos se ha realizado, de hecho, en su vecino del norte.
“La ayuda no tiene fronteras. Para nosotros es un orgullo integrar este agrupamiento. A México y Estados Unidos nos une una frontera y la economía: no solo es un país vecino, es un país hermano”, dice el teniente Hernández. Muchas de las unidades bajo sus órdenes llevan en el equipo entre ocho y doce años y han sido enviados a desastres —principalmente terremotos— ocurridos en Turquía, Chile, Cuba e Irán. A Hernández le sorprende el saldo bajo que ha dejado un siniestro de grandes proporciones. “Eso es lo bueno del fuego, que alerta. Los sismos no. En Turquía encontrábamos a familias enteras bajo los escombros”, asegura.
“Viva México” o “sí se puede” les gritaban a los rescatistas desde sus vehículos los operarios que laboraban en Malibú y Pacific Palisades. Cientos de obreros limpiaban el martes las calles de estas ciudades de cables y postes derribados, preparando el retorno, todavía sin fecha, para la población. La zona, junto a la de barrios del este en Altadena y Pasadena se mantienen cercadas por la Guardia Nacional, que impide el paso a los afectados.
“¿Esto qué es?“, preguntaba un soldado que tenía en la mano un cacharro carbonizado. Lo encontró al levantar escombros del techo dentro de un pequeño rectángulo en lo que parecía una cocina. ”Es para hacer café“, le dijo uno de los supervisores. Casi nada se salvó de la destrucción en esta zona, que era considerada un paraíso por sus mansiones y privilegiadas vistas al mar. Durante el almuerzo, un soldado bromeaba con sus compañeros: “Aquí me veo viviendo yo en un futuro... O en otra vida, yo creo”.
California se ha apoyado especialmente en los Estados vecinos para atender lo que será uno de los mayores desastres de su historia. Han llegado bomberos desde los Estados de Washington, Oregón, Arizona, Nuevo México, Colorado, Nevada y Utah.
Los otros dos vecinos de América del Norte, sin embargo, también han respondido rápido. Canadá movilizó efectivos de las provincias de Alberta y la Columbia Británica, con unos 60 socorristas que se sumaron el lunes a la batalla contra el fuego. Otros 40 llegaron la semana pasada, todos ellos con experiencia contra incendios forestales.
“Hablamos el mismo idioma, el del rescate”
“No es muy común que bomberos internacionales vengan desde tan lejos de la frontera”, dijo Israel Pinzón, uno de los voceros de Cal Fire, el Departamento de bomberos de California. El organismo que encabeza la respuesta a la emergencia realiza con frecuencia trabajos binacionales con cuerpos mexicanos en el límite entre México y Estados Unidos. Ante la magnitud de este siniestro, no dudaron en aceptar la ayuda de manos capacitadas: “Hablamos el mismo idioma, el del rescate”, señala Pinzón. Admite, además, que todo parece indicar que en el futuro la colaboración internacional será necesaria para encarar fuegos cada vez más destructivos.
El auxilio canadiense no se limita a mano de obra, pese a los 15.000 bomberos desplazados. La nación ha reforzado con maquinaria al pequeño ejército (1.400 camiones y 83 aviones) que lleva más de una semana trabajando atendiendo la emergencia en varios frentes. Cuatro aeronaves han sido prestadas por la provincia de Quebec, que mantiene desde hace 30 años un contrato con California para arrendar durante el otoño vehículos aéreos para la lucha contra incendios.
Uno de estos modelos CL-415, una nave anfibia con capacidad para soltar 5.600 litros de agua sobre áreas en llamas, estuvo cinco días en tierra tras chocar contra un dron elevado por un civil sobre la región del desastre para grabar imágenes. Las autoridades locales han amenazado con presentar cargos contra aquellos que vuelen estos aparatos dentro del perímetro de la emergencia, algo prohibido por el regulador aéreo. El FBI en Los Ángeles se ha sumado a la investigación para dar con el piloto del dron del accidente. El hueco causado por la colisión en el ala ya ha sido arreglado y el Super Scooper —como se le conoce al avión— reemprendió el vuelo este martes.
Sin rastro de reproches diplomáticos
La ayuda de México y Canadá a California, un Estado con 40 millones de habitantes, muestra cómo, en ocasiones, los agrios reproches diplomáticos no tienen eco sobre el terreno. Los líderes de estas naciones, la presidenta Claudia Sheinbaum, y el primer ministro saliente, Justin Trudeau, han cruzado acusaciones con Donald Trump, quien volverá a la Casa Blanca el lunes. Pero ninguno de ellos ha regateado la ayuda, a diferencia del magnate, quien ha dejado caer la idea de que los recursos federales que sean transferidos al bastión progresista deben estar condicionados. La idea ha sido respaldada por otros políticos de alto perfil de su partido, el republicano.
Otros aliados de Estados Unidos también han ofrecido una mano en la crisis. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenskiski, aseguró el domingo que 150 bomberos de su país estaban listos para emprender el viaje rumbo a California para una “posible participación” en las labores de extinción. Una oferta procedente de un país en guerra y que la Guardia Nacional californiana ha calificado de “poco menos que extraordinaria”.
Las propuestas han llegado incluso desde naciones enemigas de Washington. La Media Luna Roja de Irán anunció el fin de semana que estaba lista para enviar equipos de respuesta rápida para atajar el paso del fuego. El anuncio fue hecho por un portavoz del presidente de la república islámica, Massoud Pezeshkian. Los medios islamistas han asegurado que la destrucción en Los Ángeles fue consecuencia de la ira divina causada por el apoyo de Estados Unidos a Israel en su guerra contra Hamás. El ofrecimiento iraní fue rechazado por el Gobierno de California, quien dijo al régimen de Pezeshkian que prefería que la ayuda fuera financiera en forma de donativos a la Cruz Roja. Japón, aliado estadounidense, ha seguido esta sugerencia y ha destinado dos millones de dólares a los afectados por la tragedia.
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