La deuda de California con las mujeres: que la violencia doméstica no se quede en casa

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Ilustración. Claudel Estrella

La deuda de California con las mujeres: que la violencia doméstica no se quede en casa

Los asesinatos de mujeres han aumentado en este Estado, una realidad que es más sombría para las latinas, pero que suele invisibilizarse. Estados Unidos no tipifica el delito de feminicidio

Yenifer López tiene 19 años. Desde 2016, vive en el condado de San Mateo, en el corazón de Silicon Valley. Migró desde El Salvador junto a su mamá, Yesenia, por la misma razón por la que miles de personas intentan llegar a Estados Unidos: “cumplir un sueño”. Pero su historia se asemeja más a una pesadilla; y, aunque hoy es estudiante de enfermería, sabe que hay heridas que no sanan.

Vista de la costa en San Mateo, California.
Vista de la costa en San Mateo, California. Liu Guanguan (Getty Images)

Atravesar los miles de kilómetros que separan El Salvador de Estados Unidos no fue fácil. En la travesía, que duró más de un mes, las dos eran una sola, siempre había sido así. “Ya sea bajo la lluvia, aguantando hambre… En un punto me llegó a dar hipotermia”, revive Yenifer ahora. También las intentaron secuestrar, pero a pesar de cada obstáculo, cruzaron el muro. “Mi mamá me decía que iba a conocer gente que nunca había conocido, que tendría un futuro, que no habría imposibles”. Lo que ninguna imaginó es que en ese país soñado no escaparían del peligro.

El año pasado, Yesenia fue asesinada en su casa. Su muerte se sumó a las de otras 74 mujeres víctimas de violencia doméstica en California. Ese es el término contemplado por la ley en Estados Unidos para referirse al comportamiento abusivo en una relación utilizado como forma de poder y control, y expresada en acciones o amenazas físicas, sexuales, emocionales, económicas. En ese país, la legislación todavía limita la violencia machista al círculo íntimo en el momento de nombrarla.

Yesenia conoció a su pareja al poco tiempo de llegar a San Mateo y tuvieron un niño en 2017. Él también era inmigrante. Ella quería darle a sus hijos la familia que no había podido construir en El Salvador. Pero la ilusión se desvaneció. “A él le gustaba mucho tomar. Golpeaba las paredes, gritaba”, describe Yenifer.

En el ‘estado dorado’, calificado popularmente como progresista, anualmente unas 124 mujeres son asesinadas por sus parejas. Es una zona donde las latinas -que representan el 20% de la población- son un blanco. Según los datos oficiales, del total de víctimas fatales de 2023 (381), 74 fueron directamente relacionadas a violencia doméstica, de las cuales 41 eran hispanas; es decir, el 55%. Pero ese es un tema del que no se habla o que se menciona poco.

A diferencia de otros países del continente americano que han incluido la figura penal del femicidio o feminicidio para visibilizar aquellos asesinatos por cuestión de género, que afectan directamente a niñas, adolescentes, adultas, ancianas o personas trans, en Estados Unidos eso no existe. No obstante, un informe del Violence Policy Center de octubre de 2024 expone que casi nueve de cada diez mujeres asesinadas en 2022 murieron a manos de hombres que conocían. En Estados Unidos, “es más probable que una mujer sea asesinada por su cónyuge, una pareja íntima o un miembro de su familia que por un desconocido”, alerta el documento.

Paradójicamente, en California el año pasado hubo una disminución del 14,2% de los homicidios entre la población en general. Sin embargo, los asesinatos de mujeres aumentaron. Es una tendencia que va al alza.

Yesenia fue asesinada por su pareja y padre de su segundo hijo en julio, un par de días después de la graduación de High School de Yenifer. En 2023, el condado de San Mateo, con poco más de 700.000 habitantes, registró cinco homicidios y dos suicidios relacionados con violencia doméstica, una calificación que incluye a mujeres y hombres como potenciales víctimas. Esta incidencia de casos impulsó la conformación de una fuerza conjunta de prevención y atención.

Una de las primeras acciones de este grupo que integra a instancias públicas y de la sociedad civil fue reunirse con miembros de la comunidad para entender sus percepciones sobre el funcionamiento del sistema. “Las personas están frustradas por sus experiencias con la corte y en la búsqueda de apoyo”, reconoce a EL PAÍS Noelia Corzo, quien lidera este organismo. Y denuncia que este año se recortaron los fondos asignados a las cortes encargadas, por ejemplo, de emitir órdenes de restricción, lo cual ha debilitado el sistema. A pesar de los esfuerzos, este 2024 se han reportado cinco muertes, un número que incluye a dos niños y un ‘no nacido’ de nueve meses (la víctima estaba embarazada).

“El juez quiere ver los moretones, los huesos quebrados”

La senadora Susan Rubio, de origen mexicano, señala las mismas carencias. “Crecí como latina escuchando que lo que pasa en casa se queda en casa”, le dice a EL PAÍS mientras recuerda su camino como sobreviviente hacia la legislatura. En 2016, hizo pública su historia. Confesó que su esposo, una figura política, la golpeó durante años. Así se convirtió en una de las voces más activas para tratar de erradicar este fenómeno.

La senadora de California, Susan Rubio, durante una conferencia de prensa en 2021.
La senadora de California, Susan Rubio, durante una conferencia de prensa en 2021.Frazer Harrison

“Somos un Estado muy progresista, pero estamos muy atrás cuando se trata de estas cosas”, enfatiza Rubio que, apenas en 2020, logró incluir el concepto de “control coercitivo (manipulación)” en el Código de Familia de California. Este tipo penal reconoce como abuso psicológico el aislamiento, la violencia económica y el control de comunicaciones. “El juez quiere ver los moretones, los huesos quebrados. Si no te ven las cicatrices, no es abuso. Entonces yo cambié la ley, porque el control coercitivo es violencia”, recalca.

Yenifer no sabía que su madre era violentada sino hasta cuando la situación se desbordó. Y Yesenia tampoco confiaba en las autoridades, como sucede con muchas inmigrantes. “Aquí, las latinas enfrentamos barreras de lenguaje y quienes hemos hecho activismo sabemos que hay pánico a la policía”, describe la senadora. Estudios de los años 2000 ya señalaban la falta de “sensibilidad cultural” en las respuestas policiales a mujeres hispanas en situaciones de violencia doméstica y recomendaban incluir factores migratorios para comprender mejor su contexto.

La madrugada del 28 de julio, la pareja de Yesenia intentó entrar al pequeño departamento donde estaba ella, el hijo de ambos, de 7 años, y Yenifer. “Mi hermano ya estaba dormido. Y a eso de las 11:30 empezó a tocar la puerta, queriendo pelear. Mi mamá le dijo: ‘Si no te vas, voy a llamar a la policía’. Entonces él se fue”, describe Yenifer. Pero volvió. “Como vio que la policía nunca llegó, regresó”. Yesenia no había hecho la llamada de emergencia.

Los datos del Departamento de Justicia de California indican que, en 2023, más de la mitad de los crímenes en contra de mujeres (59%) se perpetraron en una residencia. Así pasó con Yesenia. Fernando entró sigilosamente y ella lo vio pero no entendía qué ocurría. Estaba oscuro. Fernando la apuñaló cinco veces en el corazón e intentó hacer lo mismo con Yenifer. “Las últimas palabras que le dijo a mi mamá fueron: ‘Mija, yo te lo dije, esto no iba a terminar bien, tú te lo merecías’”, relata la hija, que logró sobrevivir al ataque y ahora está a cargo de su hermano. Ha pasado más de un año desde entonces. “Las cicatrices fueron sanando, pero el dolor quedó ahí para siempre”.

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