Descifrando la campaña republicana para el voto latino: la apuesta por no suavizar el discurso
Ante el hermetismo generalizado de los cuarteles de Trump, desde fuera se aprecia una estrategia que se esfuerza por no diferenciar al electorado latino del general
Ramiro González agarró el micrófono y se dirigió al expresidente Donald Trump: “Soy un republicano, aunque ya no estoy registrado, y quiero darle la oportunidad de que se gane mi voto de vuelta”. Sucedió en el foro con ciudadanos organizado por Univision en Miami el pasado miércoles. Era una oportunidad servida en bandeja de plata para hablar directamente a un votante latino y demostrarle por qué él representa el mejor camino de futuro para Estados Unidos. Trump —en varios minutos de respuesta en los que minimizó las preocupaciones de González sobre el asalto al Capitolio al decir que el 6 de enero de 2020 fue “un día de amor”, atacó al presidente Joe Biden y habló sobre la frontera— optó por rechazar la oportunidad. “Espero que algún día obtendremos su voto. Suena a que tal vez no, pero eso está bien también”, dijo al acabar.
El voto latino será decisivo en estas elecciones como nunca antes. Con una población récord, el electorado hispano compone un porcentaje importante en varios de los Estados bisagra, los que definirán el resultado de las elecciones, como Nevada, Arizona o Pensilvania. Además, con un 15% de los latinos todavía indecisos sobre por quién votarán en esta recta final, atraer sus apoyos puede ser una de las apuestas clave de las campañas de ambos partidos.
Con este contexto específico, dentro de una de las elecciones más reñidas de las que se tiene memoria, es lógico pensar que existe una estrategia detallada para buscar ese esquivo “voto latino” que, según tantos expertos y analistas, tiene el potencial de inclinar la balanza a cualquier lado. De hecho, desde su aparición en la escena política, Trump ha mejorado paulatinamente sus apoyos entre la comunidad latina, generando infinidad de teorías de por qué eso puede ser: un conservadurismo innato entre los latinos, mayor asimilación entre las nuevas generaciones y, por lo tanto, resonancia de los mensajes nacionalistas, o el crecimiento del evangelismo son algunas entre muchas.
Sin embargo, dentro del Partido Republicano, una estrategia explícita para sumar apoyos entre los latinos parece inexistente o simplemente inaccesible. Este periódico no recibió respuesta a diversos intentos de contacto con la campaña de Trump y su partido. Los medios más reputados del país, que han hablado hasta la saciedad del voto latino, no han reportado acerca de ello; los más cercanos al partido tampoco; y los expertos, académicos y antiguos estrategas políticos convertidos en analistas, a pesar de sus redes de contactos, no han revelado un plan de campaña y solo han podido intentar descifrarlo desde fuera.
Para entender qué se ha hecho diferente en esta campaña, es imprescindible tener en cuenta lo que siempre se ha hecho, señala la profesora Mindy Romero, directora del Centro para una Democracia Inclusiva de la Universidad del Sur de California (USC). “Ambos partidos siempre tienen campañas de alcance para los latinos, pero históricamente esos esfuerzos se quedan cortos”, explica Romero.
Los modelos de los partidos han tendido a definir a los latinos como votantes poco propensos al voto, y por lo tanto, se dedicaban menos recursos y esfuerzos por buscarlos e intentar convencerlos comparado con otros grupos. El resultado, dice Romero, fueron campañas, elección tras elección, que se limitaban a mandar correspondencia electoral en español, pero solo en distritos contestados, en hacer algún acto de campaña “latino”, con mariachis o un grupo de salsa, y poco más. “El objetivo normalmente era más demostrarle a las bases que se estaba en contacto con la población latina, que buscar nuevos votos en el seno de la comunidad”, dice la investigadora, que se enfoca en la intersección entre el comportamiento político y etnicidad.
Este año los republicanos han hecho un poco de esto con estructuras, avaladas por la campaña oficial aunque no directamente parte de la misma, sobre el terreno y nutridas de voluntarios para repartir información electoral en zonas clave con alta población latina. Asimismo, se divulgan correos en español y hasta se lanzó un anuncio en el que se cambió la letra de la popular canción de salsa Juliana, para que dijera “Kamala, qué mala eres”. No ha sido una avalancha ni mucho menos.
Pero el contenido de los mensajes de la campaña no han cambiado para ser dirigidos al electorado latino. Apoyados en las encuestas que demuestran que el tema que más preocupa a los hispanos en Estados Unidos es la economía, el mismo que para la población en general, los republicanos parecen haber decidido que no tienen por qué tratar al votante latino diferente que al votante promedio. Esto incluso se puede ver en la todavía menor presencia del español en la campaña republicana que en ciclos pasados, ya que un 80% de los latinos en el país se informan predominantemente en inglés, según cifras del centro de estudios Pew.
“No he visto una campaña de Trump obvia y transparente, ni una que esté bien informada sobre las diferencias dentro de la comunidad latina”, dice Romero, antes de valorar el impacto del mensaje antiinmigración que es central en la campaña: “Trump traza una fina línea especialmente en el tema de la inmigración. Este año está dándole todavía más fuerte al tema, incluso cuando está hablando con latinos, porque tiene que demostrarle a sus seguidores que va en serio”. La forma en que ha encontrado que puede mantener su discurso fuerte sin alienar a los votantes latinos es enfatizar que su objetivo son los migrantes ilegales.
A estas alturas, la intuición de que la retórica antiinmigración del expresidente y la manera despectiva en la que habla de los migrantes, mayoritariamente latinos, es una sentencia de muerte para su apoyo entre la comunidad ha quedado desacreditada por los hechos. Y con el foco en la inmigración ilegal, los latinos que ven una crisis en la frontera pueden compartir el rechazo a los nuevos migrantes sin sentirse incoherentes, ya que la mayoría de ellos nació en el país o inmigró por vías legales.
Incluso, no matizar su mensaje frente a los latinos puede estar teniendo otro efecto: hacer sentir a la población latina finalmente asimilada de verdad y considerada una parte del país, y ya no como extranjeros perpetuos. Es una idea que la estratega política y periodista Paola Ramos ha teorizado como central en la gravitación de ciertos sectores de la comunidad latina a la extrema derecha en Estados Unidos. De hecho, se puede escuchar en los medios conservadores en español que hay en el país, con una audiencia muy potente en Florida o Texas. En un programa promedio de alguna de estas cadenas no es raro oír comentar que “los demócratas son racistas porque cambian sus mensajes” dependiendo del grupo con que están y, en cambio, los republicanos “le hablan a todos igual”.
Los medios conservadores, en inglés o en español, también pueden estar jugando un papel importante en la campaña de Trump. La cadena Fox News, rey de los ratings y de los medios de derecha en Estados Unidos, es la líder con la comunidad latina. Y hace menos de una semana, sin ir más lejos, han lanzado un programa diario en la tarde en español. En el ámbito local, los medios que sin tapujos apoyan al candidato republicano y atacan a los demócratas constantemente también son líderes de audiencia. En Miami, la estación La Nueva Poderosa, una radio conservadora que hace parte de un grupo de medios religiosos en español a nivel nacional, es la más escuchada entre los latinos de todas las edades y en todas las franjas horarias.
Estos hábitos informativos, que incluso son opacados por los latinos que se informan por redes sociales, ayudan a formar las opiniones de las personas y pueden contribuir a explicar el atractivo que los votantes ven en la retórica de Trump. También hay estudios que señalan que por estas mismas razones los latinos son el segmento de la población más susceptible a la desinformación, una de las armas más recurridas del arsenal del trumpismo.
A dos semanas de la fecha de estas elecciones analizadas hasta la saciedad, la inclinación final del voto latino es una de las mayores incógnitas que quedan. Y cuando ya se sepa quién será el próximo presidente de Estados Unidos, los titulares posteriores a las elecciones desmenuzarán el éxito o fracaso de la “estrategia no-estrategia” de la campaña de Trump para ganar a los votantes latinos.
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