Los micrófonos terapéuticos por la inclusión de Radio Gurugú
Un centro de atención a personas con enfermedades mentales en Palencia lleva 10 años con un programa para ayudar a los usuarios
Las paredes hablan en el centro de las Hermanas hospitalarias de Palencia. “No somos 40, pero somos principales”, rezan carteles escritos con espray y colgados sobre hueveras pegadas a los muros. Insonorización casera que envuelve una modesta mesa técnica y varios micrófonos ante los que se sientan tres usuarios de este espacio, que trata a personas con discapacidad, con enfermedades mentales o mayores. Una de las terapias, que con sus 10 años de ...
Las paredes hablan en el centro de las Hermanas hospitalarias de Palencia. “No somos 40, pero somos principales”, rezan carteles escritos con espray y colgados sobre hueveras pegadas a los muros. Insonorización casera que envuelve una modesta mesa técnica y varios micrófonos ante los que se sientan tres usuarios de este espacio, que trata a personas con discapacidad, con enfermedades mentales o mayores. Una de las terapias, que con sus 10 años de duración se ha convertido en la más prolongada del lugar, consiste en un programa semanal de radio que relata las noticias de intramuros y ha entrevistado a más de 400 invitados. Se ruega silencio: comienza Radio Gurugú.
Los tres locutores aún sienten el gusanillo de las ondas cuando van a grabar. Enrique Picayo, el más veterano con ocho de sus 68 años en antena; José Luis Valencia, de 74 y siete en el estudio; y Lidia Ledesma, de 62 y dos en el proyecto, aguardan durante la semana este rato en las ondas que comenzó como entretenimiento en estas amplísimas instalaciones a las afueras de la ciudad y que con tesón se ha hecho hueco en la parrilla local: la cadena Ser de Palencia emite cada semana este contenido, creado por y para la inclusión. Los tres locutores han acumulado una experiencia que les hace locutar sin dubitar cuando Eva Varona y Ana de la Huerta, las responsables del programa, les dan la señal. Ledesma explica que ella algo de radio sabía, pues en su día estudió Artes y tuvo como profesor al presentador Pepe Navarro. Picayo, de origen gallego, participó en una emisora en un hospital en el que pasó un tiempo y comenta que fue compañero de clase del expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy (PP), con quien charló la última vez que acudió a Palencia: “Me dijo que estaba igual, que solo me faltaba pelo”.
Una mañana con ellos revela que el objetivo de los talleres se cumplen. Allí han aprendido a trabajar en equipo, la empatía, las capacidades comunicativas y han afianzado el compromiso. Valencia detalla que el nombre de Radio Gurugú se eligió por votación popular porque el inmueble, de más de un siglo de historia, “está sobre una colina de Palencia a la que llamaban Gurugú”, como el monte del norte de Marruecos. Varona y De la Huerta sonríen al escucharlos. “Lo sentimos como algo nuestro, hay mejoría desde los primeros programas y durante la semana preparan los siguientes”, describen las trabajadoras. Valencia resume esa emoción con un sincero “cuando cojo la alcachofa, me pierdo”. Tanto trabajo también trae reconocimiento, algo que hace brillar ojos y permite atisbar sonrisas tras las imprescindibles mascarillas de este espacio cerrado. El equipo asegura que alguna vez los han reconocido en bares o farmacias palentinas “solamente por la voz” y que sus compañeros dejan de comer cuando los viernes a esa hora la Ser difunde la sesión radiofónica del día.
Las cuidadoras celebran la expansión de esta aventura, que una vez al año convoca un maratón de radio inclusiva para evidenciar que “son personas con capacidades diferentes, tienen mucha motivación y el programa se está replicando en centros de Santander y Zaragoza”. Tal es el efecto que Ledesma, que antes de encarar el micrófono se comunica a gran velocidad —”¡Me precipito, debería hablar más pausado!”—, cambia de tono cuando llega su momento. El sueño de estos reporteros es seguir creciendo e incorporar nuevas voces al Gurugú, como reconoce Picayo: “Queremos que crezca la audiencia y más gente con nosotros”. Más dudas muestran sobre quién sería su entrevistado ideal, aunque Ledesma salta con esa espontaneidad tan bien recibida en estos programas: “¡Al Papa Francisco, que estamos en un centro religioso! A ver qué dice Paquito”.
Los programas van dedicados a una esquina del estudio, donde homenajean a viejos colaboradores que murieron. Allí guardan fotos y cartas que dejaron antes de fallecer, como el recuerdo de un radioaficionado en silla de ruedas, experiodista, que presumía de ser la “unidad móvil”. La antigua compañera Elena les reconoció esta función al escribir su despedida: “Mi vida ha transcurrido entre luces y sombras, pero aquí he aprendido a ver el lado positivo de las cosas”.
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