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España renuncia a participar en Eurovisión tras la decisión del certamen de admitir a Israel

La Asamblea General de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) ha aprobado este jueves las nuevas normas en el concurso y, por tanto, la presencia de Israel. Países Bajos, Eslovenia e Irlanda también renuncian a estar en la próxima edición

España, Países Bajos, Eslovenia e Irlanda han confirmado este jueves que no participarán en Eurovisión 2026. La 95° Asamblea General de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) -organizadora del festival de Eurovisión-, que se celebra este jueves y viernes en Ginebra (Suiza), ha decidido apoyar que Israel participe en la edición de 2026, al aprobar sus miembros las nuevas medidas propuestas la semana pasada. La salida del festival implica además que RTVE no emitirá la final, según ha anunciado la cadena pública española en un comunicado, aunque sí participará el sábado 13 de diciembre en Eurovisión Junior, la versión infantil del concurso, según ha confirmado el ente a este periódico.

El objetivo de la reunión de este jueves era debatir y votar el nuevo paquete de medidas anunciadas el 21 de noviembre para atender las inquietudes sobre el sistema de votación manifestadas por varios países miembros de la UER, organización a la que pertenecen 113 emisoras de radio y televisión de 56 países. Se requería una mayoría simple para que sea aprobada. Las nuevas normas han salido adelante con 738 votos a favor de las nuevas medidas, 264 en contra y 120 abstenciones.

Durante la reunión, RTVE y las cadenas de otros siete países solicitaron por escrito la votación secreta en la Asamblea. La presidencia de la UER denegó a la cadena pública española la realización de una votación específica sobre la participación de Israel, explica RTVE. “Esta decisión acrecienta la desconfianza de RTVE en la organización del festival y confirma las presiones políticas en torno al mismo”, detalla el ente en su comunicado posterior.

El Consejo de Administración de RTVE había acordado en septiembre que España se retiraría de Eurovisión si Israel continuaba, en un acto de sanción por la masacre perpetrada por este país en Gaza y su “incumplimiento sistemático” de las normas del propio concurso. Hace una semana, el presidente de la corporación, José Pablo López, explicó en el Senado que las medidas anunciadas por la UER para conciliar todas las posturas son insuficientes. En el comunicado de este jueves, el secretario general del ente, Alfonso Morales, defiende la decisión: “La situación en Gaza, a pesar del alto el fuego y la aprobación del proceso de paz, y la utilización del certamen para objetivos políticos por parte de Israel, hacen cada vez más difícil mantener Eurovisión como un evento cultural neutral”.

Entre las medidas aprobadas se incluye que las emisoras y los artistas en competición no puedan participar activamente, facilitar ni contribuir a campañas promocionales de terceros que pudieran influir en el resultado de la votación popular. El número máximo de votos por método de pago (ya sea en línea, SMS o llamada telefónica) se reduce de 20 a 10 participaciones, lo que hace más complicado que campañas organizadas puedan influir en el televoto. Además, se recupera el voto del jurado profesional en las semifinales, que desde la edición de 2022 solo participaba en la final, por lo que los países clasificados para ella quedaban en manos estrictamente del público.

La división de posturas de los distintos participantes en la organización muestra una fractura total en el seno de Eurovisión. Ante esta situación tan compleja, la UER ha fijado una fecha excepcionalmente tardía para que los miembros anuncien su decisión de formar parte del certamen el próximo año. Tendrán que informar antes del 15 de diciembre, mientras que la lista oficial de participantes se anunciará antes de Navidades, según la organizadora del festival.

Otro grupo de países, como Suiza, Austria y Alemania, habían asegurado justo lo contrario que España ante la reunión de este jueves: se irían si Israel era expulsada. En este caso, la situación para Eurovisión hubiese sido aún más grave. No solo porque Alemania es miembro del Big Five, junto a España, Francia, Italia y Reino Unido, los cinco países que más dinero aportan al presupuesto de la UER y, por tanto, a la celebración del festival. Además, Austria es la anfitriona de la edición de 2026 del festival. El canciller del país, Christian Stocker, llevaba meses defendiendo que Viena no debía organizar el evento si se expulsaba a Israel.

Mientras que participantes como Francia, Dinamarca y Serbia ya habían asegurado su plaza en Eurovisión 2026 con independencia de la presencia de Israel, otros se mantienen en duda y anunciarán su decisión en los próximos días. En este grupo de indecisos se encuentran Portugal, Islandia y Noruega.

Compensar las ausencias

El baile de participantes es total. Ante la previsible baja de varios miembros para este 2026, la UER ha tanteado en los últimos meses a otros países para que se incorporen a la competición que tendrá lugar en mayo. Bulgaria, Moldavia y Rumanía, que ya han participado en el pasado en Eurovisión, se han mostrado dispuestos a regresar.

La organización ha pensado incluso en nuevas incorporaciones, como la de Kazajistán, que ya ha participado en Eurovisión Junior. Mucho más disparatada parece la llegada de Canadá. La opción de invitar a formar parte del evento al país norteamericano se ha considerado y no resulta del todo imposible, teniendo en cuenta que desde hace años compite en él Australia, aunque sin opción a ser anfitriona.

Las consecuencias de que varios países abandonen el festival por la polémica que ha generado que Israel siga en él son tanto económicas como mediáticas. Cada país aporta una cantidad económica por participar en Eurovisión y por obtener sus derechos de emisión. En el caso de los países del Big Five, la cifra ronda los 350.000 euros por cada uno. El resto de los participantes pagan una cuenta inferior, pero la marcha de varios de ellos supone también la pérdida de millones de euros destinados a organizar el festival.

Por otro lado, las elevadas cifras de audiencia que obtiene la gala final de Eurovisión es otro de los factores que más atraen a los patrocinadores, siendo el principal de ellos precisamente una empresa israelí de cosméticos, Moroccanoil. En 2025, la final celebrada en Basilea (Suiza) alcanzó los 166 millones de espectadores en 37 países diferentes, disparando además su alcance en redes sociales, según datos de la propia UER. Los países que se retiren no emitirán la edición de 2026, lo que supondrá un descenso en ese amplio alcance del que presume la organización.

Como RTVE ha anunciado ya que no emitirá la final del certamen, la UER puede vender los derechos de emisión a otra operadora española, como la FORTA (unión de las cadenas autonómicas) o cadenas privadas como Antena 3 o Telecinco.

Mientras todo este caos se ha originado en el seno de Eurovisión en los últimos meses, la KAN, cadena pública israelí, ha seguido avanzando con normalidad en su proceso de selección de su candidato para 2026.

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