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Mazón no conoce a la madrastra de Blancanieves

El ‘president’ estaba diseñando su tele: no se le podía interrumpir con alertas

Maribel Vilaplana quería quedarse fuera de foco y ha conseguido justo lo contrario: la jueza de la dana la ha citado, y su declaración del 3 de noviembre concentrará todos los focos y marcará el aniversario de la riada. Los que vemos muchas series policiales tenemos muy n...

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Maribel Vilaplana quería quedarse fuera de foco y ha conseguido justo lo contrario: la jueza de la dana la ha citado, y su declaración del 3 de noviembre concentrará todos los focos y marcará el aniversario de la riada. Los que vemos muchas series policiales tenemos muy naturalizado aquello de que todo lo que digas puede ser usado en tu contra.

No sé si el testimonio de Vilaplana acotará las responsabilidades de Carlos Mazón aquel 29 de octubre, aunque dudo que sirva para exonerarlo. Para el juicio político, importa poco si salió a una hora o a otra, o si este le ofreció el cargo de directora de la radiotelevisión valenciana o pasaron el rato en lo que Vilaplana llama “una sesión de consultoría de comunicación en la que se abordaron cuestiones propias de mi especialidad”. Importa también poco, por más que ella insista al denunciar el acoso que recibió, si el episodio de El Ventorro es una escena chusca de un señor poderoso que quiere dejarse querer por una mujer atractiva a la que promete el oro y el moro profesional. Mazón no antepuso su responsabilidad en la dana por una sobremesa banal en El Ventorro, sino porque, en su escala de prioridades, la televisión autonómica estaba muy por encima de cualquier contingencia. El president estaba diseñando su tele: no se le podía interrumpir con alertas.

Les viene bien a los presidentes regionales que RTVE acapare todas las críticas de intervencionismo y propaganda, así casi nadie se entera de lo que hacen con esos canales en los que imparten doctrina, conforman la opinión más conformista, crean identidades de campanario, pagan favores y afianzan redes de intereses. Aunque su influencia es desigual (decreciente en las zonas urbanas), la mayoría de las teles públicas regionales tienen un tirón fuerte en los pueblos y en la población de mayor edad, dos bocados demoscópicos tan apetitosos como lo que El Ventorro ofrece fuera de carta.

La paradoja —divertida, si no hubiera tantos muertos que llorar— es que Mazón perdió su reputación mientras hacía planes para crearse un busto. Negociaba con Maribel Vilaplana en El Ventorro las bases de un cultillo a la personalidad. Obsesionado por lo guapo que iba a salir en À Punt, no entendió que su vida política, y quién sabe si su derecho al sufragio pasivo, dependía de que saliera corriendo y se pusiera al frente de la crisis. Se olvidó Mazón de la madrastra de Blancanieves, perdida por mirarse tanto en el espejito.

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