Pedro Piqueras: tan periodista, tan de Albacete
Ha sido una presencia constante en nuestras pantallas como presentador de informativos. En TVE, en Antena 3 y en Telecinco. Ha estado siempre ahí, contando lo que pasaba durante un rato para irse después a su casa, de manera discreta
A Pedro María Piqueras Gómez (Albacete, 70 años) no le hace demasiada gracia que se le reduzca a un adjetivo después de más de medio siglo ejerciendo el oficio. Asegura que “apocalíptico” lo dijo apenas dos o tres veces en su vida, aunque sea el latiguillo al que se recurre en todas y cada una de las imitaciones que se han hecho de él. ¿Que lo dijo? Sí, pero muy poco, así que hablemos de otras cosas que sí ha hecho, y mucho.
Ha sido una presencia constante ...
A Pedro María Piqueras Gómez (Albacete, 70 años) no le hace demasiada gracia que se le reduzca a un adjetivo después de más de medio siglo ejerciendo el oficio. Asegura que “apocalíptico” lo dijo apenas dos o tres veces en su vida, aunque sea el latiguillo al que se recurre en todas y cada una de las imitaciones que se han hecho de él. ¿Que lo dijo? Sí, pero muy poco, así que hablemos de otras cosas que sí ha hecho, y mucho.
Ha sido una presencia constante en nuestras pantallas de televisión como presentador de informativos. En TVE, en Antena 3 y en Telecinco, aunque también hiciera carrera en el Diario Pueblo y en Radio Nacional de España. Ha estado siempre ahí, contando lo que pasaba durante un rato para irse después a su casa, de manera discreta, como discreta es la forma en la que ha llevado su vida privada.
Se sabe, porque lo ha contado él a quien ha querido, que apenas le ha interesado nunca el poder. Poder entendido como estar ahí, con los focos a su persona, convertido en noticia, invitado a fiestas, estrenos y saraos de todo pelaje. “Siempre he estado de paso”, le contó en EL PAÍS a la periodista Eva Baroja en una entrevista con motivo de la publicación de su libro Cuando ya nada es urgente. Llegar, saber estar e irse, editado por Harper Collins. Una obra en la que se cuenta a sí mismo, a pesar de su pudor, y de paso dibuja al país en el que ha crecido.
Se sabe también que disfruta mucho de Albacete y su feria, de sus gallinas y sus perros. Que ha tenido siempre claro que el periodismo es un trabajo como otro cualquiera. Una persona que trabajó con él durante muchos años recuerda una de sus primeras conversaciones. “Le encargaron algo que no nos convencía demasiado, y le recordé que éramos independientes. Su respuesta fue: ‘No somos independientes, lo voy a hacer”.
Es un rostro vinculado a Mediaset, un grupo al que llegó cuando no existía Cuatro. El aterrizaje no fue fácil porque, nada más llegar, Juan Pedro Valentín, director entonces de informativos, fue despedido. Así que al de Albacete, que se suponía que solo iba a presentar el telediario de la noche, le encargaron ocupar también ese hueco. “La despedida de Valentín fue entre los aplausos del equipo, que lo adoraban. Imagina lo difícil que fue para él llegar con ese ambiente, pero se trabajó a la Redacción muy poco a poco. Dos años después lo quería todo el mundo”, recuerda una de las personas que lo ha tratado durante todo el tiempo que pasó en el grupo.
Un tiempo en el que no todo fue sencillo. Más allá de las dificultades adheridas a cualquier trabajo, a Piqueras se le atacó desde los medios. Dentelladas que le hicieron huella, porque no es de los que van con coraza por la vida. “Se mostró amable a pesar de su vulnerabilidad, porque no fue fácil. Afortunadamente, y a pesar de los golpes que recibió, profundamente injustos, la persona no cambió”, recuerda alguien que compartió con él esa etapa. “Es tan amable… habla siempre despacio y te transmite que lo más importante es la conversación contigo. Te pone en el foco, como si nada fuera urgente”, cuenta otra periodista que trabajó en informativos.
“Pedro es encantador. Era de los pocos presentadores que siempre saludaba a todo el que se cruzaba, y cuando lo hacía con alguien de Sálvame no le importaba pararse y preguntarle por alguna trama del programa. Estaba al día de todo”, explica una de las personas de ese equipo. Porque no apocalípticas, pero sí apoteósicas fueron algunas de las transiciones del programa de las tardes de Telecinco durante 14 años y el informativo de Piqueras, con momentos memorables como aquel en el que Raquel Mosquera, viuda del boxeador Pedro Carrasco, le dio paso mandándole besos, o aquella escena de Anabel Pantoja completamente desnuda y sentada en un jardín haciendo frente a la nieve de Filomena. Y Piqueras ahí, ocupando media pantalla, con el rostro tranquilo y una intuye que el cerebro incapaz de dar crédito y conteniendo la risa.
Piqueras es un periodista que pensó en jubilarse hace años, después de tantas escaletas y tantas noticias y a pesar de su temor a parar y venirse abajo. Pero llegó la pandemia y le pidieron que se quedara. Y fue ahí, dice, cuando descubrió de nuevo el periodismo y lo que implica. Contarle a España cada noche lo que tú decides que importa en el mundo. Y porque, como cuenta una ex presentadora de la cadena, “lleva el oficio en la sangre, quiere seguir y se le nota”.
Aunque un día se fue. En una despedida de un minuto y cuarenta segundos en la que optó por la gratitud en vez de por el rencor. “Estoy muy agradecido a todos los que me han enseñado este oficio y a ustedes por permitirme entrar en sus casas (…) Les deseo tiempos de menor crispación, de más justicia y más felicidad”, dijo. Y dio paso a su sustituto, Carlos Franganillo, procedente de TVE, donde ahora ha vuelto Piqueras como tertuliano y analista del programa Mañaneros. Un enganche al periodismo del que no parece querer desprenderse. “Sigue visitando a los compañeros de la Redacción. De hecho, apareció hace poco con una caja de Miguelitos”, cuentan. Miguelitos, ese pastel de hojaldre relleno típico de La Roda. Tan de Albacete como Piqueras.