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La serie perdida y maldita de Giuseppe Tornatore, ‘El camorrista’, se estrena al fin cuatro décadas después

El director filmó en 1985 el ascenso y caída del jefe mafioso Raffaele Cutolo a la vez en una película, retirada de las salas por la justicia, y en una producción de cinco episodios, que ni llegó a estrenarse hasta ahora

Todo preparado. Cada uno en su sitio. Entonces el director, Giuseppe Tornatore, se puso tras la cámara: “¡Acción!”. Un abogado salía de la Corte de Nápoles, dos mafiosos se acercaban con una moto y le acribillaban las piernas. Ficción, pero inspirada en un suceso real. Y en la ...

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Todo preparado. Cada uno en su sitio. Entonces el director, Giuseppe Tornatore, se puso tras la cámara: “¡Acción!”. Un abogado salía de la Corte de Nápoles, dos mafiosos se acercaban con una moto y le acribillaban las piernas. Ficción, pero inspirada en un suceso real. Y en la guerra criminal que sacudía de verdad la ciudad en esos mismos años, los ochenta. Tanto que, al oír los disparos, varios transeúntes se pusieron a gritar; hubo vecinos que corrieron al balcón. Y, desde el último piso del tribunal, dos policías apuntaron sus metralletas hacia los sicarios en fuga. Solo un aviso gritado por megafonía, como recuerda un jovencísimo Tornatore en un viejo vídeo del Archivo Luce, evitó problemas aún mayores. Aunque para la serie que filmaban, El camorrista, las dificultades solo acababan de empezar: afrontó escándalos, pleitos, secuestros. Pudieron terminarla, pero no estrenarla: del plató fue directa a un cajón de los estudios Titanus. Ahí se pasó cuatro décadas oculta, inédita y, poco a poco, olvidada. Hasta ahora.

Desde el pasado jueves los cinco capítulos pueden al fin verse en AMC + (disponible en España en Vodafone TV, Prime Video y Apple TV Channels), después de debutar en el festival de cine de Roma. Al director, primerizo en 1985, le ha dado tiempo a hacerse célebre, ganar un Oscar por Cinema Paradiso y lanzar filmes aplaudidos como La leyenda del pianista en el océano o Al mejor postor. A la serie, mientras, la han llamado “perdida” o “maldita”, lo que ha alimentado leyendas a su alrededor. “Es un milagro que salga”, celebra al teléfono su coprotagonista, la actriz española Laura del Sol, entonces veinteañera. Ella misma vio la obra completa por primera vez el pasado lunes. El estreno, eso sí, llega tarde para su compañero de reparto, la estrella Ben Gazzara: falleció en 2012.

Siempre se supo que la serie contaba ascenso y caída de Raffaele Cutolo, que fundó la Nueva Camorra Organizada (NCO) y ahogó en la sangre a los demás clanes criminales de Nápoles entre los setenta y los ochenta. Desde la cárcel, donde estaba encerrado por un homicidio, el profesor ―como le apodaban― fue eliminando a sus rivales hasta levantar una de las organizaciones mafiosas más poderosas de la historia italiana. También gracias a su hermana Rosetta, encarnada por Del Sol, capa y cara visible fuera de las rejas.

Tornatore quiso mostrarlo en la pantalla justo cuando acababa de suceder. De ahí que El camorrista resultara muy adelantada: por el formato, que anticipaba la edad de oro de la televisión; por iluminar, cuando apenas se había hecho, la oscuridad que rodeaba a la camorra, incluidos sus lazos con el Estado o la Iglesia. Y por los debates que generó, entre la denuncia y el riesgo de teñir de épica y glamur a un criminal. Eran años sangrientos, inciertos, difíciles: en 1983 Cosa Nostra, la mafia siciliana, asesinó al juez Rocco Chinnici y le declaró la guerra al Estado. Murieron otros magistrados, como Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, así como decenas de policías, y civiles. Hubo juicios, condenas, pero también pistas falsas, misterios aún irresueltos. Tanto la sociedad como la cultura empezaron a romper la omertá hacia la criminalidad organizada, hasta que Roberto Saviano se atrevió en el libro Gomorra a acusar con nombre y apellido a los camorristas. Y sigue llevando escolta por eso. Antes de cada capítulo, El camorrista colocaba en la pantalla un mensaje que se mantiene vigente: “Los autores han intentado realizar un fresco contra la violencia […] con la esperanza de que el espectador traiga ulteriores motivos para creer que la ley del Estado resulta insustituible”.

“Durante el rodaje existió mucha tensión. Por un sí o un no, salían rápidamente las pistolas. Tuvimos guardaespaldas que no veíamos. Y hubo camorristas escondidos en la propia producción. Sentimos miedo. Y cuando salió y la gente de la NCO puso tantísimos problemas, también mucha frustración”, rememora Del Sol. La serie nunca emplea el nombre de Cutolo, igual que la novela de Giuseppe Marrazzo, en la que está basada. Ni así, sin embargo, esquivó los obstáculos que torpedearon y acabaron bloqueando su avance. El propio escritor pactó con Tornatore participar en el guion, pero murió pocos meses después de firmar su visto bueno al proyecto. El cineasta sí contó con el apoyo del todopoderoso productor Goffredo Lombardo, impulsor de El gatopardo o Rocco y sus hermanos, entre otros. Con el rostro famoso de Gazzara. O con la banda sonora de Nicola Piovani, futuro ganador de un Oscar por La vida es bella. Aun así, no bastó.

“Mediamos entre la necesidad de hacer un discurso sobre algunas realidades sociales y la del público de ser puesto frente a un espectáculo”, subrayaba Tornatore en la entrevista en vídeo del Archivo Luce. El resultado llegó a las salas en 1986 con la película homónima, que el director filmó a la vez que la serie, para reducir los costes. Pero el largo, enseguida, pasó de los cines a los tribunales. La primera demanda vino de Enzo Tortora, protagonista de otra serie italiana reciente sobre la camorra y los ochenta: Portobello, de Marco Bellocchio, que reconstruye la falsa acusación de afiliación a la NCO que hizo tambalear la vida de ese famoso presentador de televisión. Aunque Tortora constató que El camorrista nada tenía que ver con él y dejó caer el caso, como recuerdan varios medios italianos.

De Cutolo, en cambio, era evidente que el filme hablaba largo y tendido. Así que los abogados del capo exigieron el secuestro del largo por “lesión al decoro y la reputación”, pero se encontraron con el rechazo de la justicia. “Una vez, cuando fue entrevistado entre rejas, declaró: ‘Siento que este filme lo haya hecho un siciliano’. Fue algo amenazador, le había molestado. El productor me dijo que tuviera cuidado con quién me encontrara”, contó Tornatore. Finalmente, el político democristiano Ciro Cirillo también presentó una querella por difamación agravada, al darse por aludido como inspiración para uno de los personajes. Logró que la policía se llevara el rollo del filme de los estudios Titanus en 1987 y que la película fuera retirada de las salas, tan solo unos meses después de su debut. El proceso duró cinco años, hasta que en 1991 un juez falló a favor del largo. Mientras, sin embargo, su carrera comercial estaba acabada. La serie ni la empezó, por si acaso tuviera que afrontar el mismo destino. Solo recuperó la película alguna emisora local.

Es una de las primeras series sobre la camorra, una obra completa y moderna, que cuenta con pelos y señales lo que ocurre, allí donde ocurre”, reflexiona Del Sol. Fue Guido Lombardo, responsable de Titanus después de su padre, Goffredo, quien recuperó el material y propuso a Tornatore su restauración. El director se mostró encantado, y en el festival de cine de Roma de 2023 pudo presentar al fin su serie. Aunque la noticia no solo suscitó alegrías. Claudio Salvia, funcionario de la prefectura de Nápoles que tenía tres años cuando su padre Giuseppe, vicedirector de la prisión de Poggiorale, fue asesinado por la NCO, se declaró “indignado” y “consternado”. Dijo que pasó la noche previa sin dormir, que el lanzamiento le reabrió viejas heridas y dolores y que, en lugar del enésimo retrato de mafiosos, echaba en falta más interés hacia quienes los combaten.

“Solo puedo esperar que toda la recaudación se destine a recalificar territorios demolidos por la camorra”, agregó Salvia. Tornatore, preguntado por La Repubblica, expresó máximo respeto y respondió: “En el momento, nadie tuvo nada que decir, porque se entendió por lo que era, un acto de denuncia y una oportunidad de conocer mejor el fenómeno para reforzar la lucha en su contra. Por supuesto, se puede decir que es una obra pésima, fotografiada o montada mal, pero no que sea un insulto a las víctimas”. El público, por primera vez, podrá tener su opinión, aunque sea 40 años después. Raffaele y Rosetta Cutolo ya no están, pero dejaron atrás decenas de vidas destruidas. La serie sobre ellos vuelve tras desaparecer durante cuatro décadas de la memoria. El sufrimiento que causaron, en cambio, siempre ha sido inolvidable.

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