Ir al contenido

Nuevo viejo curso televisivo

Cabe preguntarse dónde están los peores enemigos de los canales en abierto, si en las plataformas, los canales de pago e internet o en sus propias filas

Nos empeñamos en creer que en septiembre los adultos también estrenamos cuaderno, cuando deberíamos rendirnos a la evidencia: que el nuevo curso traiga novedades es patrimonio casi exclusivamente escolar. Eso me digo para tratar de sobreponerme al desinterés que me provoca el ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Nos empeñamos en creer que en septiembre los adultos también estrenamos cuaderno, cuando deberíamos rendirnos a la evidencia: que el nuevo curso traiga novedades es patrimonio casi exclusivamente escolar. Eso me digo para tratar de sobreponerme al desinterés que me provoca el repaso de la parrilla televisiva de la nueva temporada. Y eso que yo no soy Carlos Boyero, que a mí me encanta la televisión. Verla y hacerla. Pero con los mimbres con los que comienza el curso, me pregunto si les gusta a los que tienen el poder de decidir qué televisión generalista se hace en España.

Es comprensible que en su continuado y tranquilo liderazgo, Atresmedia haya decidido seguir la política de “Si no está roto, no lo arregles”, aunque precisamente manteniendo sus puntales, podrían arriesgar en otras franjas. Lo de Mediaset escapa de cualquier lógica, más allá de la del boxeador que se ha quedado sonado después de haber recibido una somanta de golpes —solo un grupo a la deriva podría vender como gran novedad el cambio de Joaquín Prat Jr. a la tarde—. Y en RTVE, salvo por el cambio de presentadores en los informativos, las novedades se reducen al nuevo formato presentado por Gonzalo Miró y Marta Flich, y a una carretada de talents de famosos. Porque si ya les funcionaba bien que cocinaran y que cosieran, ahora además se van a ir de viaje —no como la madre de Fani, sino de verdad— en Hasta el fin del mundo y van a decorar en DecoMasters.

He comenzado diciendo que los adultos estamos condenados a la rutina perpetua para tratar de consolarme ante este panorama, pero sé que no es cierto. De la misma manera que La revuelta supuso un revulsivo en la temporada pasada, otros espacios, otros movimientos, otras estrategias podrían haberlo sido en esta. El ninguneo a la ficción —salvo a las series de la tarde— es más patente que nunca. La ausencia de formatos de creación propia también.

La creatividad televisiva muere en el éxito, en el fracaso y en la medianía, porque el repliegue del sector lo está haciendo aún más conservador. La audiencia pasa cada vez menos minutos frente a la tele generalista —la temporada pasada marcó mínimo histórico, con 161 minutos de media—. Con este panorama, ¿quién puede culparlos? Cabe preguntarse dónde están los peores enemigos de los canales en abierto, si en las plataformas, los canales de pago e internet o en sus propias filas.

Sobre la firma

Más información

Archivado En