Demasiado a menudo cualquier cosa es televisión
En ‘Espejo público’ ayer decidieron emitir una recreación de las últimas horas de Elisa Mouliáa con Íñigo Errejón. Una recreación que hace que Gloria Serra parezca Christiane Amanpour
Que la vida no imita al arte, sino a la mala televisión, como decía el personaje de Woody Allen en Maridos y mujeres, es algo que nos hartamos a repetir algunas de las personas que escribimos de tele, porque escribir de televisión es escribir de la vida, a veces más que escribir de la vida misma. Pero a veces la mala televisión nos lo pone difícil para mantener la analogía: la cota de bajura a la que llega con tanta naturalidad y rapidez cierta tele a la vida le suele llevar más tiempo.
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Que la vida no imita al arte, sino a la mala televisión, como decía el personaje de Woody Allen en Maridos y mujeres, es algo que nos hartamos a repetir algunas de las personas que escribimos de tele, porque escribir de televisión es escribir de la vida, a veces más que escribir de la vida misma. Pero a veces la mala televisión nos lo pone difícil para mantener la analogía: la cota de bajura a la que llega con tanta naturalidad y rapidez cierta tele a la vida le suele llevar más tiempo.
Ayer practiqué ese deporte de riesgo que consiste en sentarse frente a los matinales cuando la actualidad viene silbando y de repente me topé, en Espejo público, con una recreación de las horas que pasaron juntos Elisa Mouliaá e Íñigo Errejón. Una reproducción en la que una reportera del programa paseaba por las localizaciones que transitaron juntos el político y la actriz, al tiempo que entrecerraba la mirada, como solo le he visto en televisión al perro de mirada aviesa de Los Simpson, e iba relatando, con un tono y una entonación que hace que Glòria Serra parezca Christiane Amanpour, las estaciones de aquel vía crucis. Hasta se monta en un coche donde hay un inserto de móvil en el que se puede leer “Papá AAA”. La pieza televisiva resultante a mí, como guionista de ficción, me habría gustado que se me hubiera ocurrido para una comedia burlesca, pero quizá la habría descartado por demasiado paródica e inverosímil. Solo apta para 30 Rock y Homo Zapping. Y, sin embargo, ocurre.
Ocurre en el mismo programa en el que se acecha, junto a otros reporteros, al padre de Errejón. Ocurre en el mismo programa en el que Mariló Montero afirma que antes una violación era una cosa muy clara, pero “ahora poner la mano en una pierna… pues haz una campaña institucional para saber qué es delito y qué no porque ahora parece que cualquier cosa es delito”, y Marta Robles comenta que “muchas veces no sabes si mirar a los ojos a alguien es delito”, sin duda las aportaciones óptimas, profesionales y lógicas a escuchar en televisión cuando se está abordando un caso de agresión sexual. Y todo esto ocurre antes de emitir el audio de una entrevista a Mouliaá, ese es el respeto a las víctimas. Dudo que cualquier cosa sea delito, pero demasiado a menudo cualquier cosa es televisión.