El caso de ‘La ruleta de la suerte’: ¿tiene sentido el papel de las azafatas televisivas en 2024?
Antena 3 presenta a Laura Moure como copresentadora junto a Jorge Fernández, pero sus funciones en el programa son muy limitadas. En 2020, RTVE abogó en una guía por “evitar la cosificación del cuerpo femenino” y el modelo de belleza basado en “la juventud”
Hasta bien entrada la época de las cadenas privadas en España, en los noventa, las azafatas eran una pieza importante del paisaje televisivo: recogían bolas del Telecupón, ayudaban con los números en el Un, dos, tres…, acompañaban a Jesús Gil en su piscina y bailaban como mama chichos (arquetipos de la televisión italiana). También cumplían tareas banales como llevar un sobre o enseñar a cámara el producto de El precio justo. Pero “azafata” es un término que no encaja en la televisión de 2024. Y La ruleta de la suerte, diariamente uno de los espacios con más audiencia de la pequeña pantalla y uno que lleva en antena desde aquellos noventa, ha hecho su propio viaje.
En 2015, Antena 3 presentó a Laura Mouré como “azafata” en su primer programa frente al panel, pero, consciente de que ese puesto ya no es algo con buena aceptación (han sido retiradas también con polémicas de múltiples eventos deportivos), Atresmedia la presenta desde hace un par de años siempre como copresentadora. “Antes, lo que se conocía como azafata o azafato tenía una misión auxiliar, de realizar una tarea concreta. Laura y Jorge [Fernández, el presentador] mantienen una complicidad con el espectador y ofrecen dinamismo”, defiende por cuestionario Esther Pérez, gerente de Programas de Entretenimiento de Atresmedia TV, quien detalla las tareas concretas que ha ido adoptando Moure: “Laura presenta el principio del programa y lo despide, participa en la prueba final y revela sus premios, comenta los paneles y cualquier anécdota o momento con Jorge. En definitiva, es un miembro activo y necesario, con un papel esencial en el desarrollo del concurso. Aporta dinamismo y forman un tándem que encanta a la audiencia”.
La analista televisiva Mariola Cubells cuestiona esa versión y cree que “el papel de Moure es un anacronismo evidente y afortunadamente algo bastante insólito ahora mismo”. Cubells defiende que, además de su interacción en puntos muy concretos y medidos, “la función de copresentadora debe ser más activa, muy diferente a lo que hace ella”. Sobre todo, también, porque su tarea principal fue superada por la tecnología desde que el formato llegó a Antena 3 en 2006. Las letras en los paneles de La ruleta de la suerte no giran ya al tacto. Una persona en control pulsa un botón para que den la vuelta digitalmente. Pese a ello, una actriz y modelo (de 2006 a 2015 cumplió la función Paloma López) sigue caminando de esquina a esquina para que en pantalla parezca que ella resuelve las frases ocultas. Aunque el truco a veces se nota en pantalla (y se refleja en redes), el juego es parte de la magia de la televisión. Pero sus paseillos por el panel quedan hoy casi como resquicio de otra época y otra manera de hacer programas.
Carme Ferré-Pavia, profesora de Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, muestra su asombro por el papel de Moure en el programa: “Me parece antiguo. Casi hacían más en el Un, dos, tres. No me gusta decir estas frases, pero a veces parece estar para lucir palmito. ¿Hace falta ese rol? ¿El programa tiene que apostar siempre por los mismos patrones de belleza para ser atractivo? Seguimos jugando a los estereotipos enquistados. Lo pongo en blanco y negro y es viejo”. Por eso, los responsables del concurso que se emite diariamente han ido ampliando el papel de Moure, y esa ya no es su única tarea, aunque son funciones que no dejan de ser complementarias. El precio justo, del que salieron azafatas como Beatriz Rico, Pilar Rubio e Yvonne Reyes, también se replanteó esta evolución en sus últimas temporadas. La edición en Telecinco se cuidó de tener tanto mujeres como hombres desempeñando el papel, y, además, cada vez interactuaban más con el presentador y los concursantes. Daba mala imagen que estuvieran ahí solo por su cara bonita. Porque su papel retrotrae a un tiempo en el que los programas estaban poblados de azafatas.
Ferré-Pavia, investigadora del estudio de 2020 La figura de la mujer en programas de infoentretenimiento en España: el resistente techo de cristal, cree además que el problema es algo más amplio, pese a que el papel de azafata como tal sí que haya desaparecido: “Hoy es lo raro, pero si rascas un poco y ves los números, las apariciones de hombres siguen siendo muy superiores y atributos como la vestimenta, el maquillaje y su papel son distintos según el género. A veces ellas cumplen una especie de rol maternal. Ellos tienen el papel de líderes y ellas, de ayudantes, como en El intermedio. Afortunadamente, ahora cuando hay una actitud babosa se critica”.
Desde Antena 3 defienden que la complicidad entre presentador y copresentadora precisamente es parte del indudable éxito del equipo de La ruleta de la suerte. Lo argumenta Pérez: “Aunque Jorge lleva el peso del programa, como presentador principal, al espectador le queda claro que Laura es la copresentadora, con su espacio y estilo. El éxito de La ruleta de la suerte reside en que, pese a ser un formato tan veterano, ha ido adaptándose a los tiempos sin perder su esencia lúdica y su buen tono”, dice, consciente de que la función de ella tenía que cambiar: “El papel y el grado de participación de Laura han ido evolucionando”. También han evolucionado otras partes del formato, como la música.
Presentadora a los 67 años, una rara avis
El de Estados Unidos es otro caso muy particular. En el concurso sigue habiendo azafata resolviendo los paneles, sí, pero es una a la que han dejado envejecer en pantalla. La encargada se llama Vanna White y desde su panel ha sido testigo de la evolución de la televisión en las últimas cuatro décadas. Sigue en su puesto desde 1982, y solo se ha ausentado en 10 programas. El pasado julio, su versión de La ruleta superó todo un hito. El presentador, Pat Sajak, se despedía tras 41 años en antena; ella, antigua miss que ejerce como copresentadora desde hace más de cuatro décadas se mantendrá, sin embargo, en antena con 67 años.
No solo es una estrella por sí misma, sino que, a su edad, representa un modelo de mujer que no es tan común en estos formatos. No es otra joven azafata. Con su veteranía, su papel también se ha ido volviendo más activo y, cuando el titular enfermaba o se tenía que ausentar, cubría su hueco como presentadora. Curiosamente, entonces se ponía frente al panel la muy joven hija de Sajak, que ahora ha pasado a cubrir la función de corresponsal en las redes sociales, creado para ella.
¿Podría acabar Moure haciendo esas funciones? “La mecánica da poco espacio. En un formato de éxito, el margen para innovar es más estrecho”, reconoce Pérez. “A pesar de eso, en estos años hemos ido introduciendo muchísimos cambios en las dinámicas del juego. La complicidad y química entre Laura y Jorge y su cercanía con los concursantes han propiciado que Laura cada vez tenga más protagonismo. Pasa lo mismo con la banda, que podría tener la única función de tocar, pero interviene activamente en el desarrollo. Ella aporta cercanía y es un rostro familiar para el público. Laura, que conoce tan bien el formato, presentaría muy bien La ruleta”.
Ferré-Pavia confía en que se sigan dando pasos en esta evolución: “Ojo al mensaje que mandas cuando, en la era de la inteligencia artificial, tienes a una chica en minifalda con piernas flacas dando vueltas a un panel, como una mujer florero”, advierte. Cubells apunta que, incluso así, el problema va mucho más allá de este concurso, y asegura que “la tele sigue siendo más cruel con las mujeres que con los hombres, en lo estético, en la edad, la representatividad… Ha dejado el punto de rancia, pero sigue siendo muy masculina”. Es, aun así, “optimista”, porque ha sido testigo de cómo han cambiado las cosas en este aspecto (“si comparamos es gloria bendita”) y sabe que hoy hay voces críticas que ponen en evidencia las “faltas y trampas”.
Lo que ha perfeccionado White, por ejemplo, en estos 40 años en EE UU es el aplauso. Tanto que en 2015 consiguió el récord Guinnes de persona que más ha aplaudido de la historia: 3,7 millones de veces durante 32 temporadas, 606 aplausos por programa. Una tarea muy clásica de las azafatas. Para evitar estas actitudes de maniquí, en 2020 RTVE aprobó, a través de su Observatorio de Igualdad, una guía en la que abogaba por, entre otros puntos, “evitar la cosificación del cuerpo femenino” y decía que “se procurará no priorizar los atributos físicos de las mujeres sobre los intelectuales”. También por no fomentar “un modelo de belleza femenino basado en la juventud, delgadez o perfección corporal, de acuerdo a cánones poco reales”. Precisamente el texto se lee como un alejamiento de la clásica imagen de las azafatas.
“Si quieres cambiar las cosas tiene que ser desde lo alto, desde la gestión”, señala Ferré-Pavia, que apunta el edadismo como otro de los problemas de la televisión: “Es un maltrato muy evidente. Que les dejen envejecer tranquilas, que el trato sea igual para todos”. Cubells refrenda estas carencias: “¿Cuántas mujeres de más de 50 años presentan informativos? Apenas ninguna. Ellos pueden ser normativos o tener sobrepeso, y ellas, no. Como en la sociedad, tienen que ajustarse a las normas de feminidad. Por eso, me alegro de que RTVE recupere 59 segundos con Gemma Niega [de 58 años]. No hay mujeres en concursos ni en grandes programas de prime time de entretenimiento. Ni hay mujeres feas”, subraya: “La tele lanza mensajes a todas horas y educa la mirada”. Atresmedia, que durante años contó con Silvia Jato en Pasapalabra, recuerda su esfuerzo por colocar a presentadoras en concursos: Cristina Pedroche en Password; Ana Pastor en Generación Top; y Nuria Roca en Family Feud. Esta temporada, Luján Argüelles presenta El rival más débil en Telecinco.
Porque La ruleta de la suerte es indudablemente una ventana abierta a todos, uno de los éxitos más consistentes de la televisión. Este año el programa que emite Antena 3 desde hace 18 temporadas ha promediado un 21% de cuota de pantalla y 1,6 millones de espectadores, máximo en 15 años. Y eso que el formato es uno de los más veteranos de la televisión española. Empezó en 1990 con las cadenas privadas y precisamente con una mujer, Mayra Gómez Kemp, como presentadora. Por su atril ha pasado un plantel de conductores tan variopinto como Ramón García, Irma Soriano, Bigote Arrocet y Mabel Lozano, Belén Rueda, Fernando Esteso, Jesús Vázquez, Andoni Ferreño, Goyo González y Carlos Lozano, en 1997. Después vivió un parón de nueve años hasta su regreso en 2006, con los paneles remozados y ya autónomo. Pero ahí seguía un modelo que caminaba al ritmo de “compro la A y resuelvo”.
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