París 2024: un espectáculo ‘senasacional’

Como el viejuno juego de palabras que pronunció Thomas Bach, el presidente del COI, los Juegos Olímpicos han sido ‘senasacionales’ en lo bueno y en lo malo

El final de la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de París 2024 celebrada este domingo, en el Estadio de Francia en Saint-Denis.SASHENKA GUTIERREZ (EFE)

Adivino el parpadeo de la luz que se le iluminó a la persona encargada de escribir el discurso que dio Thomas Bach durante la descafeinada ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos, cuando se le ocurrió afrancesar el adjetivo “sensacional” y escribió “senasacional”, para que el presidente del COI jugara a ser Juan Carrasco desde el Estadio de Francia. Lo adivino porque por esa pendiente hemos caído todos los que a veces escribimos textos, unos con más fortuna que...

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Adivino el parpadeo de la luz que se le iluminó a la persona encargada de escribir el discurso que dio Thomas Bach durante la descafeinada ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos, cuando se le ocurrió afrancesar el adjetivo “sensacional” y escribió “senasacional”, para que el presidente del COI jugara a ser Juan Carrasco desde el Estadio de Francia. Lo adivino porque por esa pendiente hemos caído todos los que a veces escribimos textos, unos con más fortuna que otros, para que los digan terceros.

Como sé que el árbol del ingenio —por muy dudoso que sea— a veces no deja ver el bosque de la idea, imagino a ese escritor crujiéndose los dedos después de haber perpetrado tamaño juego de palabras, ajeno a que en realidad describía perfectamente el cariz de las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos de París para bien, pero sobre todo para mal: un espíritu hortera y viejuno, como ese tipo de juego de palabras, y chovinista a costa de todo. Como lo fue meter de lleno el Sena en toda la ceremonia de apertura. Sensacional en la teoría y senasacional en la práctica. Claro que la otra cara del chovinismo ha sido haber disfrutado de unos escenarios naturales insuperables. Senasacionales sin ironía. Ha sido más espectacular cualquier competición con la Torre Eiffel de fondo que las dos ceremonias juntas, salvando a Céline Dion.

Además de la mejor exhibición deportiva, los Juegos Olímpicos son siempre son un espejo en el cada uno se refleja. Están los gurús de LinkedIn abonados a la épica del esfuerzo; los listillos que creen estar descubriéndonos lo poco saludable de la disciplina de muchos deportes de élite hoy; los expertos de verdad y los que se lo creen. Y luego el mayor grupo, donde estamos usted que me lee, Shonda Rhimes y yo —me hace ilusión vernos en el mismo saco—: los legos entusiastas. Hace unos días la productora subía a Instagram una foto suya en su sofá, mando de tele en mano, con el texto: “Mi sofá odia verme llegar. ¡Estoy sentada! ¿De qué nuevo deporte somos fans hoy? ¿A qué olímpico amaremos con todo nuestro corazón hoy?”. A Shonda quizá la veamos de público en Los Ángeles 2028. Después del aperitivo que nos han dejado en la clausura, ¿quién no querría estar allí? Los escenarios serán menos lucidos, pero seguro que disfrutamos no solo de deporte: también de espectáculo.

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